Si bien es la industria minera la que está usando hace ya muchos años la desalinización para incorporar agua a sus faenas, hoy la tecnología ha ampliado sus usos hacia los servicios de agua potable y la agricultura. El desafío hoy para las empresas del rubro es incrementar los usos de la desalinización y actualizar las normas que la regulan en Latinoamérica. Jéldrez será uno de los oradores de la Segunda Conferencia y Exposición Internacional de Inversión en Desalinización de América Latina, a realizarse en Santiago de Chile este 11 y 12 de marzo.
-¿Cuál es la tendencia en el uso de desaladoras en Latinoamérica?
-La tendencia muestra que los proyectos en la región solo van en aumento. Primero, porque la desalinización es una tecnología probada, con una capacidad de casi 100 millones m3/día que es señal de confianza en el mundo. Un dato: el 50% de todas las desaladoras del mundo están ubicadas en Medio Oriente y África del norte, donde la necesidad de uso de agua y la escasez de esta impulsó su activación. A nivel global, su uso llegó hace décadas, pero si uno voltea la mirada a Latinoamérica, la instalación de estas plantas es mucho menor, y corresponde al 6% de la capacidad total instalada en el mundo.
-¿Por qué no ha sucedido una instalación mayor en la región?
-Porque todavía son más altos sus costos de producción que el de las actuales fuentes convencionales de agua. Entiéndase lo anterior, como fuentes tradicionales al agua disponible de aguas subterráneas o reservorios; el costo de producción de esa agua es más bajo, porque básicamente es un tratamiento el que se le hace a esa agua para su potabilidad.
Lo anterior hizo que esta tecnología por muchos años no fuera competitiva, sin embargo, hoy el proceso de desalinización se ha hecho algo totalmente viable en términos de costo, acercándose de forma muy rápida a los costos agua de fuentes convencionales. Ahora, otro punto importante e inevitable es que las reservas de agua naturales son cada vez menores, y por ello la única tecnología que ha podido dar real solución a esa temática ha sido la desalinización.
-¿Cómo ha sido la evolución de la industria minera en la región en cuanto al uso del agua? ¿Ha sido sustentable o ha existido una sobreexplotación del recurso?
-La industria minera ha sido visionaria en el uso del agua a nivel general, en especial en países como Chile. Por ejemplo, dicho país tiene características muy complejas. Si bien es un país que está muy cerca de la costa, siempre se abasteció de aguas subterráneas; pero dicha industria extractiva proyectó hace muchos años que el uso que le estaba dando al agua no iba a durar para siempre. Por ello, comenzaron a nivel global a desarrollar o a consultar por tecnología más sustentables y de mayor calidad, hasta llegar a la desalinización como una alternativa real.
Chile, a modo de ejemplo, impulsó de forma importante estas nuevas soluciones, de manera muy protagónica, tanto en lo que se refiere al uso de agua continental, con regulaciones claras y muy exigentes. Y es un proceso -usar un agua 100% desalinizada- en Chile que aún está en marcha, pero sin duda es algo de lo cual ya no hay vuelta atrás.
-¿La regulación en Chile podría ser el camino a seguir por otros países del vecindario?
-La regulación en Chile es muy estricta, y por cierto muy buena. Lo que hace esta legislación, en torno al uso del agua y las mineras, es decirles: ‘ustedes tienen que buscar sus propias fuentes de agua, pero ya no aguas subterráneas’. Eso provocó en la industria minera, en Chile, el desafío de subir el agua hacia los yacimientos, lo que representaba un obstáculo mayor. De hecho, los costos de desalar el agua es una fracción mínima si lo comparamos con el costo de lo que se gasta en bombear el agua hacia los diferentes yacimientos.
-¿Esa legislación podría provocar a su vez una oportunidad en la redistribución y uso del agua en Chile?
-Sí, Chile está en un proceso muy interesante de discusión a todo sentido; y dicho proceso va a implicar una redistribución y uso del agua, no sólo de tipo industrial, sino también a nivel de sanitarias, agricultura y consumo humano.
-¿Pareciera ser Chile una especie de laboratorio en cuanto a la tecnología de desalinización, para generar un alto estándar regional?
-Bueno, así es. Si funciona en Chile, va a funcionar de buena forma para la región. Chile marca la ruta por la increíble tradición minera que ha tenido por muchos años, siendo protagonista mundial en lo que se refiere a la construcción de yacimientos mineros y generando estándares de procesos de alta calidad que se han repetido en el mundo entero. Chile tiene la mayor cantidad de desaladoras en la región y con la mejor calidad. Es el país de Latinoamérica más avanzado en lo que se refiere a la construcción y uso de desalinizadoras. Por lejos.
Matriz energética y regulaciones
-Mucho se habla de las desaladoras como ejemplo de sustentabilidad, pero a veces se obvia el consumo energético enorme que producen. ¿Cómo se resuelve ese dilema?
