La política monetaria más exitosa de la historia de Ecuador -léase la dolarización y el cierre del Banco Central del Ecuador-, acaba de cumplir su vigésimo aniversario, y vale aprovechar esta fecha para destacar y celebrar los aciertos en los que se ha traducido.
No son pocos los mitos que se han construido alrededor de la dolarización ecuatoriana, pero tampoco son menos extendidos que los que se ha construido alrededor de, por ejemplo, el rol que cumple la moneda en la economía, qué es el fenómeno de la inflación, qué papel juega un banco central, y qué vínculo tiene el tipo de cambio sobre las exportaciones, la competitividad y el crecimiento de un país, al menos desde el mercantilismo de los siglos XV o XVI.
Por sobre todas las cosas, el mayor acierto de la dolarización en Ecuador del 9 de enero de 2000, fue controlar la inflación o, más aún, el impuesto-inflación, aquel impuesto que no requiere de la legislación del Parlamento ecuatoriano para que alguien como Rafael Correa, con su intención por volver al sucre, pudiera echar mano de los ahorros de quienes lo utilizaran de manera obligatoria.
De igual manera, así como muy bien apunta Gabriela Calderón, uno de los mayores beneficios de la dolarización en Ecuador ha sido eliminar toda posibilidad de que una crisis de las finanzas públicas afecte al sistema bancario y financiero. Con una crisis fiscal igual o peor que la tiene tiene hoy Argentina, lo más probable es que Ecuador hubiera devaluado el sucre innumerable cantidad de veces como mecanismo de financiamiento público, pero con la dolarización es imposible que una devaluación cambiaria derive en una típica crisis financiera.
Otro mito es que Ecuador tiene una estructura productiva encarecida por la dolarización, y que a la hora de observar la competitividad no parece presentar buenos resultados. Sin embargo, si la caída de la competitividad tuviera causa en el tipo de cambio, Ecuador no podría beneficiarse del mundo globalizado actual como lo hace, si no tuviera sus exportaciones denominadas en dólares. Así como en Bolivia, la baja competitividad ecuatoriana tiene causa en la rigidez del régimen laboral, en la carga tributaria, en políticas comerciales altamente proteccionistas, un sistema bancario y financiero hiper-regulado y obsoleto, pero con una moneda nacional altamente volátil, la inversión privada sería todavía más cara.
¿Y por qué fue prácticamente imposible para Rafael Correa volver a nacionalizar la moneda en Ecuador? Porque a diferencia de, por ejemplo, el régimen de convertibilidad de Argentina en la era Ménem, los dólares no están en manos de los políticos y gobiernos fiscalmente voraces, ni en están en manos del sistema bancario y financiero, sino que está en manos de la gente, en la calle.
Afortunadamente, así como ha sido tan difícil salir del euro para países como Grecia o Italia vuelvan al dracma o a la lira desde la crisis de la Gran Recesión, solamente para poder devaluar para solventar el gasto y la deuda pública desmedidas, también lo ha sido para Ecuador y sus políticos salir del dólar, así como en Bolivia el mayor riesgo posible para la economía en este momento, sigue siendo abandonar el tipo de cambio fijo.