Los efectos que pueda tener el deterioro constante en Europa aún es una incógnita, pero de que habrá repercusiones ya es un hecho para los más entendidos. Si bien los expertos están cautelosos y creen que se debe poner especial atención a los riesgos financieros tras las elecciones griegas del 17 de junio, coinciden en que para 2013 ya se podrían apreciar los efectos más concretos.
Chile mantiene una apertura comercial envidiable, pero esta misma podría ponernos en riesgo. No para destrozar nuestra economía, mientras el Banco Central cifra la expansión del PIB 2012 entre un 4% y 5%. La última encuesta de expectativas lo elevaría para el próximo año entre 4,8% y 5%.
El principal problema de la crisis europea es la incertidumbre que genera. Los actores, públicos y privados, no han sido capaces de generar un escenario de estabilidad, aunque esto sea deteriorante, es mejor que la incertidumbre.
Hoy nadie sabe ni cómo, ni cuándo se llegará a un estado ‘estable’ de las cosas, cualquiera que este sea, con o sin Grecia en el euro, con los bancos españoles quebrados y definitivamente rescatados, con Francia alineada con Alemania o no, etc.
La verdadera crisis es la incertidumbre. La deuda soberana Española no es tan grande como se piensa, aproximadamente el 65% del PIB, Grecia no es tan importante en la comunidad europea como se especula, y una parte del problema actual de los bancos españoles es la desconfianza de los ahorrantes que resulta en corridas para sacar el dinero de los bancos, generando escenarios de poca liquidez en la banca.
Por lo tanto, el principal problema en Europa es de “ánimo”, lo que genera efectos en los fundamentos reales de la economía, por ejemplo, la baja en la actividad, desempleo, liquidez, etc.
En Chile los fundamentos económicos no deberían sufrir de manera tan dramática como algunos proyectan. Es cierto, algo de nuestras exportaciones se va a Europa, aproximadamente 20%, pero sólo 6% de nuestras exportaciones se va a los países con problemas como España, Grecia e Italia. Adicionalmente, no hay que olvidar que el motor más importante de nuestra economía durante este tiempo no han sido las exportaciones, sino el consumo interno.
Los factores que pegan más fuerte en este punto son el “ánimo” y el acceso al crédito. En cuanto a lo primero, la sociedad Chilena, y la clase ejecutiva no es distinta, es especialmente adversa a la incertidumbre por lo que el esfuerzo estará en no “comprar” la crisis. Lo mejor que nos podría pasar en este frente es que el problema desaparezca y no que necesariamente que se solucione, es decir, que Grecia salga de la zona euro, que los bancos españoles quiebren o que definitivamente se rescaten, que el gobierno español garantice los ahorros, que la deuda española para rescatar los bancos se garantice a nivel Europeo, etc. En resumen necesitamos certidumbre, aunque sea de una situación mala, como que los bancos españoles simplemente quiebren.
En cuanto al acceso al crédito, los bancos chilenos son financieramente sólidos, altamente regulados y conservadores, tienen fuentes de fondeo diversificadas, por lo tanto, en la medida que las tasas de líneas de financiamiento externo no se disparen para Chile y que las reservas de capital les permitan dar confianza a los ahorrantes, el crédito siempre debería estar disponible para el consumo.
En resumen, no parecen haber elementos de la economía “real” provenientes de la crisis europea, que justifiquen la eventual baja en la actividad o pérdida de empleos en Chile, salvo en la medida que nos expongamos a la profecía autocumplida, que siempre es lo más fácil y es la visión que tiene mayor acceso a prensa por parte de los economistas.