Desde glaciares artificiales hasta proyectos de riego en zonas lluviosas, las autoridades dan un vuelco hacia una política del agua con enfoque regional y énfasis en una seguridad hídrica. La meta es mitigar los efectos del cambio climático, repensando la forma en que se accede al recurso.
Ante una audiencia de cerca de 200 personas, el director general de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas (MOP), Juan Manuel Sánchez, anuncia que este 2024 será licitada una nueva planta desaladora multipropósito para Coquimbo, en la zona centro norte de Chile, bajo la Ley de Concesiones vigente.
“Estamos convencidos que este contrato va a poder atender distintas demandas, incluso atender, por ejemplo, a la agricultura o la industria en sus siguientes etapas. Incluso es probable que nos permita llevar agua a Ovalle [una localidad vecina]”, asegura Sánchez bajo aplausos el jueves 21 de marzo en la capital chilena, Santiago.
La obra ampliará la oferta de agua de la zona en 1.200 litros por segundo, tal como fue prometido por el presidente Boric en enero pasado.
Y es que el agua está en el centro de las preocupaciones del país sudamericano desde hace más de una década, cuando inició una persistente temporada de sequía en la mayor parte de su territorio, que se ha visto interrumpida en pocas ocasiones.
Con casi 20 millones de habitantes, Chile hoy tiene a 1,5 millones de personas sin acceso al agua potable, que son abastecidas por camiones aljibe, y el clima parece estar cambiando aceleradamente, con veranos cada vez más calurosos y extensos y una temporada invernal seca, pero además con ocasionales episodios de intensas precipitaciones en pocas horas, que causan amplios estragos en ciudades y perjudican la agricultura.
“Chile es muy disparejo en términos hídricos y las abundantes aguas que llueven, fluyen y moran en las zonas australes distorsionan positivamente los promedios nacionales, y nos engañan respecto de la creciente escasez de aguas que se está instalando en la mayor parte de nuestro país”, describe Juan Pablo Orrego, ecologista y director en la ONG Ecosistemas.
El avance del desierto desde el extremo norte hacia el centro, la erosión del suelo y la pérdida de terreno cultivable preocupa a las autoridades. También la población está migrando al sur y, con ella, la agricultura.
Empeorando las perspectivas, hace pocos días un reporte del World Resources Institute (WRI) alertó que Chile está en la posición 25 de las naciones que sufrirán de una grave escasez de agua hacia 2040. Más arriba están países de Oriente Medio, como Bahréin, EAU o Arabia Saudita, pero Chile ranquea primero dentro de toda América.
Perú y Argentina también aparecen en la lista de países de Sudamérica que enfrentarán desafíos considerables por la escasez de agua en los próximos años, pero están más abajo en el conteo: para la nación peruana se prevé un estrés hídrico exacerbado por el fenómeno El Niño, que afectará como lo hace hoy, principalmente a sus zonas costeras y andinas. Argentina, en tanto, verá el efecto de la sequía en la merma de su superficie cultivable.
Las autoridades chilenas saben que es urgente avanzar en seguridad hídrica.
“Estamos desarrollando el Plan de Adaptación al Cambio Climático en Recursos Hídricos, recogiendo la opinión de la ciudadanía y expertos para crear estrategias y medidas para reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia ante eventos extremos y también, lanzamos el Fondo de Innovación, Investigación y Educación en recursos hídricos enfocado en nuevas fuentes de agua”, enumera Rodrigo Sanhueza Bravo, director general de Aguas en el MOP.
La DGA es una de las principales instituciones a cargo del agua en Chile, con la atribución de otorgar derechos de aprovechamiento de agua, una forma perpetua de dar permisos a particulares y empresas para usar el recurso hídrico, instrumento legal que también utilizan Australia y dos estados de EE.UU., Arizona y California.
Sin embargo, la DGA es uno de más de cuarenta organismos con potestad sobre el agua en el país, algo que un estudio del Banco Mundial en 2010 determinó era en parte el culpable de la poca gestión efectiva del recurso hídrico en Chile.
Hace algunos años que experiencias piloto de la DGA y otras entidades buscan cambiar esto.
