Incluso antes del extraordinario rescate de los 33 mineros que pasaron 70 días atrapados en una mina a 700 metros de profundidad, Chile había demostrado ser uno de los países más exitosos (si no el más exitoso) de América Latina, sobre la base de una serie de indicadores relevantes.
Políticamente, Chile había logrado salir de un período de violencia y polarización para transformarse en un sistema estable y con una cultura política sólida y democrática. Económicamente, después de años de altísima inflación y experimentos fracasados, el país logró desarrollar una economía de mercado dinámica y que hoy cuenta con más de 20 acuerdos comerciales con más de 50 países. En términos de competitividad global, Chile ocupó el lugar 30 de un total de 139 en el Índice de Competitividad Global 2010, del Foro Económico Mundial, liderando en América Latina. Y en el Índice 2010 de Libertad Económica, figuró en el Top 10 junto a Estados Unidos, Ca-nadá y Singapur.
¿Qué tienen Chile y los chilenos para explicar el éxito relativo del país en relación a América Latina? La operación desplegada para rescatar a los mineros atrapados ofrece algunas pistas importantes.
Otros países de la región que han sufrido desastres naturales o provocados por el hombre han sido reacios a aceptar ayuda externa. Sus gobiernos temían verse débiles o dependientes de Estados Unidos y otros países industrializados. O temían que aceptar ayuda minaría de alguna manera la soberanía nacional. México, después del terremoto de 1985, fue un ejemplo de esta actitud. Al presidente chileno, Sebastián Piñera, sin embargo, le preocupaba más recibir la mayor y mejor ayuda posible para resolver el problema de los mineros atrapados. Y aceptó ayuda de 14 países distintos para obtener la mejor tecnología, incluso viniendo del gobierno y de empresas priva-das estadounidenses.
La operación de rescate resultó también notable al mostrar la capacidad y determinación del gobierno chileno para planificar tanto el éxito como el fracaso, lo que involucró una extraordinaria atención a los detalles. Estos rasgos no son tan evidentes como debieran en la región, si los países latinoamericanos desean pasar de emergentes a desarrollados. Más aún, la capacidad de los propios mineros para organizarse y trabajar cooperativamente, en medio de la adversidad, contrasta también con observaciones realizadas por expertos en ciencias sociales en relación al comportamiento individualista y a menudo dependiente de muchos latinoamericanos.
El nacionalismo chileno, como se expresó durante la crisis, también ofrece contrastes interesantes. El nacionalismo chileno es positivo, mientras que el de muchos países de la región es negativo, en el sentido de que define a cada uno en términos de lo que no es. El anti-norteamericanismo, el anti-capitalismo o incluso el anti-desarrollo, son ejemplos de maneras negativas en que muchos países latinoamericanos definen sus identidades nacionales.
Más aún, el nacionalismo negativo a menudo va de la mano con el sentido de victimización que, a menudo y en demasiados países de la región, se sustenta en una mirada más hacia el pasado que hacia el futuro.
A través de la operación de rescate de los mineros, sin embargo, no parecía que los chilenos se pensaran a sí mismos como víctimas. En vez de ello demostraron lo que los estadounidenses llaman el espíritu de “poder hacerlo” (“cando”), una convicción de que con el esfuerzo suficiente se tiene éxito. Esto implica también la capacidad para cambiar de estrategia o de táctica si los planes originales fracasan. Cuando el llamado Plan A de los chilenos falló, no bajaron los brazos, sino que aplicaron el Plan B, que tuvo éxito.
Todos estos rasgos positivos de los chilenos se verán reforzados después de la sorprendente operación de rescate. La valiente decisión del presidente Piñera de iniciar la misión, que involucraba riesgos políticos significativos para él, será seguida sin duda por esfuerzos que allanen el camino de Chile hacia el primer mundo. El presidente, ojalá, será estimulado a desempeñar un rol de mayor liderazgo en América Latina y en la escena internacional.
El mundo conoció más a Chile y a su gente al seguir la operación de rescate de los 33 mineros atrapados y, no cabe duda, le gustó lo que vio.