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Microbots y microinternet de las cosas: La posibilidad de comunicarse con los órganos
Lunes, Octubre 10, 2016 - 08:49

La miniaturización de la tecnología ya está permitiendo la creación de aparatos que, a futuro, podrían permitir el monitoreo e incluso la entrega de medicamentos al interior del cuerpo.

Javier Carbonell Pérez. Los avances en miniaturización en diversos campos, como por ejemplo las tecnologías MEM (Micro Electro Mecánico), están permitiendo ampliar el rango de los objetos que se conectan a Internet a objetos de ínfimo tamaño o microcosas.

Esta posibilidad cuyo mayor ejemplo de desarrollo se encuentra en la tendencia Smart Dust, que tiene como meta que pequeñas entidades de 1 mm3 puedan conectarse a Internet y tener cierta capacidad de procesamiento, abre la puerta a nuevas aplicaciones que ahora no somos ni siquiera capaces de prever. Se pasaría de una situación en la que unos pocos objetos tienen conexión a Internet y cierta capacidad de sensorizar el ambiente, a poseer auténticos ejércitos de objetos conectados que pueden recibir y enviar datos, e incluso realizar alguna acción sencilla con lo cual se convertirían en micromáquinas.

Las posibilidades de esta tendencia están todavía por definir, aunque ya hay algunos campos en los que se están aventurando posibles aplicaciones para estas micromáquinas o microcosas conectadas a internet.

En el terreno de la salud ya se empieza a hablar de microbots (micromáquinas o microrobots) que puedan detectar anomalías en el organismo e incluso realizar algún tipo de acción correctora. La máxima expresión en la miniaturización de este tipo de dispositivos utilizados en el entorno de la salud serían los nanobots que podrían circular por la sangre como una célula más. Por ahora se trata de una idea que se encuentra en su fase embrionaria, y que todavía requerirá de grandes inversiones en investigación y desarrollo hasta conseguir de ellas el grado de desarrollo que permita una difusión masiva.

No obstante, se trata de un objetivo que ya está siendo abordado, y sobre el cual se están realizando desarrollos que empiezan a dar sus frutos. Así, en la Universidad de California, están desarrollando microbots impresos mediante tecnología 3D que se impulsan mediante peróxido de hidrógeno y se controlan magnéticamente. Se denominan micro-fish Smart Dust y se pueden considerar un primer avance en el desarrollo de pequeños robots que puedan depurar el organismo o entregar medicación de una forma controlada y exacta.

Investigadores de la Johns Hopkins University están desarrollando un nuevo modelo de microbots que prometen tener la capacidad de desatascar arterias.

Se trata por ahora de prototipos, pero que muestran cómo lo que era solamente ciencia ficción se puede convertir en una realidad. De hecho, ya se están realizando pruebas con ratones a los que se suministra unos microbots como los que se muestran en la figura. En estos experimentos por ahora no se observan efectos perjudiciales para la salud del ratón y muestran que mejoran la eficiencia para conseguir llevar elementos al interior del organismo.

Las posibilidades que se pueden imaginar de este tipo de microbots son muchas, desde destruir cánceres hasta influir en los niveles de colesterol o glucosa. Se necesita además desarrollar tecnologías que imiten a la naturaleza y utilicen conceptos como gradientes químicos o presencia de sustancias para guiar su movimiento y comportamiento, lo cual ayudará también a conocer mejor ciertas claves de nuestro funcionamiento.

La unión de estas tecnologías con otras, como la de la Internet de las Cosas, harán que cuando se dice que el corazón envía señales, no se esté hablando de una forma metafórica, sino que se reciba en un teléfono móvil un mensaje directo del corazón o de cualquier otro órgano, quien sabe si con el tiempo se podrá llegar a chatear con ellos.