
En el último siglo la pobreza que afecta a las personas que viven con menos de US$ 6.85 por día (PPP 2017) en América Latina y el Caribe (ALC) no solo ha caído a su punto más bajo, sino que también el indicador se presenta heterogéneo en la región.
Desde 2016 la reducción de la pobreza ha avanzado a un ritmo lento, en línea con el bajo crecimiento económico registrado en Latinoamérica.
Durante este periodo la expansión del Producto Interno Bruto (PIB) ha sido considerablemente menor en comparación con otras economías de ingresos medios.
En contraste, en 2009 la tasa de pobreza en Asia Oriental y el Pacífico superaba en 30 puntos porcentuales a la de América Latina y el Caribe, pero para 2023 ambas regiones alcanzaron niveles similares, reflejando trayectorias de desarrollo divergentes.
Al considerar los años 2021 a 2023, se observa una reducción de 4,7 puntos porcentuales (p.p.) y en cuyo conjunto la pobreza alcanza a una de cuatro personas.
Para el caso de Chile y Uruguay, el indicador se ubica por debajo de 10%, en Paraguay 17,6%, mientras que, en otros países, como Guatemala y Honduras, están por encima de 50%.
Entre los factores destaca el fortalecimiento del mercado laboral que explica casi dos tercios de la reducción de la pobreza entre 2021 y 2023.
La mejora en las tasas de empleo contribuyó con 1,8 puntos porcentuales (p.p.) a esta disminución, mientras que el aumento en los ingresos laborales sumó 1,5 p.p. y las transferencias públicas, 1,1 p.p.
Otros componentes, como las remesas y los ingresos no laborales, tuvieron un impacto menor, de aproximadamente 0,3 p.p. cada uno.
En línea con lo anterior, a pesar de la recuperación significativa de los mercados laborales en ALC tras la pandemia, el Índice de Calidad del Empleo (ICE) revela que las mejoras en la calidad del empleo han sido limitadas.
Desde 2016 el ICE muestra un estancamiento en la mayoría de los países de la región. Solo cinco –Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador y México– experimentaron avances moderados, con aumentos que oscilan entre 0,02 y 0,05 puntos.
En contraste, la calidad del empleo se deterioró o permaneció sin cambios en seis países: Argentina, Bolivia, Ecuador, Panamá, Perú y Uruguay, refiere el BM.
El organismo agrega que, la recuperación tras la pandemia ha sido gradual. Sin embargo, en 2023 el crecimiento económico tuvo un impacto menos favorable para los hogares de menores ingresos.
Entre 2021 y 2022, los ingresos crecieron con mayor rapidez entre los sectores más vulnerables que entre los más acomodados.
No obstante, entre 2022 y 2023 la tasa de crecimiento de los ingresos se desaceleró y mostró una tendencia más homogénea entre los distintos grupos socioeconómicos.
Para 2024, el organismo internacional previó un crecimiento económico moderado, acompañado de una leve reducción de la pobreza en la región de 24,7%.
La tasa del mencionado indicador en América Latina en 2023 había alcanzado al 27,3% de la población, el porcentaje más bajo para la región desde 1990, aunque similar a lo observado en 2014, conforme con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Si bien el escenario a nivel global se encuentra con una alta dosis de incertidumbre y volatilidad, países en desarrollo como los de América Latina y el Caribe deben diseñar e impulsar políticas públicas que mitiguen los efectos de los shocks internacionales a modo de generar mayor resiliencia en el mercado laboral como económico en el presente y en los siguientes años.