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Los brasileños, el fútbol y sus 'elefantes'
Mar, 10/06/2014 - 10:58

Ana Paula Ordorica

México: nada está escrito en las elecciones
Ana Paula Ordorica

Ana Paula Ordorica es analista político, conduce el programa Frente al País, junto con el periodista Pablo Hiriart, que se transmite todos los días por Grupo Imagen en más de 70 radiodifusoras de México y 20 estaciones en el sur de los Estados Unidos. Adicionalmente es titular del programa Paralelo 23 en ForoTV, Televisa. Es analista habitual de Excelsior, Nexos y Foreign Affairs Latinoamérica, entre otros medios. Es licenciada en Relaciones Internacionales del ITAM, con estudios de Maestría en Historia en la Universidad Iberoamericana.

Hace cuatro años, cuando Brasil ganó ser el país sede de la Copa Mundial de Futbol, Lula era presidente y declaró que se estaban comprometiendo a organizar “no sólo una Copa del Mundo, sino la mejor Copa del Mundo”.

Por ello quiso que los partidos se jugaran en 17 ciudades distintas y no en las ocho que sugería la FIFA. Y en cada una de ellas habría que construir un estadio de fútbol que cumpliera con los lineamientos de la FIFA porque ni el famoso Maracaná los cumplía.

Esto aún cuando complicaba de manera absurda la movilidad y la organización ya que, como escribiera Christopher Gaffney, profesor de la Universidad Federal de Río que ha estudiado la preparación de cara al Mundial y los Juegos Olímpicos de Río en 2016: Porto Alegre y Manaus están igual de cerca que Copenhague y Timbuktú; Cuiabá y Natal están tan distantes como París y Moscú.

Cuatro años después, la corrupción y los gastos estratosféricos en esta Copa del Mundo han sido lo que más ha trascendido del Mundial Brasil 2014… aun antes de su arranque.

Hasta ahora los gastos en infraestructura se calculan aproximadamente en 14 millones de millones de dólares. Más que Sudáfrica 2010 y Alemania 2006 juntos. Y en lugar de tener 17 estadios, Brasil se ha tenido que conformar con 12, que a una semana de arrancar el mundial siguen sin estar listos.

Si los gastos hubiesen sido para mejorar el sistema de transporte público o carreteras, todavía habría algo bueno del río de dinero gastado hasta ahora. Pero todo se ha ido para estadios que se perfilan para ser unos enormes elefantes blancos una vez concluido el Mundial.

Nada más hace falta tomar en cuenta el estadio Mané Garrincha y sus enormes columnas de cemento que detienen un techo de alta tecnología que se limpia sólo. Este estadio ha costado US$11.500M.

Qué tan grave es el escándalo de gastos y corrupción en Brasil que no sólo hemos visto enormes manifestaciones en las calles de las principales ciudades, sino que incluso la gran estrella del fútbol, Pelé, ha salido a decir que es una vergüenza lo gastado y lo mal preparado que se encuentra su país para esta Copa del Mundo.

La presidenta Dilma Rousseff ha tratado de calmar los ánimos y de justificar que los planes han sido tan ambiciosos que por ello no todos los estadios están listos, pero que lo estarán para el jueves que arranque el Mundial.

Rousseff, que en estos momentos busca reelegirse en octubre, debe pensar que con que Brasil gane la Copa, su triunfo está asegurado.

Pero con tanto escándalo de corrupción que ha exasperado incluso a los más fervientes seguidores del futbol, lo que se pretendía sería una fiesta de orgullo nacional se está convirtiendo en una pesadilla para miles de brasileños, Dilma Rousseff incluida.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.