El Estado totalitario comunista desapareció definitivamente el 25 de diciembre de 1991, cuando Gorbachov, renunciando a la ulterior lucha política con los líderes republicanos, que amenazaba con tornarse en un conflicto civil, admitió en un discurso por la televisión el fin de la U.R.S.S.
Uno de los tres firmantes del acuerdo que certificó en diciembre de 1991 la defunción de la Unión Soviética, el bielorruso Stanislav Shushkévich, no sale de su asombro desde que supo que ese histórico documento ha desaparecido.
"Lo han tenido que vender a alguien aficionado a los documentos raros e históricos", señaló este domingo a Efe Shushkévich en conversación telefónica desde Minsk.
Shushkévich decidió interesarse por el paradero del original en bielorruso del documento cuando se disponía a escribir sus memorias, pero el Ministerio de Exteriores de Bielorrusia le respondió que ya no lo tenía en su poder.
"Yo quería el original, pero es que la versión en ruso también se ha esfumado. Después de estampar mi firma en el documento, éste fue entregado al encargado de protocolo de la Cancillería bielorrusa", dijo.
El ex presidente del Parlamento bielorruso, que con la desintegración de la U.R.S.S. se convirtió en el primer jefe de Estado bielorruso, recuerda que él mismo hizo varias copias y las repartió entre las principales estructuras de poder de la república.
Sea como sea, una vez superada la sorpresa inicial, Shushkévich descarta que este incidente "pueda tener alguna secuela jurídica en relación con la desaparición de la U.R.S.S." como Estado de derecho.
El último dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Mijaíl Gorbachov, tampoco pudo eludir hablar el sábado sobre este asunto con ocasión de su 82 cumpleaños.
"¿De verdad? Interesante. Pues, entonces hay que restablecer la U.R.S.S. Si los documentos del Acuerdo de Bielovézhskaya Puscha ya no existen de verdad y hay que restaurar lo que había, estoy dispuesto a regresar", dijo en declaraciones al diario "Komsomólskaya Pravda".
Ya en tono más serio, Gorbachov, que es tachado de traidor por muchos nostálgicos por permitir la desaparición del Estado totalitario, destacó: "Nadie me relevó del cargo. Yo mismo me fui".
"Ya no se puede dar marcha atrás", resaltó.
Mientras, el entonces viceprimer ministro y secretario de Estado ruso, Guennadi Burbulis, recuerda en declaraciones a la prensa local que la copia que correspondía a la parte rusa fue entregada al ministro de Exteriores, Alexandr Kózirev.
"Había tres ejemplares y cada uno tenía su variante en ruso, bielorruso y ucraniano. Espero que (la rusa) esté bien guardada en los archivos del Ministerio de Exteriores", dijo Burbulis, quien también firmó el documento junto al presidente ruso, Borís Yeltsin.
Burbulis añadió que "el acuerdo fue ratificado por los Parlamentos de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, y los documentos fueron presentados ante la ONU", que reconoció a Rusia como sucesor jurídico de la U.R.S.S.
"No hay motivos como para valorar la venta de uno de los ejemplares del documento como una amenaza a la legitimidad", subrayó, aduciendo que el reconocimiento de la comunidad internacional es suficiente garantía de su vigencia.
Precisamente, Burbulis fue quien propuso la víspera de la firma la frase que ha pasado a la historia en Bielovézhskaya Puscha, un vedado natural bielorruso en que solían cazar los dirigentes soviéticos.
"La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ha dejado de existir como sujeto de derecho internacional", decía el acuerdo de dos páginas firmado el 8 de diciembre de 1991.
En cambio, el escritor y publicista Alexandr Projánov, reconocido nostálgico comunista, no descarta que existan fuerzas que aprovechen la desaparición del original del documento para intentar rescatar la U.R.S.S.
"El original es un documento marco. Si desaparece, da pie a especular con una conspiración. Digamos que existe un grupo de gente que quiere denunciar el acuerdo y hace desaparecer el original. La ausencia del documento les da derecho a proclamar que la U.R.S.S existe 'de jure'", dijo.
Por su parte, Shushkévich insiste en que la defunción de la U.R.S.S. "no fue una conspiración. De hecho, no teníamos pensado firmar un acuerdo. Simplemente, debíamos constatar en un documento quiénes éramos y cuál era la situación de la U.R.S.S. en ese momento".
"Había que ser valientes. De lo contrario, podría haber estallado una guerra civil", comenta.
El bielorruso señala que nunca llegó a consultar con Gorbachov, que intentó conservar la mancomunidad eurasiática por todos los medios, incluida la creación de una Unión de Estados Soberanos.
"Gorbachov era primero comunista y sólo después un demócrata", aseguró.
El Estado totalitario comunista desapareció definitivamente el 25 de diciembre de 1991, cuando Gorbachov, renunciando a la ulterior lucha política con los líderes republicanos, que amenazaba con tornarse en un conflicto civil, admitió en un discurso por la televisión el fin de la U.R.S.S.
"Había que luchar por la integridad territorial de nuestro Estado de manera más insistente, coherente y osada, y no esconder la cabeza bajo la arena, dejando el culo al aire", dijo posteriormente Vladímir Putin, actual presidente ruso.