Mientras el país centroamericano se ubicó en el lugar número 12, Chile figura en el 14 y Argentina en el 15. De las naciones medidas -50 en total-, quedaron más rezagados Paraguay, México y Perú, los cuales se ubicaron dentro de los 30 primeros lugares.
Costa Rica fue el país de Latinoamérica que obtuvo la mejor calificación en el nuevo Índice de Progreso Social (Social Progress Index) presentado por el Social Progress Imperative, el cual mide el grado en que los países satisfacen las necesidades de carácter no económico de sus ciudadanos.
En la medición, dada a conocer durante el 10 º Skoll World Forum en Emprendimiento Social, celebrado en la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, el país centroamericano logró un índice de 57,36, ubicándose en el lugar número 12.
Costa Rica estuvo escoltada por Chile con 56,6, que quedó en el lugar 14, que fue seguido por Argentina con 56,32, que figuró 15 en el ránking.
Los tres primeros lugares a nivel mundial fueron Suecia con 64,81, el Reino Unido con 63,41 y Suiza con 63,28.
Otros países de América Latina y el Caribe que fueron medidos, fue Brasil, que obtuvo 52,7 ocupando el puesto 18; Colombia que logró 50,52, quedando en la posición 21; República Dominicana con 50,52, con lo que se ubicó justo detrás de Colombia; mientras Perú quedó en la casilla 24 con 50, seguido en el puesto siguiente por México (49,73).
Paraguay cerró la lista de las naciones medidas, ocupando el lugar 27 (49,24).
El índice se divide en tres sub-índices: las necesidades humanas básicas, la infraestructura social y las oportunidades.
Son en total 52 indicadores que se estructuran sobre 14 componentes, que incluyen aspectos como la nutrición, la salud y la igualdad de oportunidades, entre otros.
En su primer año, el índice abarca 50 países que representan las tres cuartas partes de la población mundial, pero el objetivo es incluir por lo menos a 120 naciones.
Este ránking se publicará anualmente y busca llenar un vacío en las medidas globales de evaluación comparativa, pues se centra únicamente en los resultados sociales y ambientales.
La idea nació en 2009 dentro del Consejo del Programa Mundial sobre Filantropía e Inversiones Sociales del Foro Económico Mundial.
La propuesta se inspiró en el Índice de Competitividad Global (GCI) y pretende estimular a los países para mejorar el entorno para la innovación social.