Desde mis primeros días en este rubro, siempre pensé cuál sería la gran disrupción o cambio radical de la logística. Si vemos y analizamos la historia de esta fascinante industria, la última gran innovación fue la creación del contenedor, lo que sucedió hace más de 50 años. Pero hasta hoy, nada más.
Veo con asombro cómo una industria se queda en ascuas observando desde la vereda del frente cómo la tecnología y las nuevas mentes quieren irrumpir en un negocio de más de un trillón de dólares al año y donde particularmente en Chile, el 80% de los bienes de consumo son importados desde un país foráneo. Si bien con estos números se podría decir que es una industria indispensable, también es una de las más anticuadas y reacias al cambio, donde la innovación y transformación son miradas con desconfianza. Pero no es sólo eso. Esta industria ha sido esquiva a encontrar desarrollo en los talentos, en las nuevas tendencias.
Se hace evidente que las nuevas generaciones de importadores quieren y necesitan más eficiencia para evitar la espera de días completos por cotizaciones, infinitos papeleos y procesos poco amigables que sólo restan a un mundo en donde la rapidez y la comunicación son el eje de los negocios. Por todo esto, hoy "la logística está muerta". Ahora bien, no todo es tan oscuro. De hecho, hago eco a uno de uno de mis mentores, quien decía que las crisis comienzan cuando algo muere sin que algo nuevo haya nacido. Eso es crisis, estar en el limbo.
Por suerte para la industria, existen mentes y compañías que están pensando en la revolución. En Europa ya existe Freigthos como plataforma digital para las importaciones; en Estados Unidos, Flexport, y en Sudamérica, Shippter.com. Pero, ¿el cliente final está listo para cambiar esa última gran innovación que fue el contenedor?
A mi parecer, la respuesta es sí. Pero esta transición tomará tiempo y debe ir de la mano de un cambio sustancial en la manera de hacer negocios en el mundo logístico. Tenemos que ser capaces de atraer nuevos talentos y capacitarlos, buscar nuevas tecnologías y hacerlas verosímiles y confiables para los clientes finales. No hay que tener miedo de entregar herramientas para cambiar una industria que está muerta.