Durante el último tiempo, las distintas economías de la región, así como México, Brasil y Chile, entre otras, han llevado a cabo un fuerte incremento en sus tasas de interés, lo que ha generado la apreciación de sus monedas.
En efecto, el alza de la tasa de interés por parte de estas naciones ha sido mucho más elevada que las llevadas a cabo por los países de otras regiones, así como Estados Unidos o Europa. Al tener una tasa de interés extremadamente elevada, se limita el acceso al dinero, se pueden sacar menos créditos y hay un acceso cada vez más reducido a las monedas locales, lo que implica que se genere menor oferta, se produce un exceso de demanda por estas monedas y, por ende, existe una apreciación frente al dólar.
Sumado a esto, tenemos a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed, por sus siglas en inglés), dando señales de que pronto finalizará su proceso de alzas de tasas. Esta situación también genera un debilitamiento del dólar a nivel generalizado, donde las monedas emergentes nuevamente se ven favorecidas por el spread de tasas entre Estados Unidos y el mundo, sobre todo en Latinoamérica.
Si bien este escenario ocurrió con gran impacto al comienzo del año y se ha mantenido durante los últimos meses, hay que estar pendiente sobre cuál será la evolución de la política monetaria de las economías emergentes. Si vemos que pronto comienzan con un retroceso de la tasa de interés, estas perderán el diferencial que les favorece y veremos un panorama distinto respecto a sus monedas.
De todas formas, pareciera que esto no sucederá en el corto plazo y que, de momento, pensando en las próximas semanas y meses del año, deberíamos seguir teniendo una fortaleza de las monedas emergentes frente al dólar, por lo menos hasta finales de 2023.