Aunque todos los medicamentos que prometían atenuar los estragos del Alzheimer han fracasado, los expertos admiten tener esperanzas de que una nueva sustancia pueda frenar la pérdida de la memoria.
En este instante, más de 35 millones de personas alrededor del mundo padecen algún grado de Alzheimer, la manifestación más frecuente de la demencia. Los expertos en la materia sostienen que de aquí al año 2050, esa cifra ascenderá a más de 150 millones debido al aumento sostenido de las expectativas de vida. Hasta ahora, los científicos no han logrado desarrollar medicamento alguno contra los depósitos de albúmina en nuestro cerebro que terminan comprometiendo seriamente el funcionamiento de tan vital órgano.
Algunas sustancias son prescritas para atenuar ciertos síntomas del Alzheimer, pero éstas no pueden detener el avance de la enfermedad, caracterizada por el velo de desmemoria que va cubriendo a quienes la sufren hasta hacerlos olvidar a sus seres más entrañables. Sin embargo, una tras otra, las empresas farmacéuticas Eli Lilly, Roche y Biogen dejaron saber recientemente que trabajan conjuntamente en la fabricación de un producto que puede frenar el progreso de esa dolencia. El último anuncio se hizo el 22 de julio en Washington.
Anticuerpos especiales. En una conferencia internacional sobre Alzheimer se informó que el nuevo medicamento tiene en la mira los sedimentos de albúmina en el cerebro, una de las principales causas de la enfermedad. Esos depósitos proteicos destruyen las células nerviosas. Y mientras más células nerviosas desaparecen, más se encoge el cerebro. El plan de los científicos a cargo de las investigaciones es conseguir que los nuevos compuestos –se trata, en realidad, de anticuerpos especiales– destruyan los depósitos de albúmina indirectamente.
Todo apunta a que los anticuerpos en cuestión estimulan al sistema inmunológico humano, “persuadiéndolo” de detener la proliferación excesiva de albúmina –el cerebro siempre produce albúmina– y hasta de disolver esos depósitos proteicos. “Si los pacientes consumen esta sustancia a tiempo y durante un período razonable pueden contribuir a frenar la pérdida de la memoria”, sostiene Christian Haas, del Centro Alemán para las Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE, sus siglas en alemán), que tiene su sede en Múnich.
Serias esperanzas. El cerebro tiene su propio mecanismo de limpieza; pero, a medida que envejecemos, éste funciona con cada vez menos eficiencia. ¿Puede el nuevo hallazgo de los biólogos moleculares ofrecer un mecanismo sustituto? Haas cree que sí. “Esta es la primera vez que sentimos esperanzas serias”, asegura el experto, aclarando, eso sí, que aún si los experimentos pendientes culminan exitosamente, pasará mucho tiempo antes de que un medicamento contra el Alzheimer salga a la venta.
“Hay cosas que todavía no sabemos. Por ejemplo, no tenemos la certeza de que la pérdida de memoria pueda ser detenida durante mucho tiempo. Tampoco conocemos todos los posibles efectos secundarios de un medicamento contra esta enfermedad”, señala Haas. A sus ojos, lo bueno de los ensayos y errores cometidos hasta el momento en la búsqueda de un remedio contra el Alzheimer es lo mucho que se ha aprendido sobre la enfermedad. Entre otras cosas, ahora se sabe que ésta comienza tres o cuatro lustros antes de que se manifiesten los primeros síntomas.