Una empresa es sustentable no por su imagen, ni por su filantropía, sino por la forma en que crea valor y maneja los impactos sociales y ambientales en sus procesos y en la toma de decisiones, tanto operativas como estratégicas. De tal manera, que su éxito también sea compartido con los grupos que involucra y no afecte la calidad del medio ambiente para las siguientes generaciones.
Medición del triple resultado
Además de medir el éxito financiero, hay que esforzarse para medir los impactos ambientales en sus diversas dimensiones, como el suelo, el aire, el agua, la biodiversidad y el paisaje. De hecho, desde el año 1992, luego de la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, el concepto de la ecoeficiencia generó un avance fundamental en las mediciones ambientales de la cadena de valor de cualquier empresa.
Sin embargo, la medición del impacto social tiene mayores desafíos, por ser más difícil de calcular de manera objetiva y simple. Los mejores enfoques se basan en la identificación de los grupos de interés y los impactos que el negocio puede o genera a cada uno de estos, empezando de adentro de la empresa hacia fuera. Es decir, empezando por los colaboradores y su principal derecho a un trabajo sano y seguro, luego los clientes, comunidades vecinas, proveedores y accionistas.
Medir la accidentalidad, la educación y estilo de vida de los colaboradores es una buena base. En los clientes y los canales de distribución también hay formas de identificar oportunidades cuando se venden productos cuyo exceso de consumo puede tener efectos negativos, o se comercializa a gremios de artesanos o pequeñas empresas que forman parte de la cadena.
Impulsar el desarrollo de los proveedores, sobre todo de micro o pequeñas empresas, dándoles la oportunidad de crecer y mejorar su productividad, es otra forma de promover impactos relevantes.
Además, se deben adoptar herramientas como los diez principios del Pacto Global, prácticas de economía circular y definir acciones que apoyen los Objetivos de Desarrollo Sostenible promovidos por Naciones Unidas.
Círculo virtuoso sociedad-empresa-ambiente
Hay que mencionar que la sustentabilidad solo se da cuando la empresa también es sólida en su creación de valor económico-financiero en el largo plazo, para lo cual requiere sociedades sanas sin lo cual no habrían mercados eficientes, y un hábitat o médico ambiente que sea óptimo para las personas que forman esas sociedades. Esta relación del valor económico con la sociedad y el medio ambiente es fundamental para entender la virtuosidad de un ciclo que es interdependiente.
Por eso la filosofía del triple resultado es tan útil. El concepto Profit- Planet- People se ha insertado en la forma en que se rinde cuentas a accionistas y a la socieddad educando la mente de los gestores en este sentido.
Últimamente ha tomado fuerza el concepto de gobierno corporativo. La trilogía ASG, que incluye lo Ambiental, Social y Gobierno Corporativo, ha ido consolidándose, sobre todo luego de los escándalos y crisis empresariales que han tenido su origen en el manejo de temas éticos.
En pocas palabras
El modelo de sustentabilidad, en resumen, parte de un análisis profundo de la cadena de valor del negocio, identificando los impactos positivos y negativos que ejercen los procesos productivos, logísticos, comerciales y administrativos para manejarlos adecuadamente; y se complementa con un gobierno interno de la empresa que proactivamente garantiza los talentos, la cultura adecuada y protege los principios empresariales de manera que la estrategia sea ejecutada íntegra, ágil y fluida, cuidando a todos los grupos involucrados. La estrategia debe incluir al medio ambiente, siendo inclusiva y usando la innovación en todos estos aspectos, para mantener la empresa siempre rentable, joven, flexible y resiliente.
Es difícil no estar de acuerdo con esto, y es igualmente difícil mantenerse fiel a estos elementos, a pesar de las tentaciones y el cortoplacismo de la presión por resultados inmediatos de los mercados de capitales.
Los casos difíciles
Ahora, estos conceptos son más complejos cuando se gestiona una empresa en la cual hay impactos más severos por la utilización de materias primas controvertidas, o la explotación de recursos naturales no renovables, o hay mayor involucramiento de comunidades rurales o urbanas en el negocio.
Hay una discusión previa necesaria que está inmersa en dogmas e interpretaciones que pueden ser diversas. Para algunos simplemente un proyecto que toque o use recursos no renovables no se debería hacer, sin importar los efectos al progreso y desarrollo de las personas. Para otros, si el beneficio que aporta a la Humanidad y su progreso es positivo o mayor a los costos, debería hacerse asumiendo la responsabilidad y compensando los efectos colaterales.
Por ejemplo, los sectores minero y de energía no renovable tienen este desafío, donde la gran pregunta es si es posible gestionar sustentablemente este tipo de negocio. En la práctica, además de cumplir con las consultas previas a comunidades, y estudios previos de impacto ambiental, se debe siempre priorizar las tecnologías más limpias disponibles y adoptar prácticas que permitan ganar reputación positiva en la explotación de estos recursos, cumpliendo las normas y voluntariamente autorregularse para anticipar los daños colaterales, evitarlos o compensarlos adecuadamente, y en caso de cometer un error, poder enmendarlo a tiempo sin importar el costo.
Conclusión
El progreso no viene gratis, requiere solucionar dilemas utilizando la mejor tecnología disponible, el cumplimiento de las normas y de la autorregulación. Así no solo es posible mitigar los impactos, sino eliminarlos o al menos compensarlos, y hacer un negocio más sustentable.
La clave está en la intención de los líderes de la empresa, y si abrazan o no los principios fundamentales de la sustentabilidad que al final se pueden resumir en: tener una visión de largo plazo, aceptar que los medios son tan importante como los fines, que el éxito debe ser compartido, la transparencia no es una ingenuidad, sino una necesidad para merecer credibilidad, y que la empresa no debe ser el problema, sino parte de las soluciones que la sociedad y el medio ambiente necesitan.