Con el asilo para Evo, México asume un liderazgo de izquierda en América Latina. Esto distrae de problemas internos, opinan analistas, y es, además, un juego con fuego, de cara a su dependencia de Estados Unidos.
Ciudad de México.- El viaje a México de Evo Morales como exiliado político es un ejemplo perfecto de cómo crear mitos en los medios de comunicación. A través de su cuenta de Twitter, el expresidente boliviano reportó su fuga casi en tiempo real. Algunos mensajes de Morales incluían agradecimientos a sus compañeros cocaleros por su lealtad, fotos de su guarida secreta en Chapare, donde se le ve recostado en un suelo de concreto, cubierto solamente con una manta sencilla, y luego una en el avión de la fuerza aérea con una bandera mexicana en su regazo.
Por su parte, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, ya había alimentado a la prensa con detalles picantes sobre las complejas negociaciones diplomáticas con los países vecinos en torno a escalas y permisos de sobrevuelo. La llegada de Evo Morales al aeropuerto de Ciudad de México estuvo perfectamente preparada. No parecía la derrota de un político expulsado de su cargo por fraude electoral, sino la declaración de guerra de una víctima de un golpe de Estado.
"Ópera bufa". "El presidente de México me salvó la vida. Estamos muy agradecidos", dijo Morales. Y aseguró que su único "delito" es "ser indígena" e implementar "programas sociales para los más humildes" en Bolivia. Se declaró como "antiimperalista" e insistió en que pese al "golpe" no va a cambiar "ideológicamente". Ebrard no comentó el tema, aunque estuvo todo el tiempo junto al ilustre invitado.
Tras un año en el poder, es la primera vez que el izquierdista presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, interviene proactivamente en asuntos de política exterior, en una crisis regional.
El comentarista Ángel Verdugo calificó este giro en la emisora Imagen como una "ópera bufa", con la que el Gobierno intenta distraer la atención de problemas internos de México, como el estancamiento y una espiral de violencia que crece cada vez más rápido; "pero con pocas probabilidades de éxito, porque la verdad emerge siempre", subrayó.
"Mexico no esta muy consciente del peligro". Para Rafael Rojas, historiador del Centro de Investigación y Educación Económica (CIDE), la presencia de Morales en México significará un giro inevitablemente hacia latinoamérica.
"El reto que se abre entonces es el de cuál izquierda regional defenderá López Obrador en América Latina: ¿la progresista del Cono Sur o la bolivariana del Caribe?", matiza el historiador. Rojas cree que el asilo otorgado a Morales sigue una reorientación de la diplomacia, impulsada desde la Cancillería. "La posición oficial frente al que llama "golpe de Estado" en Bolivia y el asilo de Morales son pasos del Gobierno de AMLO que le ganan respaldo en una izquierda que comenzaba a impacientarse con su buena relación con Trump", afirma.
Por su parte, Rafael Archondo, representante de Bolivia en la ONU, en Nueva York, entre 2011 y 2012, considera que darle asilo político a Morales es jugar con fuego: "No hay razón para que se le asile. Fue un rumor que lo iban a apresar y no hubo toma del Palacio por la fuerza ni militares que fueran por él", argumenta Archondo.
"Evo ha sido acusado de fraude y fue comprobado por la OEA, esto es preocupante e irritante para la oposición, en un país con antecedentes de fraudes electorales como México", advierte el exfuncionario boliviano. "México no está muy consciente del peligro. Ebrard está apostando por levantar la imagen internacional de México, pero hay mucha desinformación y el peligro de que Morales, desde México, siga confrontanto a la población en Bolivia", concluye.
"Una diplomacia poco profesional”. Rojas, por su parte, considera que el principal riesgo radica en el descontento de Estados Unidos, que es, por mucho, el socio comercial y económico más importante de México. En tanto, el comentarista Raymundo Riva Palacio, en su columna "Estrictamente personal", asume una línea dura hacia la diplomacia mexicana, achacándole "improvisación y precariedad en análisis y oficio diplomático".
México habló de "golpe de Estado" y le ofreció asilo a Morales cuando aún tuiteaba que quería quedarse en Bolivia, y mientras que otros países latinoamericanos solicitaban una reunión especial de la OEA, para acordar una postura regional, critica.
Para Riva Palacios, la tesis del golpe de Estado no se sostiene, pues los militares "no lo depusieron, ni instalaron una Junta Militar en su lugar, no suspendieron garantías o impusieron a un títere. No salieron a las calles para evitar caos y violencia, y no decretaron un estado de excepción, o tomaron control del Gobierno, ni censuraron los medios de comunicación o prohibieron las reuniones".
Por el contrario, Morales tiene parte de la responsabilidad, insiste: "Se puede argumentar que Morales creó una crisis constitucional al dejar un vacío de poder que ha sido llenado por el caos y la anarquía en Bolivia." Y agrega: "La confusión mexicana impide que haya un debate racional, a partir del conocimiento. Pero quizás todo es deliberado, porque la caída de Evo Morales es un golpe directo al proyecto autoritario que está construyendo López Obrador en México."