México apenas parece haberse librado del enojo estadunidense a causa de la circulación por su territorio de migrantes centroamericanos y de otros orígenes, cuando ya se asoma otro motivo de reclamo por parte de Estados Unidos: la producción de fentanilo en suelo mexicano.
Este potente anestésico, causante de cerca de la mitad de las muertes por sobredosis de drogas en Estados Unidos en 2018, está en la mira de las autoridades sanitarias y de procuración de justicia de ese país.
Hasta hace un año, el fentanilo, destinado al mercado ilegal de las drogas en Estados Unidos, llegaba a México desde China e India. Sin embargo, de diciembre a la fecha, se han desmantelado aquí cinco laboratorios en los que se producía el narcótico: tres en Sinaloa, uno en Nuevo León y otro en la Ciudad de México.
El fentanilo, que tiene un efecto cien veces mayor que el de la heroína y cincuenta veces mayor que la morfina, es muy barato de producir y genera ganancias extraordinarias, pues una sola pastilla se vende en 20 dólares en el mercado negro.
Su aparición en México sacó de la competencia a los cultivadores de amapola, cuyo precio se ha desplomado, dejando en la miseria a miles de campesinos de las sierras que voluntaria u obligadamente participaban en la siembra y cosecha de la planta.
El 12 de diciembre pasado, elementos de la desaparecida Procuraduría General de la República realizaron un cateo en un domicilio de la colonia San Álvaro, alcaldía de Azcapotzalco, en la Ciudad de México, que funcionaba como narcolaboratorio para elaborar fentanilo.
Durante el mismo, los agentes encontraron sustancias químicas diversas, maquinaria e insumos de laboratorio, probablemente utilizados para la elaboración del narcótico, así como vehículos y cartuchos útiles, y detuvieron a cuatro personas.
El 11 de abril de este año, en Culiacán, las autoridades dieron con otro laboratorio. Luego de que dos personas en motocicleta dispararan en contra de vehículos oficiales, los agentes de seguridad llegaron hasta un domicilio en la colonia Lomas de San Isidro, donde inmediatamente percibieron un fuerte olor a químicos e hicieron el hallazgo.
El 1 de junio, en Guamúchil, Sinaloa, una vivienda que funcionaba como narcolaboratorio de fentanilo fue asegurada por elementos de la Base de Operaciones Mixtas Urbanas, en el fraccionamiento Rinconadas del Évora. En la vivienda se aseguró un par de máquinas para comprimir fentanilo, además de algunos litros de precursores químicos.
El 16 de junio, elementos de la Fiscalía General de la República allanaron una bodega en García, Nuevo León, donde se producía fentanilo. El cateo se realizó en el Parque Industrial Ciudad Mitras donde los agentes encontraron un laboratorio con instrumentos, maquinaria, químicos, una barra, cuadernos de anotaciones, un refrigerador, así como tambos, frascos, cajas y anaqueles. En el lugar fue detenido Guadalupe Almaguer Herrera, químico y dueño de la empresa Ampex Chemicals.
Finalmente, el 15 de agosto, elementos del Ejército, la Policía Federal y la FGR dieron cumplimiento a una orden de aprehensión contra productores de fentanilo en Culiacán.
Las fuerzas federales desmantelaron el laboratorio en la colonia La Conquista, de la capital sinaloense y detuvieron ahí a un matrimonio. De acuerdo con el reporte de la FGR, se encontraron en el lugar 2 mil 500 pastillas de fentanilo y otros químicos para la elaboración de drogas sintéticas, así como una máquina de comprimidos.
Según fuentes diplomáticas, estas acciones se dieron en el contexto de presiones de Washington para que México ataque la producción local de fentanilo, que está desplazando rápidamente las importaciones de la droga desde Asia.
Se trata de un nuevo motivo de reclamo de Estados Unidos a México que pronto veremos aparecer con fuerza en el escenario informativo.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.