El derramamiento de sangre, que coincidió con una intensificación del conflicto en la vecina Siria, subrayó las deficiencias de las fuerzas de seguridad iraquíes, que no lograron prevenir que los insurgentes realizarían ataques en múltiples lugares de todo el país.
Bagdad. Al menos 107 personas murieron en ataques con bombas y armas de fuego en Irak el lunes, un día después de que 20 personas perdieron la vida en un resurgimiento coordinado de la violencia contra objetivos principalmente chiíes.
El derramamiento de sangre, que coincidió con una intensificación del conflicto en la vecina Siria, subrayó las deficiencias de las fuerzas de seguridad iraquíes, que no lograron prevenir que los insurgentes realizarían ataques en múltiples lugares de todo el país.
Además de las decenas de muertos, al menos 268 personas resultaron heridas en ataques con bomba en zonas chiíes de Bagdad, en la ciudad chií de Taji en el norte, en las norteñas ciudades de Kirkuk y Mosul, y en otras partes, dijeron fuentes policiales y hospitalarias en uno de los días más sangrientos de Irak en semanas.
Ningún grupo se ha atribuido la responsabilidad de la última oleada de ataques pero un funcionario de seguridad iraquí acusó a una facción local de Al Qaeda, integrada por musulmanes suníes hostiles al Gobierno liderado por chiíes, que se muestra favorable a Irán.
"Los últimos ataques son un claro mensaje de que Al Qaeda en Irak está determinada a provocar una sangrienta guerra sectaria", dijo el funcionario, que pidió mantener el anonimato.
"Con lo que está ocurriendo en Siria, estos ataques deberían tomarse seriamente como una potencial amenaza para nuestro país. Al Qaeda está intentando empujar a Irak al bordo de una guerra entre chiíes y suníes", dijo. "Quieren que las cosas estén tan mal como en Siria", agregó.
Los últimos dos días de ataques con bombas y armas de fuego rompieron una tregua de dos semanas en el período previo al mes del ayuno musulmán del Ramadán, que comenzó el sábado en Irak.
La violencia sectaria alcanzó su máximo nivel en el período 2006-2007 pero los ataques mortales han persistido mientras las tensiones políticas entre la mayoría chií de Irak, los suníes y facciones kurdas han aumentado desde la retirada de las tropas estadounidenses del país en diciembre.
Destrucción. Las fuerzas de seguridad han sido muchas veces los objetivos de los ataques perpetrados en Irak.
Hombres armados utilizando rifles de asalto y granadas de mano mataron al menos a 16 soldados en un ataque contra un puesto del Ejército en Dhuluiya, a 70 kilómetros al norte de Bagdad, dijeron la policía y fuentes militares.
En Taji, a 20 kilómetros al norte de Bagdad, seis explosiones, incluido un coche bomba, se registraron cerca de un complejo de viviendas.
Una séptima explosión en el mismo lugar provocó una gran cantidad de muertos entre los policías que habían llegado al lugar de la escena. En total, 32 personas murieron, incluidos 14 policías, y 48 resultaron heridas, entre ellas 10 agentes.
Dos coches bombas estallaron cerca de un edificio del gobierno en Ciudad Sadr, un gran suburbio pobre de Bagdad, y en la principal zona chií de Hussainiya en las afueras de la capital, dejando 21 personas y 73 heridos, dijo la policía.
En Kirkuk, cinco coches bomba dejaron seis muertos y 17 heridos, mientras que los ataques con armas de fuego en puestos de control alrededor de la remota provincia de Diyala dejaron seis muertos, incluidos cuatro soldados y un policía, y 30 heridos, dijeron fuentes policiales.
Otros ataques mortales ocurrieron en las ciudades de Khan Bani Saad, Udhaim, Tuz Khurmato, Samarra y Dujail, todas al norte de Bagdad, así como en la sureña ciudad de Diwaniya.
La serie de ataques se produce tras los ataques con coche bomba del domingo en dos ciudades al sur de Bagdad y en la ciudad santuario chií de Najaf, en los que murieron 20 personas y otras 80 quedaron heridas.
El mes pasado fue uno de los más sangrientos en el país tras la salida de las tropas estadounidenses, con al menos 273 muertos y 603 heridos.
Irak, cuya enorme provincia desértica de Anbar, un bastión suní, limita con Siria, está alterada por el impacto del conflicto que hace estragos en el país vecino, escenario de una revuelta suní contra el régimen alauí del presidente Bashar al-Assad.