Con Washington y Pekín trabados en crecientes disputas, Trump y Xi cenarán al término de una cumbre de líderes mundiales de dos días en Buenos Aires.
Buenos Aires.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de China, Xi Jinping, cerrarán este sábado una cumbre del G-20 con una reunión que se espera empiece a aplacar una guerra comercial entre las dos economías que ha generado efectos globales.
Con Washington y Pekín trabados en crecientes disputas en torno al comercio y la seguridad que generan dudas sobre el futuro de la vital relación, Trump y Xi cenarán al término de una cumbre de líderes mundiales de dos días en Buenos Aires.
El primer día de la cumbre del G20 mostró un atisbo de esperanza para el progreso de la relación bilateral pese a la amenaza previa de Trump de imponer nuevos aranceles, algo que subiría las tensiones que ya sufren los mercados mundiales.
Pero en vísperas de lo que se considera la reunión más importante de los líderes de Estados Unidos y China en años, ambas partes dijeron que las diferencias persistían y que el resultado de las conversaciones era incierto.
La cumbre de este año ha demostrado ser una prueba importante para el Grupo de las 20 naciones industrializadas, cuyos líderes se reunieron por primera vez en 2008 para ayudar a rescatar a la economía mundial de la crisis financiera.
Con un aumento del sentimiento nacionalista en muchos países, el G20, que representa dos terceras partes de la población mundial, enfrenta dudas sobre su capacidad para lidiar con las tensiones comerciales y otras diferencias geopolíticas.
Las naciones del G20 seguían luchando para llegar a un acuerdo sobre la redacción del comunicado final de la cumbre en temas importantes como el comercio, la migración y el cambio climático, que en los últimos años se habían resuelto con bastante antelación.
El nubarrón sobre la cumbre es la lucha comercial entre Estados Unidos y China, que han impuesto aranceles cruzados a cientos de miles de millones de dólares en importaciones, después de que Trump lanzó un esfuerzo por corregir lo que considera prácticas comerciales desleales de China.
Con la tensión comercial afectando a la economía global, los mercados financieros mundiales están siguiendo de cerca el encuentro entre Trump y Xi. La reunión también será una prueba de la química personal entre los dos líderes.
Otra gran incógnita es la imprevisibilidad de Trump y su inclinación por inyectar drama en sus apariciones en el escenario mundial.
Trump: Un trato "seria bueno". Trump fue reservado el viernes, incluso cuando dijo que había algunas señales positivas.
"Estamos trabajando muy duro. Si pudiéramos llegar a un acuerdo sería bueno. Creo que lo desean. Creo que nos gustaría. Ya veremos", dijo durante una reunión con el primer ministro japonés, Shinzo Abe.
Un funcionario de la cancillería china en Buenos Aires dijo que había signos de un consenso cada vez mayor antes de las discusiones, pero que las diferencias persistían.
Pekín espera persuadir a Trump de que abandone los planes de aumentar los aranceles al 25 por ciento para 200.000 millones de dólares en productos chinos en enero, frente al 10 por ciento actual. Trump ha amenazado con seguir adelante y posiblemente agregar aranceles sobre otros 267.000 millones de dólares en importaciones si no hay progreso en las conversaciones.
Trump ha criticado durante mucho tiempo el excedente comercial de China con Estados Unidos, y Washington acusa a Pekín de no jugar de manera justa. China ha llamado a Estados Unidos proteccionista y se ha resistido a lo que considera intentos de intimidación.
Los dos países también están enfrentados en la cuestión militar por los reclamos de China ante los movimientos de buques de guerra del Mar del Sur de China y de los Estados Unidos a través del altamente sensible Estrecho de Taiwán.
Xi y los líderes del grupo BRICS de las principales economías emergentes, que comprenden Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, emitieron un comunicado el viernes pidiendo un comercio internacional abierto y un fortalecimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La presencia del príncipe heredero Mohammed bin Salman en la cumbre también planteó un incómodo dilema para los jefes de Estado. El líder de facto de Arabia Saudita fue una figura solitaria en la foto familiar del G20 el viernes.
El príncipe Mohammed llegó bajo una gran controversia sobre el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul el 2 de octubre. Arabia Saudita dijo que el príncipe no tenía conocimiento previo del asesinato.