Pasar al contenido principal

ES / EN

La prohibición de asilo de Trump sólo empeorará los problemas en la frontera
Mié, 31/07/2019 - 10:35

David J. Bier

Cinco mitos acerca de DACA
David J. Bier

David J. Bier es un analista de política migratoria en el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.

El último esfuerzo del presidente Donald Trump para deshacer la ley de asilo de EE.UU. prohíbe el asilo a los inmigrantes que cruzan a través de cualquier otro país antes de entrar a EE.UU. A partir del martes, sólo los inmigrantes que han perdido oficialmente sus ofertas de asilo en otro país o han sido víctimas de la trata de personas "severa" pueden solicitar asilo en EE.UU. si han viajado a través de cualquier otro país.

Es muy probable que la norma evite que se concedan la gran mayoría de las solicitudes de asilo. Independientemente de su legalidad, la regla es una mala política. Si se implementa como el presidente lo imagina, creará problemas peores que los que ya existen.

El principal problema que la regla aborda, en teoría, es el gran número de personas ingresando ilegalmente a través de la frontera suroeste con México, pero este cambio de regla no reducirá de manera significativa el número de cruces fronterizos. Esta norma los animará a esconderse, haciéndolos menos propensos a ser capturados.

Anteriormente, la gran mayoría de solicitantes de asilo, familias y niños no acompañados buscaban a los agentes de la Patrulla Fronteriza para entregarse y poder recibir una audiencia de asilo. En lo que va del año, el 70% de "aprehensiones" de la Patrulla Fronteriza han sido de personas que no buscaban evadir la detección del gobierno de EE.UU., según el Secretario de Seguridad Nacional en funciones, Kevin McAleenan.

Eso es asombroso. A principios de la década del 2000, casi todos los inmigrantes intentaron colarse al país. Hoy en día, esto se ha convertido en un problema relativamente menor. La proporción de aprehensiones a menos de una milla de la frontera se ha disparado desde 2012 porque los inmigrantes no hacen esfuerzo para evitar el contacto con el gobierno.

Los inmigrantes han dejado de colarse en gran medida porque tienen una expectativa racional de que recibirán asilo después de un largo proceso judicial. Aproximadamente 1 de cada 5 recibirá asilo. Incluso si sus reclamos fracasan, pueden vivir y trabajar legalmente en este país durante años mientras el proceso se cumple sin tener que hacer las caminatas más peligrosas necesarias para evitar a los guardias fronterizos.

Desde una perspectiva de seguridad, este sistema está lejos de ser ideal. Pero en general, es mejor que la alternativa. El procesamiento de los solicitantes de asilo sin duda requiere de tiempo y recursos. Sin embargo, en lugar de tener que perseguirlos y aprehenderlos por la fuerza, los agentes pueden procesar pacíficamente a los inmigrantes como si estuvieran esperando en la aduana del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles. Esto es más seguro para los agentes y los inmigrantes.

Los inmigrantes que solicitan asilo reciben exámenes médicos, sus antecedentes son verificados penales y la credibilidad de sus solicitudes de asilo es analizada. El gobierno de EE.UU. tiene la oportunidad de detectar y deportar rápidamente a los criminales. Quizás por esta razón, la Patrulla Fronteriza está encontrándose  con muchos menos criminales a lo largo de la frontera suroeste. El asilo está permitiendo que los agentes de patrulla se concentren en el elemento criminal, lo que constituye otro beneficio del enfoque actual.

El proceso de asilo también permite al gobierno detectar a aquellos que no encuentra "creíbles" (casi una cuarta parte de los solicitantes en 2019). Esta evaluación le da más control al gobierno sobre quién entra al país que cuando la gente simplemente se cuela; un control que la administración Trump dice apoyar. Incluso con el riesgo de ser rápidamente negados, los inmigrantes todavía favorecen lo legal sobre el camino ilegal.

Con la prohibición del asilo este patrón debería cambiar rápidamente. De repente, los inmigrantes no tendrán razón alguna para buscar a agentes fronterizos e intentarán colarse a EE.UU. El resultado probablemente será más entradas ilegales y sin registro. Los agentes pueden verse obligados a estar involucrados en situaciones más peligrosas conforme persiguen a los migrantes que huyen. Los inmigrantes cruzarán en lugares más peligrosos, lo que provocará miles de muertes más cada año.

Las familias también se separarán. Mientras que los adultos tendrán que tratar de colarse al país, sus hijos cruzarán sin sus padres porque la ley estadounidense ofrece protecciones especiales a los migrantes menores no acompañados. Esto afectará a múltiples agencias cuya función consiste en encontrar refugio y ubicación para estos niños en nuestro país.

Trump parece pensar que puede rebobinar la migración centroamericana hasta 2011 cuando menos no mexicanos intentaron cruzar. Pero no puede. Se han establecido redes migratorias en todos los países, a través de México y en el interior de EE.UU. Los centroamericanos pueden subir a un autobús y estar en la frontera de EE.UU. en días. A menudo tienen familias y amigos que pueden ayudarlos una vez que llegan aquí –alrededor de 1,7 millones de centroamericanos han cruzado a EE.UU. desde 2012.

Una prohibición de asilo será contraproducente. Pero el presidente está respondiendo a un problema real. Los inmigrantes no deberían de tener que caminar a la frontera de EE.UU. para entrar. No deberían de tener que cruzar ilegalmente. No deberían de tener que pedir asilo. Ellos claramente quieren adherirse a un proceso que podría conducir a la inmigración legal.

El problema que el presidente y el Congreso deben abordar es la falta de legales alternativas de migrar desde Centroamérica. No deben eliminar la única opción viable que los inmigrantes tienen para hacerlo.

Autores