El discurso de despedida del presidente Barack Obama estuvo en la línea de Obama: excelente, pero con pocos avances. Ahora, nos ingresamos en la era de Donald Trump como primer mandatario y el 45° presidente de los Estados Unidos, cuya conexión con Rusia será seguida de forma masiva.
De algún modo, Trump ha encarnado y animado el "espíritu libre" de los EE.UU. Incluso, los economistas más experimentados y los fondos de cobertura con los que hablo cotidianamente se dejaron llevar por el impulso de la campaña populista de Trump y sus grandes promesas.
La economía y su estructura de incentivos subyacente es lo que crea el futuro; los tweets no (aunque como accionista de Twitter, me gustaría que lo hicieran).
A corto plazo, tanto el mercado como las fuerzas políticas pueden salir de la tendencia y alejarse de la media, pero la última vez que revisé la situación de los EE.UU. estaba en una desaceleración masiva en relación con su crecimiento histórico a largo plazo (crecimiento por debajo del 2% frente al 3,5% desde los años 50).
La mayoría de los puestos de trabajo creados fueron temporales (cerca del 50%), y tenemos que considerar también el descenso en curso de la población, ya que el envejecimiento de la población significa una substracción del 0,50-0,75% en el crecimiento de la línea superior con una productividad sin cambios o ralentizada.
Volviendo al crecimiento de largo plazo del 3,0-3,5%, puede ser sólo impulsando la productividad – no forzando que el empleo se quede en los EE.UU.-. A corto plazo, quizá, estas medidas puedan "impulsar" el crecimiento, pero siempre vendrá a expensas del crecimiento futuro (financiado con crédito).
La combinación de políticas de Donald Trump tiene algunos elementos sustentados al crecimiento, pero también algunos aspectos negativos. A largo plazo, y desde el punto de vista económico, es negativo: construir muros (tanto de forma figurativa como llevado a la práctica), nunca ha hecho ningún bien al crecimiento y la prosperidad.
La nueva política exterior de EE.UU será al azar y oportunista y, en última instancia, conducirá a otro obstáculo de la posición de liderazgo internacional. De hecho el G7 está ahora encabezado por Alemania y la canciller Angela Merkel, dado que Trump ha abandonado la posición.
Esta es una posición que, por supuesto, ella no quiere, sobre todo en un año de elecciones.
Frente a este escenario, el "home front" de EE.UU será el escenario principal de Trump, ya que está 100% dirigido a nivel nacional en su enfoque de manera similar a su héroe, el ex presidente Richard Nixon. La presidencia de este presidente republicano también significará una presión inmensa sobre la Reserva Federal que, de nuevo, es similar a la situación de la Fed bajo Nixon y el entonces presidente Arthur Burns.
En el panorama general, Donald Trump es la parte final del ciclo que comenzó con Nixon sacando a los EE.UU. del patrón oro en 1971, o con Ronald Reagan introduciendo una economía de oferta (llevando a cabo déficits fiscales masivos) y reintroduciendo las políticas de laissez-faire en 1981.
(Entonces, por supuesto, tuvimos la "pesadilla" de 30 años de más y más intervención de los bancos centrales no sólo en la fijación de tasas, sino también en mercados cada vez menos libremente negociados...)
Podemos tener una idea de la agenda de Trump, pero al final lo dudo... En las últimas semanas he tratado de "darle la vuelta a Trump", pero lamentablemente he llegado a la conclusión de que su presidencia será en el mejor de los casos caótica y experimental y, en el peor de los casos, proporcionará un espejo del siglo XXI de los pocos años de Nixon en el cargo.
Lamentablemente, el Trump presidente será exactamente el mismo que el "Trump candidato", a pesar de cualquier giro creativo por parte de sus asesores.
Espero que los activistas políticos y la prensa estén preparados para el trabajo; Como Obama dijo acertadamente esta semana, la democracia está bajo presión, y esa es la verdadera crisis. No se equivoquen, el cambio es bueno, y Trump -como dije constantemente a lo largo de 2016- fue el antídoto necesario para la era dinástica Clinton/Bush y su profundo elitismo. Recuerde: Trump no ganó las elecciones, Hillary Clinton las perdió. Lo que ahora se está desarrollando es impulsado por una necesidad social y económica de cambio.
A veces necesitamos experimentar plenamente - sentir, oler y tocar - aquellas cosas que no queremos para avanzar de nuevo... y creo que el ciclo 2017-2020 podría ser un período así.
En mi opinión, la investidura de Trump será el catalizador de una nueva realidad -una época en la que la esperanza es reemplazada por la duda y un llamamiento dramático al aumento del riesgo de recesión basado en una liquidez global sumamente negativa, incertidumbre y un año en el que el riesgo geopolítico ocupará un lugar central, ya que la capacidad de los bancos centrales para amortiguar las precipitaciones es limitada.
*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.