Patrick Crusius asesinó a 22 personas y dejó a otras tantas heridas en un centro comercial de El Paso, Texas. Había publicado un manifiesto racista en internet, dónde declaraba que mataría hispanos para detener una supuesta invasión de mexicanos en Estados Unidos. Se había inspirado en el presidente, Donald Trump, quien ha calificado a los mexicanos de violadores y criminales.
El asesino vivía a mil kilómetros de distancia, pero eligió El Paso para la masacre porque allí vive un 85% de población hispana. El manifiesto de Crusius expresaba admiración hacia Brenton Harrison, el hombre acusado de asesinar a 51 personas en dos mezquitas de Nueva Zelanda, en marzo de este año. Harrison también se había inspirado en Trump a quien reconocía como "símbolo renovado de la identidad blanca".
El presidente Trump tiene alta responsabilidad en lo sucedido en la masacre de El Paso. Las acciones racistas, contra los hispanos se han vuelto más frecuentes desde que instaló el discurso que existía "una invasión en la frontera sur" y que de allí provienen los delincuentes violentos. Trump agita, de manera persistente, la necesidad de construir una muralla en el límite con México para impedir el tránsito desde el sur y militariza la frontera, actuando además sin compasión con las caravanas de migrantes centroamericanos que intentan llegar a los Estados Unidos.
Según la organización Southern Poverty Law Center (SPLC), el número de grupos radicales batió un récord en 2018 y los mensajes de Trump han dado fuerza a los supremacistas blancos y a la xenofobia contra los extranjeros provenientes de Centroamérica y México.
El ataque de Crusius fue tan brutal que el presidente Trump por primera vez se vio obligado a condenar el racismo. Pero no resulta creíble porque ha sido un especialista en promoverlo. En efecto, en mayo del año pasado se refería a los migrantes diciendo, “Tenemos gente que llega al país que ustedes no creerían lo malos que son. Estas no son personas, son animales, pero los estamos sacando del país a un ritmo nunca visto”.
Luego, en julio de este año, mostraba su racismo con las congresistas demócratas de color que lo han cuestionado. En efecto, dijo que Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Ayanna Pressley y Rashida Tlaib Omar deberían regresar a las naciones “estropeadas e infestadas de delincuencia” de donde vinieron, ignorando el hecho de que todas son estadounidenses.
Trump se han convertido en el principal referente de la ultraderecha mundial. Le disgusta la diversidad sexual y cultural, exalta el militarismo y es enemigo de los inmigrantes. Cuestiona el desarme nuclear, no cree en el cambio climático y ha sido categórico en la necesidad de aplastar las ideas progresistas. Sus políticas proteccionistas afectan el comercio y añaden fuego a los conflictos internacionales.
En esos temas, como en varios otros, el presidente de Estados Unidos recibe el aplauso del neofascismo europeo y también de Jair Bolsonaro. Donald Trump está provocando una creciente inestabilidad económica y política en el mundo, y su discurso xenófobo favorece el odio y la violencia.