-Es un muy buen punto. Cuando realizas un proceso como este (Osmosis Inversa), se ocupa una gran matriz energética para hacer funcionar estas plantas. El consumo energético es muy importante y hace elevar, en la mayoría de los casos, los costos de producción. Hoy, Chile, por su avanzada regulación, está bajo un proceso de reconversión de su matriz energética, donde han asumido que de aquí al 2040 avanzarán hacia la descarbonización; por ello, lo que está pasando en la industria de la desalinización es fascinante, ya que conecta con el momento preciso de este cambio muy importante para el país, y que al final servirá, sin duda, de modelo a seguir para todos los países de la región.
-El desafío energético y las críticas ambientalistas al sistema de retorno de agua, con gran cantidad de sal al mar, es una de las grandes críticas que se hacen a la desalinización.
-Es cierto, muchas de las desaladoras operan 24 horas al día, sin parar, consumiendo una gran cantidad de energía, y ese suministro no es en la mayoría de los casos de tipo renovable. Soluciones a lo anterior es lo que venimos nosotros presentando a través de la energía solar en desaladoras más sustentables. Si piensas en Latinoamérica, muchas de las matrices de energía en México, Brasil, Perú o Chile son aún a base de carbón, por lo tanto, los suministros no son de origen muy limpio; por ello, nuestro desafío tecnológico era desarrollar las herramientas que nos permitieran poder entregar soluciones sustentables en materia de tratamiento de agua y uso de energía 100% renovable.
-La energía solar podría ser el elemento clave.
-Lo es, y lo que llama la atención del norte de Perú, la zona de Baja California, en México, Colombia y el norte de Chile, es que todas esas zonas tienen una gran cantidad de energía solar aprovechable. Ahora, dado que el recurso solar es intermitente, y dura ocho horas diarias, se necesita una forma de guardar y almacenar estos suministros para poder tener el servicio andando de forma continua, como se hacía con la matriz energética habitual. Entonces, de todos estos lugares que estamos hablando se dieron dos necesidades, y junto con ello, dos oportunidades de negocio: generación de nuevas fuentes de agua y almacenamiento de energía. Entonces, a través de varios estudios e investigaciones nuestras soluciones integran esas dos características, desde la sustentabilidad.
-Si bien Chile posee una buena regulación a la hora de hablar de uso de agua para la industria minera. ¿Cuál es la situación en la región?
-Ahí surgen algunos problemas. Existe una falta de regulación en la región acerca del uso de desaladoras, y por ende, de reglas claras por parte de los gobiernos. Si vas a países con buena industria minera como Perú o Colombia, ahí las cosas recién se están comenzando a discutir, por lo cual, es más difícil plantear estas soluciones de productividad y sustentabilidad por ahora. Por eso Chile ha avanzado de forma tan rápida, ya que hubo una mirada más visionaria en cuanto a lo que venía en materia de tecnología, producción y equilibrio medio ambiental.
Acceso democrático al agua
-En Chile, hoy el tema del agua es candente. Se discute su naturaleza privada. Y por eso la industria minera carga con un gran fantasma. ¿Cómo el funcionamiento de las desaladoras puede ayudar a cumplir esa necesidad de la población?
-La agricultura, en Chile, y en la región, sigue siendo la actividad que más consume agua para sus labores. Y la nueva regulación, en Chile, limitó y puso un deadline a lo que conoció como uso y consumo de aguas continentales. Lo anterior fue un remezón para la industria minera chilena que, acostumbrada a ese recurso, vio que su futuro cambiaba radicalmente. El hecho que se mirara a la desalación como la tecnología que pudiera resolver los temas de la minería dio pie también a que fuera la repuesta para solucionar muchas demandas sociales y, por cierto, de pequeñas producciones agrícolas. Por ello, ahí jugará un papel muy importante el rol que deben tener las empresas sanitarias, ya que son ellas las que por sus servicios de provisión de agua para consumo humano y de cultivo agrícola, verán de alguna forma u otra los beneficios más directos de la desalación.
Ya en el norte de Chile, en la ciudad de Antofagasta, se ha producción un importante avance en ese sentido. Dicha zona, de altos índices de sequía, no ha dejado fuera de sus planes la desalación como una de las alternativas más importantes a la hora de poder resolver sequía y acceso, y con total transparencia.
-Poner a las desaladoras como facilitadoras de una posible solución al problema de la sequía agrícola, en Chile, y del acceso democrático al recurso hídrico, ¿es el camino correcto?
-Yo creo que sí, ya que es un camino sustentable y tecnológicamente probado. Van a ser las sanitarias quienes van a poseer de ahora en adelante un rol muy importante en el uso de fuentes de agua más sustentables. Por la desalación, en Chile, hay muchas posibilidades de que el acceso democrático al agua sea mayor.
*Por más información sobre la Segunda Conferencia y Exposición Internacional de Inversión en Desalinización de América Latina, a realizarse en Santiago de Chile este 11 y 12 de marzo, haga clic aquí.