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¿Prensa escrita y desarrollo en América Latina?
Mar, 07/01/2014 - 18:26

Alfredo González Reyes

¿A quién le importa la desigualdad?
Alfredo González Reyes

Alfredo González es Especialista del Programa para las áreas de Pobreza, Objetivos de Desarrollo del Milenio y Desarrollo Humano de la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, con sede en la ciudad de Nueva York. Fue Coordinador Ejecutivo de la Oficina de Investigación en Desarrollo Humano del PNUD México. Es Maestro en Política Pública por University College London (UCL) y Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

Cuando la prensa sirve a la discusión abierta y de calidad, se constituye en una de las muchas instituciones que pueden contribuir a mejorar y garantizar las libertades sustantivas de las personas al fortalecer su capacidad de participación e impactar en la política pública (Sen 1998).

Una prensa libre que proponga o al menos contraste ideas y argumentos con base en un mínimo de investigación y evidencia puede aportar a la construcción de sociedades más fuertes en el sentido de una acción colectiva que aunque siempre será complicada, al menos podría tener mayor probabilidad de estar mejor informada. Hace unos días Article 19 y D4 publicaron una plataforma de análisis de las portadas de los principales diarios de circulación de México, con el fin de contribuir a la discusión sobre medios, periodismo y derecho a la información en ese país.

Quizá lo primero que llama la atención en términos del potencial impacto de la prensa escrita en el sentido antes descrito es lo que tiene que ver con la distribución del espacio de las portadas según tipo de información: durante el último año, el 35,93% del espacio de las portadas de los principales diarios del país fue dedicado a la publicación de algún “dicho”, que según esta iniciativa, se define como “... cualquier nota que se base en las declaraciones y/o boletín de un solo actor; que excluye información adicional que dé contexto y/o valide la información.” Esto, mientras 27,63% se dedicó a la publicación de algún “hecho”, es decir, “... notas de investigación de cada medio; así como cuando el diario hace una encuesta o entrevista…”, y también “dichos” acompañados por datos de contexto y/o por el “dicho” de alguna otra persona. El espacio restante de las portadas se dividió por un lado en columnas de opinión, notas sobre deportes o espectáculos, información del propio diario y publicidad (29,35%), y por el otro en notas de diarios o agencias internacionales (7,09%).

Existen varias posibles lecturas de estas cifras agregadas, y por supuesto hay mucho más que ver en el análisis detallado que, junto con el tipo de información, incluye también la observación de actores y temas, para cada mes entre diciembre de 2012 y noviembre de 2013.  Sin embargo, el hecho de que más de una tercera parte de las portadas de lo más importante de la prensa nacional se limite a difundir declaraciones unilaterales y/o carezca de información de contexto mínimamente confiable, sugiere que esa prensa escrita tendría todavía mucho por hacer si tuviera alguna pretensión de impactar de manera positiva la arena pública del país.

La discusión sobre el desarrollo en América Latina podría estar un poco más atenta a la noción de que una prensa que no promueve la discusión con rigor en la información y un mínimo de intención de al menos reflejar la variedad de intereses y dilemas de las políticas públicas de un país, y que se limita a reportar sin mayor valor agregado, desperdicia una oportunidad invaluable de convertirse en factor de transformación social positiva. En este sentido, parece que la ley del menor esfuerzo en los medios de comunicación puede más bien tener un efecto negativo.

Existe evidencia relativamente reciente que sugiere, por ejemplo, que a través de su estructura de propiedad y sus contenidos, los medios de comunicación (particularmente la televisión) en América Latina pueden contribuir a mantener, e incluso reforzar, el que es quizás el mayor problema de la región, el de la desigualdad (Hughes y Prado 2011). Por supuesto que cada plataforma informativa es distinta y seguir el rastro de cada una debe tener sus propias complicaciones, pero el hecho de que durante los próximos años se espere cierto aumento en la circulación de diarios impresos en América Latina, sugiere de manera fuerte la relevancia del estudio aquí mencionado.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.