“Estamos avanzando hacia una gobernanza diferente, desde las cuencas y el territorio, que contemple miradas y visiones de diversos actores, por lo que estamos conformando las Mesas Estratégicas de Recursos Hídricos para priorizar acciones en el marco de los Planes Estratégicos de Recursos Hídricos y así, contar con un instrumento para la gestión integrada de las aguas que identifique brechas y acciones”, precisa Sanhueza.
¿ASEGURAR AGUA O DISPONIBILIDAD HÍDRICA?
Pese a lo positivo que suena para algunos sectores, especialmente para el gremio de los constructores de desaladoras, el anuncio de Concesiones y el MOP para Coquimbo es una instrucción emanada desde el gobierno central.
En cambio, otras zonas del país apuestan por decisiones regionales, consensuadas y discutidas localmente.
Es lo que se presenta este viernes en la región sureña de Los Lagos: la primera Política Regional para la Sostenibilidad Hídrica, un plan de acción “que busca garantizar la seguridad hídrica para las personas, actividades productivas, y resguardar los ecosistemas y ante eventos extremos, para la próxima década”, indica el gobernador local, Patricio Vallespín.
La región -al igual que todo el sur chileno- tiene agua en exceso, con una oferta que es de 120.000 millones de metros cúbicos, y una demanda de sus habitantes que no supera los 400 millones.
“Pero una cosa es tener agua, y otra cosa es ser capaz de llegar con esa agua a las personas. Esa es la diferencia entre balance hídrico y seguridad hídrica”, dice Claudio Reyes, ingeniero a cargo del proyecto de la política regional para la sostenibilidad hídrica de Los Lagos.
El problema es que cuando no llueve en la zona hay problemas y que, ahora, con los efectos del cambio climático, la probabilidad de sequía estival subirá desde un 15% hasta 35% en los próximos 30 años, lo que pondrá en jaque a la producción del secano, que representa el 50% de la producción de leche de Chile, así como el abastecimiento de agua para las personas.
La propuesta para el agua se discutió con 1.500 actores a lo largo de ocho meses y un costo de US$ 300.000, con un horizonte de varias décadas, y entre sus productos está la búsqueda de construcción de Infraestructura hidráulica asociada a la producción comercial.
“Nos estamos proponiendo transformar la producción agropecuaria de la región, que tiene 500.000 hectáreas principalmente de secano, e incorporar de aquí a 30 años unas 50.000 hectáreas de riego. Y eso principalmente no es con embalses, sino con 750 kilómetros de canales” detalla el ingeniero.
Debido a la abundancia de agua en período invernal, regar esas hectáreas adicionales requiere 500 millones cúbicos extra de agua. “Eso es apenas el 0,5% del agua disponible. Acá en la región todavía tenemos mucha agua. Por lo tanto, nunca se había requerido regar. Y es lo que tenemos que hacer. En el fondo, el cambio climático es lo que hace desplazar las zonas de producción desde el norte y centro hacia el sur”, explica.
La opción contraria es no hacer nada y perder en tres décadas el 4% o el 5% del PIB de la región. En cambio, si hacemos esta inversión igual de casi US$ 1.000 millones nos permitiría aumentar en un 5% el PIB en 30 años”, afirma el profesional que trabaja para la firma Hidrogestión.
De paso se protege al productor agrícola local para que no se vea obligado a vender, como sucede hoy, su terreno para viviendas de descanso de la población adinerada de la zona central que busca la estética de una casa cercana al bosque
SOMBRÍO PANORAMA MUNDIAL
De acuerdo con la ONU, cuando el agua es escasa o está contaminada, o cuando las personas tienen un acceso desigual o nulo, pueden aumentar las tensiones entre comunidades y países. Es por esto por lo que se dice que el agua -o más bien la falta de ella- será la causa de guerras en el futuro.
“A medida que aumentan los impactos del cambio climático y crecen las poblaciones, existe una necesidad urgente, dentro y entre los países, de unirnos para proteger y conservar nuestro recurso más preciado”, indica la ONU en su mensaje del Día Mundial del Agua 2024, que tiene el lema Agua para la Paz.
Hace años que el tema ya dejó de ser exclusivo de las ONG ambientales y la academia, pasando al tope de las preocupaciones para el futuro de los negocios.
