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¿Se enfría el mercado transaccional mexicano?
Vie, 16/09/2016 - 08:59

Marcela Chacón Sierra

Colombia en tiempos de incertidumbre: el que no arriesga, no gana
Marcela Chacón Sierra

Marcela Chacón Sierra es analista para América Latina del área de Research and Business Intelligence de Transactional Track Record. Es comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana (Colombia) y tiene estudios de Máster en Periodismo Económico de la Universidad Rey Juan Carlos (España).

México ha pasado a lo largo de 2016 una serie de altibajos en materia económica debido a la depreciación del peso frente al dólar, a la caída en los precios del petróleo y al eventual aumento en las tasas de interés. Sin embargo, el país aún da luces de esperanza con el aumento de su producto interno bruto (PIB) en 2,5 % en el segundo trimestre de 2016, según el Inegi, y no es menos importante que conserve su lugar como la segunda fuerza más atractiva para los inversionistas en América Latina.

Aunque 2016 se había perfilado como un año prometedor en materia de M&A para el país, el natural ambiente de cautela está a la orden del día: el mercado transaccional mexicano ha cerrado el mes de agosto con 20 fusiones y adquisiciones por un importe agregado USD 1.712m, lo que supone un decremento interanual del 20% en el número de operaciones y del 62% en el importe de las mismas, según el informe mensual de Transactional Track Record - TTR en colaboración con Merrill Corporation.

Para el caso del número transacciones, se trata del tercer retroceso a tasa anual y, con respecto al valor de las operaciones en julio, se había triplicado a US$4,624.10m. De estas 20 operaciones registradas, siete han sido de mercado bajo, de importes inferiores a US$100m; dos de mercado medio, correspondientes a un valor de entre US$100m y US$500m; y una de mercado alto o superior a US$500m.

Además, a lo largo de 2016, el mercado mexicano ha producido 196 transacciones. Un 9,7% menos que lo registrado de enero a agosto de 2015, por un importe conjunto de US$19,549.38m. Casi 28,3% por debajo del valor contabilizado el año pasado. 

Sin lugar a dudas, estas cifras no representan el panorama más optimista en medio de una América Latina desbordada de incertidumbre, donde existe una gran contingencia ante el resultado de las elecciones en Estados Unidos y donde habita un malestar generalizado en el sector interno. 

No obstante, pese al entorno adverso, México tiene esperanza y oportunidades para seguir en pie, tanto en el espacio local como regional, si se tiene en cuenta al ámbito inversor que arriesga en activos y proyectos de largo plazo y que inclinan su balanza en los entornos volátiles. 

Si se tiene en cuenta la base anual, la economía mexicana ha crecido 2,5%, muy por delante de Estados Unidos, que ha crecido cerca de 1% en la primera mitad de 2016. Y si se resalta el panorama de la región, México podría seguir pujante en medio de bajos precios del petróleo, incluso mejor que otros productores de energía de América Latina. 

Es por eso que los inversionistas que han dejado de lado el estigma de la crisis de los commodities también se han arriesgado a lo largo de los últimos ocho meses y han elegido, en términos sectoriales, al mercado inmobiliario, el cual se ha destacado en el año con un total de 28 transacciones, seguido del sector financiero y de seguros, con 21 operaciones, distribución y retail con 20 transacciones, y turismo, hostelería y restauración, con 15 operaciones. 

Teniendo en cuenta que algunas de estas transacciones han sido realizadas en periodos muy volátiles de la economía nacional y regional, los inversores internacionales han tomado como una verdadera oportunidad la devaluación del peso, de manera que resulte más económica la compra de compañías valoradas en la moneda local. Esta coyuntura, de la que se piensa que sólo genera desconfianza, ha logrado importantes cierres de operaciones que no se habían concluido anteriormente por acuerdos de precio.

Por su parte, el producto de las reformas estructurales que ha llevado a cabo el gobierno de Enrique Peña Nieto, tendrán un efecto revelador en la dinámica del cierre de negociaciones iniciadas en 2015. Esto será provechoso para las nuevas oportunidades transaccionales en el país, más aún si se tiene en cuenta el apetito inversor de empresas locales e internacionales que desean participar en proyectos tanto en materia energética, así como en las grandes obras de infraestructura que el país se encuentra proyectando y ejecutando. 

Sumado a ello, México, con la consolidación de sus alianzas con Latinoamérica, América del Norte y Europa, a través de mecanismos como la Alianza del Pacífico, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y el TLC México-Unión Europea, conserva una oportunidad tangible representada en una señal de liderazgo y de una verdadera visión global en regiones que aún conservan condiciones de mercado más óptimas. 

En perspectiva, el panorama de México es alentador y aún conserva la esperanza en un 2016 adverso. Por ahora, será vital poner bajo la lupa las diversas oportunidades que surjan de las reformas estructurales en el país, además de una coyuntura con un tipo de cambio favorecedor que quizá, con un peso más fuerte, tal vez no existiría. En otras palabras, las buenas cifras prevalecerán en aquellos inversionistas que han detectado a lo largo de 2016 las numerosas oportunidades que actualmente ofrece la segunda economía con mayor dinamismo en América Latina. 

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