La educación es uno de los medios más seguros para poner fin a la pobreza extrema en nuestra época. Pero, 121 millones de niños hoy en día no asisten a la escuela. Es muy difícil llegar a ellos debido a la pobreza, los obstáculos en materia de género, la lejanía y la discapacidad. Tenemos que hacer un nuevo esfuerzo concertado para lograr la escolarización de todos los niños.
Además de este desafío de mejorar la asistencia y el acceso, enfrentamos un problema aún más arduo en el futuro: garantizar el aprendizaje de los estudiantes. Una triste verdad es que la mayoría de los sistemas educativos no redundan en beneficio de los niños más pobres. Según estimaciones, unos 250 millones de menores no saben leer ni escribir, a pesar de que han asistido a la escuela durante años. Esto constituye un fracaso trágico de nuestras aspiraciones en materia de educación para los jóvenes del mundo.
Hace 15 años en Dakar, numerosos países de todo el planeta se comprometieron a que la enseñanza primaria universal sería una prioridad máxima. Las naciones en desarrollo hicieron un esfuerzo heroico para conseguir la escolarización de todos los niños, y el Grupo Banco Mundial apoyó dicho objetivo, invirtiendo US$$40.000 millones en el sector educativo. El Foro Mundial sobre la Educación (i) se reúne esta semana en Corea para renovar su compromiso de lograr el acceso universal, pero también para encontrar nuevas maneras de aumentar la calidad del aprendizaje para todos los niños.
En 2015, los niños más pobres tienen pocas probabilidades de terminar la educación primaria en muchos países. Ellos a menudo abandonan la escuela, desmotivados por los costos, las distancias, los peligros físicos, los obstáculos en materia de género, el ausentismo de los profesores, o sus propios malos resultados académicos. Para nosotros es crucial garantizar que los niños tengan oportunidades de obtener habilidades de lectura y escritura, conocimientos básicos de matemáticas y competencias no cognitivas, que ellos necesitarán para prosperar en el siglo XXI.
Aproximadamente, 1.000 millones de personas permanecen atrapadas en la pobreza extrema en la actualidad porque en parte carecen de tales habilidades. Para poner fin a la pobreza, tenemos que asegurarnos que la educación entregada a las familias más pobres sea diseñada tomando como modelo soluciones más inteligentes y más basadas en la evidencia. Tenemos que usar los datos, la tecnología y los mecanismos de rendición de cuentas para fortalecer los sistemas educativos y brindar aprendizaje de calidad para todos.
En Angola, analizamos los sistemas educativos globales e identificamos las políticas y las instituciones que más interesan para fomentar el aprendizaje inclusivo, lo cual ayudó a preparar el camino para reformas educacionales de gran escala. También usamos investigación de vanguardia y evaluaciones para orientar la formulación de políticas. Por ejemplo, evaluaciones de impacto realizadas en Jamaica, Indonesia y Mozambique mostraron que la inversión temprana en la educación infantil conduce a mejoras considerables en el potencial a largo plazo. Con nuestra asistencia, 900.000 niños se benefician de programas preescolares en esos países.
Además, se puede usar la tecnología para superar decisivamente las prácticas actuales, poniendo en contacto a docentes y estudiantes aislados con clases que tienen conexión a servicios del siglo XXI. La tecnología puede ayudar a los docentes a crear material didáctico multimedia novedoso, o acceder a él, como el contenido gratuito de la Academia Khan. (i) De hecho estamos estudiando maneras de usar el contenido de esta Academia en las zonas urbanas de Nigeria y en las áreas rurales de Guyana.
Finalmente, estamos ampliando nuestros esfuerzos de exigir a los gobiernos y asociados que rindan cuenta de sus resultados. Cuando corresponda, esto significa proporcionar más financiamiento basado en resultados mensurables y verificables. En Tanzanía, nuestro programa Grandes Resultados en Educación Ya (i) vincula el financiamiento con resultados acordados previamente, como la distribución de docentes en forma más equitativa y la mejora del rendimiento académico al término del segundo grado de escolaridad.
Un conjunto de pruebas cada vez mayor revela que es eficaz relacionar el financiamiento con los resultados. Por tal motivo, en los últimos cinco años nuestro financiamiento basado en los resultados aumentó a unos US$2500 millones, o sea el 20% del total de nuestras inversiones en educación. Haremos mucho más: duplicaremos el monto de financiamiento basado en los resultados a US$5.000 millones en los próximos cinco años para aumentar los avances.
Seguir haciendo las cosas de la misma manera simplemente no nos permitirá lograr la escolarización de todos los niños y garantizar el aprendizaje para todos. Tenemos que ser audaces. Los ministros de Educación y otros líderes en este campo deben prestar atención a las palabras de Martin Luther King Jr.: “Estamos enfrentándonos con la feroz urgencia del ahora”. Debemos comprometernos a reunirnos con más frecuencia para compartir la mayoría de las actuales ideas e innovaciones en educación, a fin de acelerar la calidad del aprendizaje para todos. Y siempre debemos luchar por el principio de que todos los niños deberían asistir a la escuela y tener acceso a educación de calidad durante su vida, independientemente de dónde hayan nacido, de su género o del ingreso de sus familias.
*Esta columna fue publicada con anterioridad en el sitio web del Banco Mundial.