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Trump: el riesgo de las políticas impulsivas
Vie, 18/01/2019 - 08:34

Esther Shabot

Amos Oz, más allá de la literatura
Esther Shabot

Esther Shabot Askenazi es licenciada en Sociología de la UNAM (1980, México), con estudios de maestría en Sociología en la UNAM y con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana (1982-1985). De 1983 a 1986 fue colaboradora semanal del periódico "El Nacional", tratando asuntos del Oriente Medio. Desde 1986 hasta la fecha es editorialista semanal en el periódico Excélsior, donde trata asuntos internacionales.

La abrupta decisión de Trump, producto de su víscera y no de ningún análisis serio, tuvo como primera consecuencia la renuncia de su secretario de defensa Jim Mattis, y de su enviado especial para la zona, Brett McGurk. De ahí en adelante han continuado una serie de complicaciones regionales que están echando gasolina a situaciones de por sí inflamables.

Entre las primeras reacciones a la decisión de Trump del retiro, estuvo, sin duda, el regocijo de Turquía y de Irán, por la posibilidad de ocupar el vacío que dejaría el abandono de las tropas estadunidenses del territorio sirio. Para Irán significaba la posibilidad de maniobrar con mayor comodidad en el espacio sirio y extender así su influencia, mientras que para el presidente Erdogan nada más atractivo que tener las manos libres para aplastar a los kurdos que ahí están y a los que considera aliados de la insurgencia kurda que opera en su país. Al parecer, Trump ni siquiera estaba consciente de eso, ya que todavía a fines de diciembre expresó que confiaba totalmente en que las fuerzas de Erdogan terminarían con los reductos del Estado Islámico que aún sobreviven. Los kurdos, que han sido sus estrechos aliados, no estaban en su cálculo. Con lo cual, el presidente turco estaba por supuesto encantado.

Pero resulta que tales kurdos, integrantes del YPG, constituyen una milicia que ha sido clave para destruir al Estado Islámico en territorio sirio, codo a codo con las tropas de Estados Unidos. El pavor comenzó a cundir de ahí en adelante entre los kurdos de esa franja territorial, quienes aspiran aún a conseguir, al menos, un cierto nivel de autonomía en el nuevo arreglo que llegue a establecerse en Siria. Así que las presiones pro-kurdas desde diferentes frentes empezaron pronto a manifestarse.

Por otra parte, en Israel, la decisión de Trump fue una muy mala noticia. De inmediato se prendieron los focos rojos acerca de los riesgos de avances iraníes muy cerca de la frontera norte israelí si la presencia militar norteamericana abandona la zona. De ahí, la visita a Jerusalén del asesor de seguridad nacional, John Bolton, para tratar de calmar las preocupaciones israelíes y discutir con el premier Netanyahu los riesgos implicados en la nueva situación. Evidentemente, la postura israelí significó una presión que influyó en la reconsideración del tema.

Todo esto en conjunto ha obligado a Trump a empezar a echarse para atrás, recurriendo a matices y expresiones ambiguas para salir del atolladero. Que el retiro no será inmediato, que será paulatino, que tardará cuatro meses, que aún no sabemos cuánto llevará, ésas han sido más o menos las últimas declaraciones del ocupante de la Casa Blanca al respecto. Pero resulta que las cosas no se arreglarán fácilmente. Erdogan está furioso. Ya había hecho los preparativos militares para una ofensiva arrolladora contra “los grupos terroristas kurdos” en Siria, y por tanto, no deja de amenazar y despotricar contra la confusión existente en la administración Trump, que como dice una cosa, dice la otra.

Así, la nueva formulación de la política de Washington con respecto a Siria es que el retiro de sus soldados apostados en el noreste de ese país ha quedado condicionado a la total derrota del Estado Islámico y a que Turquía no atente contra los combatientes kurdos de la zona. Oficialmente, “no hay un límite de tiempo para el retiro, pero tampoco estamos de acuerdo en una presencia militar permanente”. Aun así, y para tranquilizar a los alarmados aliados sunitas de Estados Unidos, temerosos del beneficio que el retiro norteamericano significaría para Irán, el secretario Pompeo inició ya una gira por Egipto y seis países del Golfo Pérsico. ¡Las maromas que tiene que dar el equipo de Trump para salir del peligroso embrollo regional producto de la improvisación y las ocurrencias viscerales de su jefe!

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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