El 2013 se lleva consigo el llamado “año de la innovación”, y antes fue el “año del emprendimiento”. Durante este periodo se han ofrecido en Chile un considerable número de seminarios, congresos y talleres orientados a difundir las diversas metodologías y casos exitosos relacionados a ambos temas. En general, se ha sugerido que el emprendimiento y la innovación deben ser desarrollados en virtud de elementos fundamentales para el desarrollo económico, si bien podemos estar de acuerdo con esta proposición, surgen varias interrogantes: ¿Cómo se desarrolla el emprendimiento y la innovación? ¿Es suficiente entregar incentivos legales y económicos? ¿Qué tipos de emprendimientos e innovación se quiere incentivar?
Claro está que para responder estas interrogantes se requiere de varias instancias de reflexión. En esta oportunidad haré el intento de responder algunas de estas preguntas, con el fin de generar otras que nos lleven a una reflexión más profunda. Para comenzar, es fundamental reflexionar sobre cuáles podrían ser las bases del emprendimiento y la innovación.
Si consideramos que toda innovación surge de las personas, es crucial identificar cuáles son los factores que influyen en nosotros para que, eventualmente, se genere una innovación. Desde mi perspectiva, un factor clave es la inspiración, la cual cumple la función de motivar a una persona, o un grupo de personas, a tomar iniciativas que sin la inspiración no hubiesen tomado.
Si bien podemos inspirar por medio de diversos medios, comúnmente el camino de transformar una idea en una innovación es un proceso de prueba y error. Esto implica que para lograr llegar al final del camino, es necesario caerse varias veces.
Es aquí donde surge la primera bandera roja para nosotros: el castigo, elemento que está inserto en todos los rincones de nuestra cultura nacional, desde la casa hasta el lugar de trabajo. Por lo tanto, debemos establecer la manera de cambiar este modus operandi que tenemos, dando el espacio para que se cometan los errores necesarios y finalmente se genere innovación.
¡Atención! estos espacios no son propiedad exclusiva de los adultos, de hecho, los primeros espacios a revisar debieran ser el hogar y el colegio, entornos claves para el desarrollo del niño, quienes son los que tendrán que vivir con el mundo que les dejemos y, por ende, quienes enfrentarán mayores desafíos en un medio frenéticamente cambiante.
Esto nos lleva a otro punto crucial, ¿qué tipo de emprendimiento e innovación requerimos dado nuestro cambiante entorno? Desde mi perspectiva, lo “nuevo” debiese tener una mirada sistémica; es decir, debiese estar basado en una nueva mirada del mundo, donde éste ya no se ve en partes, sino que como un todo complejo, formado por innumerables conexiones que están en constante evolución.
Desde esta mirada, los emprendimientos e innovaciones debiesen ser concebidas entendiendo el impacto que tendrían en su entorno y, fundamentalmente, con una visión de largo plazo. Así, será posible generar conexiones antes no percibidas que llevarán a crear innovaciones de alto impacto. Esto nos lleva a otra pregunta ¿Cómo generamos esta mirada sistémica? Esta es una pregunta muy difícil de contestar, principalmente si consideramos que la educación tradicional actual, por el contrario, se basa en el estudio de las partes de un todo. Este enfoque nos “educa” de una manera que buscamos resolver problemas. Primero, identificándolos como pertenecientes a un área específica para luego buscar soluciones dentro de esa área. Esto sugiere que dada la educación actual estamos condicionados a pensar “dentro de la caja” y, por ende, no somos capaces de generar las conexiones que presentan el potencial de crear innovaciones.
Por lo tanto, me atrevo a hacer una primera conexión…si para generar innovaciones tenemos que -según lo reflexionado hasta ahora-, tener espacios para la prueba y error, inspirar y pensar fuera de la caja, definitivamente un sistema educacional más tradicional no nos sirve.
De esta manera, para poder innovar necesitamos pensar de manera diferente, atrevernos a probar y equivocarnos y tener una mirada integral.