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Arab World Travel de Dubai: la ruta de las especias
Mar, 06/05/2014 - 11:04

Carlos Tromben

Disparen contra el banquero
Carlos Tromben

Carlos Tromben es editor ejecutivo de la edición internacional de AméricaEconomía.

¿Ha oído hablar usted del mono proboscis? Al parecer este simio narigón y de aire melancólico es uno de los símbolos nacionales de Malasia. Al menos eso entiendo del locutor que presenta a un tipo disfrazado de mono proboscis rodeado de muchachas en trajes típicos de la isla de Borneo.

Como estas escenas hay muchas en los cientos de stands que componen el Arab World Travel, una de las mayores ferias mundiales de turismo y que se celebra anualmente en Dubai, el más pujante y moderno de los siete emiratos de los Emiratos Árabes Unidos.

Además del mono proboscis y sus amigas hay también muchachas indias en hermosos saris, muchachas japonesas en kimonos y muchachas indonesias en trajes de formas y colores tan complejos que apenas se pueden mover; hay también escoceses en kilts, italianos disfrazados de cortesanos renacentistas, músicos de Samarkanda tocando extraños instrumentos de cuerda. Es la imagen país como pitch de venta en una industria que mueve miles de millones de dólares anuales.

Además de los países y sus promotoras turísticas, están, claro, las multinacionales que ocupan uno o varios eslabones dentro del ecosistema. Las grandes marcas de hotelería (u “hospitalidad”, como le llaman los insiders): las occidentales Marriott, Accord, Starwood, Millenium/Copthorne, o las cada vez más instaladas marcas del oriente como Oberoi o Jumeirah. Las aerolíneas que se disputan el espacio aéreo del Medio Oriente, como Emirates, Etihad o Turkish Airlines, y los operadores turísticos, las empresas de arriendo de autos, los sistemas de reservas y CRMs que unen toda la cadena alimenticia desde el tablet del usuario al mesón del hotel.

El recinto es tan grande (25.000 m2) que tardo una buena hora en recorrerlo entero, observando con fascinación de Marco Polo este despliegue de colores que evocan la ruta de las especies, desde Azerbaiyán a Hong Kong. En cada stand decenas de conversaciones tienen lugar, desde simples contactos a condiciones de precio y descuentos por volumen.

El espacio que ocupa América Latina es mínimo, casi anecdótico. Si el stand de España se ve un tanto disminuido por la crisis, los de Argentina y Perú, únicos presentes en el ATM, quedan a trasmano y atraen a poca gente. Quizá no hay metro cuadrado menos aprovechado que el stand argentino. Aparte de un muchacho aterrorizado que ordena flyers y unos tour operadores que permanecen sentados a la espera de que se les acerque alguien, más bien penan las ánimas, como si los organizadores hubieran querido evocar -consciente o inconscientemente- la despoblada vastedad de la pampa. Hay, eso sí, unos videos de asados, gigantografías de mochileros -un tipo de turismo que atrae más al joven israelí post servicio militar, que a la alta burguesía árabe- y una cancha de fulbito donde algunos asistentes varones juegan a embocar el balón. El que lo logra se gana… un balón. Creo que, como elemento de marca país, el mono proboscis malayo juega a ganador.

Más alegres se ven las cosas en el stand peruano. Con la mitad del espacio que los argentinos, parecen estar realizando el doble de conversaciones y, presumo, el doble de negocios. Converso con Diego Velasco, gerente para Asia y Europa de Coltur, una empresa familiar con varias décadas de experiencia. Al segundo dia de exposición, Velasco tiene 15 tarjetas y unos cinco negocios potenciales. “Saben muy poco de America Latina”, me dice. Como el resto de los expositores peruanos fue invitado gratuitamente por ProPerú, la agencia gubernamental que centraliza la promoción en este tipo de eventos y que viene siendo la campeona indiscutida de la marca país en la región. Como yo, Diego tampoco se explica la ausencia de Brasil, que tiene vuelos directos entre Sao Paulo y Dubai.

Lo cierto es que las playas de Brasil brillan por su ausencia, así como la Riviera Maya o los glaciares chilenos. ¿Qué pasó con la garra, la sensualidad latina, la pícara desenvoltura? En estos espacios de grandiosidad y lujo del Oriente, el argentino parece un pez fuera del agua (o fuera de la cancha, siguiendo la metáfora futbolera). Pero no hay que ser tan criticón porque tampoco están China ni Japón, y el hecho no es casual. Quienes roncan aquí son los dos viejos imperios que trajeron la civilización y el comercio a estas tierras. Sí, turcos y británicos se pasean como en casa, cancheros. Como que nos falta no uno, sino muchos Marco Polo.

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