“El análisis de Moody's muestra que la gestión del agua es cada vez más relevante: nueve sectores que representan 1,8 billones de dólares en deuda calificada enfrentan una mayor exposición al riesgo crediticio relacionado con la gestión del agua. Esta exposición también puede afectar a la población en general, ya que una mala gestión del agua en países que enfrentan calor extremo puede restringir el acceso al agua potable”, indica Ram Sri, vicepresidente y analista senior de Moody's Ratings.
Porque sin agua tampoco hay desarrollo económico. Eso lo saben los candidatos a la alcaldía de la Ciudad de México, en un mes donde el agua embalsada de todo el país ha bajado a casi la mitad, y donde a inicios de semana un reportaje de Axios Latino difundió un mensaje más que pesimista: los barrios de CDMX se están viendo obligados a racionar el agua.
La severa sequía que afecta a gran parte de México, y que ha generado una escasez de agua sin precedentes en Ciudad de México, está llegando a la política y modificando la intención de voto, según encuestas internas que muestran al candidato de la alianza opositora, Santiago Taboada, acercándose peligrosamente a la abanderada del oficialismo, Clara Brugada.
Taboada, un exalcalde de una de las demarcaciones territoriales capitalinas, podría llegar a capitalizar el descontento popular por la escasez de agua, un problema de larga data, pero que ha empeorado en los últimos años.
Y es que los sistemas de suministro de agua para el área metropolitana de la Ciudad de México y varias otras ciudades mexicanas se encuentran en mínimos históricos, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), debido a la falta de lluvias y otros efectos de El Niño del año pasado.
RIEGO Y GLACIARES
De regreso en Chile, el Proyecto Nilus apunta a crear glaciares artificiales en la Cordillera de los Andes.
Aunque suene contraintuitivo en un país que se quedará sin agua en menos de dos décadas, las mayores reservas del agua del continente están en Chile, que posee más de 26.000 glaciares, abarcando un 2,8% del territorio nacional con un volumen de hielo estimado de 2.710,7 kilómetros de agua dulce en estado sólido.
Inspirado en los ice-stupas que existen en los Himalaya en la India, un grupo de expertos busca reservar el agua precipitada de invierno para disponer en los meses cálidos usando verdaderos injertos de hielo para así proteger el recurso en glaciares de la zona central del país.
“Hoy estamos avanzando con el objetivo de crear el primer parque hídrico de Chile, que nos permita investigar y evaluar el real impacto de esta innovación en los ecosistemas de alta montaña”, afirma Sebastián Goldschmidt, CEO de Nilus. El proyecto cuenta hace dos años con el apoyo in inversiones de Coca Cola Chile y The Coca Cola Foundation para su fase de escalamiento en 2023 y 2024.
Coca Cola también apoya económicamente a Kilimo, una plataforma tecnológica que utiliza datos climáticos, de satélites e inteligencia artificial para ofrecer recomendaciones a los agricultores con el fin de mejorar el rendimiento del riego hasta en un 30%, en la cuenca del Río Maipo, una de las más estresadas del mundo según la misma WRI.
En ella vive el 40% de la población chilena y se produce el 50% del PIB.
"La agricultura tiene un rol central para enfrentar la crisis hídrica en Chile", dice Andrea Ramos, vicepresidenta de Adaptación Climática de Kilimo.
Para evitar llegar al escenario de un racionamiento, varias entidades han definido ciertas soluciones hídricas costo-eficientes que ofrecen el mejor valor en términos de metro cúbico retribuidos al medio ambiente en relación con el costo incurrido.
Para el caso de la Cuenca del Maipo, la implementación de sistemas de riego para la optimización del consumo de agua en la agricultura entra en esta categoría. La tesis es que invertir en esta industria genera retornos altos en términos de restauración de cuenca, porque es una de las actividades más intensivas en uso de agua, con un 86% del agua dulce del país y aún demuestra grandes oportunidades de optimización, opina Ramos.
“En tiempos de emergencia, actuar sobre aquello que mayor impacto tendrá en el corto y mediano plazo, no solo para la disponibilidad del agua sino también para el desarrollo productivo del país, es clave. Por lo tanto, si se piensa en invertir en la seguridad hídrica de Chile, mi consejo es claro: comenzar por la agricultura”, concluye.