Cada año, miles de centroamericanos emprenden una larga y peligrosa travesía a través del istmo y de México en busca de un mejor futuro en Estados Unidos. Sin embargo, no todos llegan a cumplir el "sueño americano".
Tegucigalpa. Una caravana con más 2.000 hondureños se desplazaba el viernes por el noroeste del país centroamericano huyendo de la pobreza y violencia con rumbo a Estados Unidos, a pesar de la presión de los países a su paso, que reforzaron su presencia militar e incrementaron restricciones.
Los inmigrantes, en su mayoría jóvenes y mujeres con niños a cuestas, partieron de una terminal de autobuses en la ciudad industrial San Pedro Sula y caminaban por una carretera hacia la frontera con Guatemala.
A unos 114 kilómetros de San Pedro Sula, en el puesto fronterizo Corinto, el ejército de Guatemala detuvo a 600 hondureños el viernes y los condujo con las autoridades migratorias, aseguró el portavoz militar, Rubén Téllez. Por separado, Guatemala devolvió a 102 migrantes a Honduras el jueves, los primeros integrantes de la caravana.
México también reforzó su frontera con Guatemala con cientos de policías y militares, que llevaban equipo antimotines, mientras la caravana, fracturada, avanzaba hacia el norte.
"Yo soy del campo Oro Verde y ahí el banano se perdió, se inundó todo y también las casas. No hay trabajo, por eso nos vamos, esperando que en Estados Unidos encontremos trabajo", confesó José López, un inmigrante hondureño.
Cada año, miles de centroamericanos emprenden una larga y peligrosa travesía a través del istmo y de México en busca de un mejor futuro en Estados Unidos. Sin embargo, no todos llegan a cumplir el "sueño americano": unos son aprehendidos, otros secuestrados e, incluso, asesinados por bandas criminales.
Tras el agravamiento de la crisis económica en Centroamérica por la pandemia del coronavirus y dos potentes huracanes que golpearon la región a fines de 2020, muchos creen que los flujos migratorios crecerán este año.
La caravana de esta semana es la primera de 2021 y ocurre pocos días antes de que el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, asuma su cargo. La semana pasada, los gobiernos de ese país, de México y de las naciones de Centroamérica dijeron que no permitirían el avance de los migrantes.
"Solicitamos a las autoridades de ambos lados de la frontera que siempre tengan en cuenta el interés superior de los niños migrantes (quienes) tienen necesidades y derechos específicos", opinó el Director Regional de UNICEF para América Latina, Jean Gough.
"Estas familias migrantes se están yendo porque huyen de la violencia de las pandillas y la pobreza exacerbada por el impacto tanto del COVID-19 como de los poderosos huracanes", agregó Gough. "Es fundamental abordar las causas de estos flujos migratorios y crear las condiciones para que estas familias con niños permanezcan en sus comunidades".
El jueves, el gobierno guatemalteco publicó un decreto otorgando poderes a las fuerzas de seguridad para dispersar cualquier reunión en los departamentos del país por donde suelen transitar los migrantes. Además, empezó pedir pruebas negativas de coronavirus para dejarlos pasar.
Sin embargo, el tropel de migrantes no parecía rendirse tan fácilmente. "Vamos a tratar de rodear (la seguridad) en la madrugada, porque de que vamos a pasar, vamos a pasar", dijo Fernando, un migrante hondureño de la caravana.