China se ha convertido en un ícono de la tecnología a nivel mundial. En 2012, el gigante asiático ya es el mayor centro de venture capital del mundo, por delante de cualquier país europeo, Inglaterra y Alemania incluidos. Después de Estados Unidos, es el país que más empresas tecnológicas tiene cotizando en el Nasdaq, por delante de Israel y de toda Europa reunida. De hecho tiene en 2012 casi 3 veces más empresas en el Nasdaq que toda Europa.
En 2012 el principal proveedor mundial de la industria de telecomunicaciones ha dejado de ser europeo (Ericsson) y es ahora chino (Huawei). Igualmente la multinacional china Lenovo desbancó a la estadounidense HP como líder mundial de PCs en términos de ventas. Dos de las 10 primeras capitalizaciones mundiales de internet son chinas (Baidu y Tencent). Por cierto no hay ninguna europea. La mayor capitalización mundial del sector de las telecomunicaciones también es del país asiático: China Mobile, la cual desbanca a cualquier competidor occidental, los americanos AT&T y Verizon incluidos.
Sin embargo, hay un sector desde dónde China controla las industrias de futuro: el llamado sector de los minerales raros. Europio, itrio, samario, terbio, erbio, iterbio, cerio, neodimio, etc. El subsuelo chino está plagado de minerales imprescindibles para las industrias de alta tecnología. El monitor de los smartphones y de los ordenadores, por ejemplo, se fabrica utilizando europio, un elemento para el cual no se conoce todavía ningún sustituto posible y cuya producción controla totalmente China. Ello hace dependiente a Apple, Nokia, Samsung, RIM, a todas las tecnológicas occidentales, del gigante asiático.
Lo anterior convierte a China en una superpotencia tecnológica inédita. China ejerce efectivamente un control absoluto sobre la oferta mundial de los 17 minerales llamados “raros” que son esenciales para la fabricación de productos de alta tecnología, televisores de pantalla plana, teléfonos móviles, smartphones, lámparas de vapor de mercurio, o lentes de cámaras. La publicación de un informe chino a principios del 2012 sobre estos minerales causó que las empresas no chinas en este sector cotizadas en EE.UU. vieran su cotización dispararse entre 10% y 20% en un solo día, como las de Molycorp, Rare Element Resources Ltd. o Quest Rare Minerals Ltd.
Desde teléfonos móviles, televisores de pantalla plana, cables de fibra óptica hasta vehículos híbridos y misiles teledirigidos, todos contienen minerales raros. Y China controla el 97% de su producción, algo que está tensando las relaciones con otras potencias tecnológicas como Estados Unidos, Europa o Japón. En apenas un año los precios de estos minerales se dispararon, lo que ha generado que su extracción minera valga la pena de nuevo en países que la abandonaron hace dos décadas, como EstadosUnidos por ejemplo.
China cuenta con dos tercios de las reservas actuales de tierras raras existentes en el planeta (otras fuentes estiman que son 36%) y concentra en la actualidad la casi totalidad de la producción mundial. Estados Unidos, que posee algunas reservas en el desierto de Mojave, abandonó la explotación de estos minerales a lo largo de los años noventa. Esto fue un error estratégico garrafal: pensaron entonces que la demanda de estos minerales estaba cubierta por completo, mientras en China se lanzaba un programa gubernamental para apostar por su producción a gran escala. El gigante asiático ocupó así el lugar dejado por EE.UU. y se convirtió en el líder mundial de minerales raros.
La demanda mundial se disparó y hoy en día China utiliza su potencial como arma política. El congreso de Estados Unidos estudia pasar una ley para relanzar la explotación de estos minerales. Pero, según los expertos, llevaría una década o más retomar la iniciativa. El Pentágono busca impulsar su producción en otros lugares del planeta, incluido Afganistán. En total hay unos 35 proyectos lanzados para explotar estos minerales, todos fuera de China. Algunos estiman que en 2020 entre un 15% y un 20% de la producción mundial podría proceder de otros países. Entre tanto, China seguirá siendo -cada vez más- una superpotencia tecnológica.