Pese a los obstáculos para el país andino, el factor a favor es que los productos tengan un valor agregado.
Para los ecuatorianos, el solo hecho de ver la bandera de su país en el extranjero, probablemente será embargado por la nostalgia, además de estar lejos de la familia, porque extraña varias cosas, entre ellos, productos que eran habituales encontrar en la tienda de barrio o en los supermercados, y que ahora por estar a miles de kilómetros de distancia los extraña.
Y quizá esa añoranza ha hecho que muchos ecuatorianos vayan a recorrer por lugares cercanos de donde residen en busca de algunos de esos productos y se ha encontrado con una gran variación de precios.
Mientras en Ecuador la funda de 1.000 gramos de Maizabrosa amarilla se encuentra por un valor de US$ 1,93, en esa misma presentación en Estados Unidos el costo es de US$ 5,99; el litro de achiote La Favorita en el país sudamericano cuesta US$ 4,35 frente a los US$ 8,99; margarina La Favorita de 240 gramos a US$ 0,79, mientras que fuera del país, US$ 1,99; la bebida de avena con naranjilla de Toni de 250 ml, a US$ 0,79, mientras que fuera, US$ 1,29; o la barra de chocolate de 100 gramos de La Universal en Ecuador cuesta en US$ 1,34, frente a US$ 1,79.
En una primera percepción, el costo de esos productos y otros que son importados o exportados por empresas a Estados Unidos son altos frente a los de Ecuador, sin embargo, hay que tener en cuenta varios factores en esa diferencia de costos, entre ellos, la logística, pago de impuestos de salida y desaduanización en el destino, la falta de preferencias arancelarias, según Cynthia Mayer, gerenta general de Family Food Ecuador, una empresa ecuatoriana fundada en 2002 que distribuye productos ecuatorianos, costarricenses, salvadoreños y guatemaltecos en aproximadamente 16 estados del país norteamericano, adonde llegan de manera directa, y de forma indirecta a través de los distribuidores asociados, con los cuales se cubren entre ocho y diez estados más.
Family Food Ecuador en su catálogo cuenta con 1.105 productos, de ellos 600 aproximadamente son ecuatorianos. Entre sus segmentos uno se denominada ‘nostalgia’, en el cual atrae a que la gente vaya, reconozca el producto y aunque esté en otra parte decida comprarlo. Actualmente tienen cuatro centros de distribución, el principal está en Nueva Jersey. En el 2021 abrieron en Chicago, meses después en Massachusetts y este 2023, a fines de febrero, abrieron en Florida.
Mayer indica que el costo de la logística impacta de manera importante en el costo final del producto, porque se debe pagar el valor de la desaduanización en el origen, luego los fletes, los seguros, para luego también desaduanizar en el destino. A ello se suma los valores de traslado desde el puerto hasta la bodega final.
“Son gastos altísimos. Literalmente un flete de un puerto a la bodega final es apenas un poco más bajo que un flete marítimo de Ecuador hasta Nueva York o hasta Miami”, dice, y agrega que por ejemplo en Estados Unidos el costo del combustible es más alto que aquí en Ecuador, en donde es subsidiado por el Estado.
Otro factor por considerar, de acuerdo con Mayer, es que Ecuador “no tiene ningún tipo de preferencia arancelaria, ni de acuerdo o tratado comercial con Estados Unidos, lo cual significa que los productos pagan aranceles al momento de que se desaduanizan en el destino”.
“Ahí tenemos también un problema grave porque realmente es el importador el que tiene que asumir todo ese costo por traerlos de Ecuador, que no los paga si los trae de Colombia, de Costa Rica, de Perú, porque efectivamente ellos ya tienen sus acuerdos”, asegura.
Para poner en perspectiva, comenta que si llega a US$ 10.000 en mercadería, US$ 3.500 hay que pagar a la aduana para sacar ese producto. “Entonces todo eso también hace que el costo del producto automáticamente aumente”, afirma.
Como otro factor, Mayer indica que se debe reconocer el costo que tiene la fábrica para poder cumplir con la normativa de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), lo cual se necesita un empaque especial para exportación, que no es el mismo para el mercado local.
También está el tema de las certificaciones de calidad -dice- son importantísimas porque eso es lo que da la tranquilidad de que se cumple con temas de bioseguridad, de trazabilidad, de inocuidad de los productos y con ello se puede ir a vender en los supermercados.
Valor agregado hace la diferencia
Pese a esos obstáculos para Ecuador, Mayer indica que un factor a favor es que mientras más podamos “diferenciarnos” o los productos tengan un valor agregado, ayuda que esa variación en el costo sea válida para el consumidor final.
Estados Unidos es el segundo destino de exportación no petrolera de Ecuador, de enero a mayo de este año fue de US$ 1.744 millones, según el reporte del Ministerio de Producción Comercio Exterior Inversiones y Pesca.
Señala que los productos líderes que van desde Ecuador son: aceites, galletas y lácteos, en su orden. Distribuyen productos de marcas como Nestlé, La Favorita, ILE, Grupo Superior, Oriental, La Universal, entre otros.
Según la gerente general de Family Food Ecuador, los productos no solo son de preferencia de ecuatorianos, sino que también de los hispanos en general, y aquí se destacan las bebidas lácteas, atún y sardinas, galletas, confitería, los aceites. A estos se suman las salsas de ají, diferentes tipos de vegetales y frutas confitadas o en salmuera, como los chochos, que es “un producto que se vende muy bien”, dice.
Los congelados, de acuerdo con Mayer, es un segmento que va creciendo año a año, y destaca a los vegetales congelados, pan de yuca, humitas, empanadas de todo tipo, fanesca, etc. “Nosotros hemos desarrollado productos que quizá no hay en el mercado local, pero los desarrollamos para el mercado de exportación en Estados Unidos, dependiendo la época del año”, sostiene, y cita como ejemplo, la fanesca, en la cual realizan un mix de vegetales congelados como zapallo, fréjol, etc.