En 2012, Obama ganó el 71% del voto hispano. Fue una de las principales razones por las que pudo quedarse cuatro años más en la Casa Blanca. Y es ese el motivo principal por el cual los precandidatos que quieren ganar las elecciones de 2016 están, desde ahora, por primera vez en una campaña presidencial, buscando atraer el voto latino.
Ya se sabía que este voto era importante, pero normalmente los candidatos se acercaban a este segmento de la población ya en la antesala de las elecciones.
Ahora, un año y medio antes de que se defina al sucesor de Barack Obama, vemos acciones claras y contundentes de republicanos y demócratas por atraer a los hispanos. Principalmente en estados como Nevada, Florida, Nuevo México, Colorado y Virginia.
¿Por qué en estos estados? Porque son considerados morados, es decir, no son ni claramente republicanos ni claramente demócratas -aun cuando los ganó Obama en 2012- y en ellos el voto hispano puede acabar definiendo quién gana el estado completo en el recuento de los votos del Colegio Electoral.
Texas es un estado con mucho hispano, pero es claramente republicano. Nueva York e Illinois también tienen una población latina importante, pero el voto estatal es claramente demócrata.
Así, hemos visto en estas últimas semanas a Hillary Clinton visitar Las Vegas para decirle a líderes latinos que va a llevar a cabo acciones decisivas para su comunidad… mucho más que lo que ha prometido y dejado de hacer Obama.
Por su parte, Jeb Bush y Marco Rubio han visitado Nevada presumiendo cada uno sus dotes hispanas: Bush lo bien que habla español y Rubio la nacionalidad cubana de su madre.
Lo más sorprendente es la iniciativa de los billonarios hermanos Koch. Son republicanos ultraconservadores y están empeñados en lograr arrebatarles a los demócratas la Casa Blanca el próximo año. Para hacerlo han decidido invertir mil millones de dólares, de entrada, en el candidato republicano que quede tras una primaria que se antoja bastante intensa e interesante en ese partido.
Y ya desde ahora, los hermanos Koch tienen una iniciativa llamada Libre, dedicada a ofrecer servicios gratuitos para los hispanos en estos estados, lo que demuestra que hasta los más reacios por atraer y comprender a este segmento del electorado están teniendo que negociar con sus filias y fobias muy personales.
El Washington Post acaba de dar a conocer que, a nivel nacional, cada año cumplen 18 años alrededor de 800 mil latinos. Esto los convierte en uno de los segmentos del electorado nuevo más importante del país.
Todos estos datos no son una sorpresa. La verdadera novedad sería que en la elección de 2016 los hispanos logren agruparse para hacer de su peso y tamaño un atractivo demasiado importante como para que los Donald Trumps que pululan en EE.UU. tengan que voltear a verlos no para atacarlos e insultarlos sino para trabajar por lograr políticas públicas atractivas para ellos y sus familias.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.