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Albergues de cuarentena: primera línea de defensa ante el coronavirus en Paraguay
Jueves, Junio 11, 2020 - 09:45

Una red de 54 albergues en Paraguay ilustra cómo ciertos países están empleando medidas extremas para contener el virus, muchas veces a costa de los derechos individuales de las personas. Alrededor del 65% de los casos confirmados en el país, se han detectado y controlado en albergues.

Asunción. Los albergues de cuarentena contra el coronavirus en Paraguay, obligatorios para cualquier persona que ingrese al país, han recibido elogios de organismos internacionales de salud por ayudar a detener la propagación de la epidemia.

No obstante, varios de los que pasaron por estos centros, la mayoría administrados por militares, o monitorearon sus instalaciones, han expresado preocupación por las condiciones de cientos de repatriados retenidos en su interior.

Media docena de personas entrevistadas por Reuters que estuvieron confinadas en los albergues o vigilaron sus condiciones dijeron que los dormitorios estaban abarrotados y algunos estuvieron encerrados durante más de seis semanas con escasa información.

Esta red de 54 albergues ilustra cómo ciertos países están empleando medidas extremas para contener el virus, muchas veces a costa de los derechos individuales de las personas, dijeron repatriados y activistas de derechos humanos.

Pese a que América Latina se convirtió en el epicentro de la pandemia, Paraguay es un ejemplo de contención exitosa. La nación mediterránea de 7 millones de habitantes ha registrado solo 1.202 casos confirmados y 11 muertes, una de las cifras más bajas de la región.

En el vecino Brasil, el gobierno minimizó las medidas de distanciamiento social y no pudo contener el brote. Con cerca de 740.000 casos, el gigante sudamericano tiene el segundo mayor número de contagios detrás de Estados Unidos y la tercera cifra más alta de muertes en el mundo, con 38.000.

Alrededor del 65% de los casos confirmados de Paraguay se han detectado y controlado en los albergues, según cifras oficiales, lo que permitió que el resto del país retome lentamente sus actividades.

"Los hospitales están vacíos porque los albergues están llenos. Es la primera línea de defensa", dijo a Reuters Federico González, asesor de política internacional de la presidencia de Paraguay y quien lidera el proyecto de los refugios.

"Los albergues son reconocidos internacionalmente como uno de los factores que posibilitan los buenos resultados del Paraguay en su lucha contra la pandemia", agregó.

Reuters no pudo confirmar de manera independiente casos de infección dentro de los centros y no logró tener acceso a los albergues a pesar de varias solicitudes.

El teniente coronel Víctor Urdapilleta, portavoz de las Fuerzas Militares, dijo que no habían recibido "prácticamente ninguna queja de incomodidad".

Sin embargo, algunos de los que pasaron por estos centros sintieron que estaban en una prisión. Hasta hace poco, las personas que llegaban a Paraguay no tenían otra opción que permanecer en los albergues durante semanas. Ahora, aquellos que tienen dinero pueden pagar para alojarse en hoteles designados.

"La desesperación nuestra fue la aglomeración", dijo Paola Canova, de 43 años, profesora asistente de la Universidad de Texas, quien voló a casa desde Estados Unidos el 20 de marzo y estuvo en un refugio durante 17 días.

Canova dijo que muchas personas perdieron sus maletas en el viaje y no tenían ropa ni toallas para asearse, y que la falta de información creó pánico y ansiedad. Los profesionales de la salud no ingresaban al albergue y quienes estaban dentro debían notificar a las autoridades si alguien se sentía mal, relató.

"Si estás sano probablemente te contagias ahí", dijo Canova. "Creo que el sistema de albergues funciona porque se ve el éxito que está teniendo en parar la propagación, pero se debe hacer de manera digna, con respeto hacia las personas, porque no somos animales", agregó.

González dijo que la mayoría de los infectados había llegado a Paraguay con el virus, aunque era posible que haya habido alguna transmisión dentro de los refugios. Solo desde finales de abril, el Gobierno determinó la realización de test a todos los recién llegados.

"En prisión". Paraguay, que estableció los albergues en marzo, después de que las autoridades dijeron que algunas personas infectadas llegadas del extranjero estaban rompiendo la cuarentena, no es el único en América Latina que empleó medidas estrictas a expensas de la libertad de movimiento.

Cuba, por ejemplo, creó centros de aislamiento en toda la isla para personas con COVID positivo o sospechosas de haber entrado en contacto con el virus.

Una mujer paraguaya de 43 años que regresó de Miami a finales de abril dijo que la llevaron en un autobús militar a una escuela de cadetes convertida en refugio en las afueras de Asunción, donde permaneció 20 días con alrededor de 120 repatriados.

La mujer, que pidió no ser identificada, dijo que dormía en una litera en un pabellón con otras 37 mujeres, con quienes compartía el baño y que sintió estar "en una prisión".

"El confinamiento era desesperante (...) tenía miedo de contagiarme en un contexto en el que tendría que ir a otro destacamento por un tiempo aún mayor", comentó la mujer, que pudo reunirse con sus dos hijos después de dar negativo en tres exámenes de COVID-19.

Dos jóvenes de su habitación dieron positivo y fueron llevadas a otra instalación, también en las afueras de Asunción.

Urdapilleta dijo que las fuerzas armadas están jugando un papel clave en la "guerra sanitaria", con 20 refugios activos en instalaciones militares y 12 en locales privados bajo administración militar.

"Al igual que cualquier país del mundo, el nuestro no estaba preparado para esta pandemia y tuvimos que aprender", señaló.

Difícil de controlar. Luis Escoto, representante de la Organización Mundial de la Salud en Paraguay, dijo a Reuters que los centros fueron clave para contener la epidemia, junto con el cierre de fronteras. Sin ellos, el virus podría haberse vuelto "de muy difícil control y con una cantidad enorme de casos", señaló.

Alrededor de 6.000 paraguayos han regresado del extranjero en los últimos meses, la mayoría desde el vecino Brasil.

Las autoridades del país han tratado de suavizar las reglas, estableciendo desde mediados de mayo los hoteles-salud para albergar a personas que pueden pagar su estadía.

Óscar Ayala, secretario general del organismo local de derechos humanos Codehupy, dijo que los problemas persisten y su grupo se está preparando para enviar representantes a visitar las instalaciones en los próximos días.

"Hay sitios que no cuentan con condiciones apropiadas para tener a personas durante semanas o meses", señaló.

"Si bien (los albergues) están presentado resultados positivos para la sociedad en general, tienen una carga de afectación importante para las personas que están ahí dentro", agregó.

Celeste Amarilla, legisladora del opositor Partido Liberal, sostuvo que, aunque las cosas mejoraron, muchas personas "se enfermaron en esos lugares" desde el inicio de la epidemia.

Una estudiante de 21 años dijo que fue trasladada a otro refugio para infectados luego de haber dado positivo por COVID-19 en la escuela de cadetes. En el nuevo albergue, la comida era poca y mala y no recibió prácticamente información, relató.

"Nos dijeron que nos teníamos que preparar para estar 45 días acá y eso me estresó muchísimo", comentó la joven, quien pudo salir la semana pasada después de haber estado confinada durante más de un mes.

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Reuters