A casi un mes desde el inicio de la crisis político-social más grande de los últimos 30 años en Chile, las revueltas y saqueos han generado mermas cuantiosas para el comercio, con las consecuentes secuelas económicas -con estimaciones superiores a US$2 mil millones en pérdidas-, particularmente para las pequeñas y medianas empresas.
Lo anterior, ha significado una caída de las ventas de las empresas, pérdidas de empleos, aumento del riesgo país, salida de capitales, descenso en el turismo, entre otros problemas. El propio Ministerio de Economía cifró en cerca de 6.800 las pymes las afectadas, aquellas que sabemos generan más de 40 mil empleos, mientras que la Cámara de Comercio de Santiago (CCS) estimó en 25 mil el número de locales afectados, de los cuales 10 mil pertenecen a pymes.
Pero otra crisis –esta vez a nivel internacional- todavía capta nuestra atención y afecta nuestra proyección de crecimiento. Es la ya conocida guerra comercial.
Cuando voces expertas daban por cierta la inminente firma de un acuerdo parcial o preliminar, entre las dos mayores potencias económicas del orbe, fue el presidente de EE.UU., Donald Trump, en persona, quien salió a desmentir a los voceros chinos sobre un acuerdo en la remoción de los aranceles.
Es más, hasta ahora, la única certeza, es la existencia de un pre-entendimiento en algunas áreas, el cual aún deja flancos abiertos en materias como transferencia tecnológica, inversiones, subsidios del Estado, restricciones a empresas, entre otros.
Y si sumamos a lo anterior el particular temperamento de Trump, el día de mañana podrían incluso volver los aranceles, de no avanzar las negociaciones por el camino trazado por EE.UU. Así, para ser prudentes, y siguiendo la regla clásica acuñada en negociaciones, en la práctica prevalece la norma y "nada está negociado hasta que todo esté negociado".
Por cierto, la rúbrica sería una valiosa noticia para el mundo y, en especial, para nuestro país, en el marco de un evidente deterioro de las expectativas proyectadas para los últimos meses, profundizadas con el actual estallido social que afectará el desempeño de la actividad económica, proyectando para octubre una contracción económica entre 0% y -0,5%, y una reducción de las perspectivas de crecimiento anual de 3% a 1,8%.
Para Chile, hoy más que nunca, se hace fundamental aumentar, mantener y consolidar nuestra participación de mercados e imagen país, en el ámbito internacional. Pero, por sobre todo, resulta esencial potenciar la concurrencia de las pymes en dicho comercio.
Esperamos que la firma se concrete y con ella, se ponga fin -al menos momentáneamente- a la guerra comercial. De lo contrario, una tormenta perfecta podría generarse con indudable deterioro sobre el precio del cobre, la demanda de productos chilenos y las perspectivas de desarrollo futuro, donde las consecuencias no podrán menos que ahondar y empeorar la actual crisis.
