En marzo de 2011 la revista TIME publicó el artículo "Today´s Smart Choice: don´t own, share", donde se cuestiona abiertamente la costumbre de la posesión individual de bienes y servicios. Según los datos estadísticos presentados, el 40% de los alimentos del planeta se desperdicia y, en promedio, los carros particulares pasan 95% del tiempo parados. ¿Existe, por tanto, necesidad de tal cantidad de bienes para dar respuesta a necesidades puntuales? ¿Es posible la optimización y eficiencia de los recursos disponibles?
En este contexto nace la Economía Colaborativa. Si bien este concepto surgió entre consumidores que deseaban compartir lo que les "sobraba", esta tendencia ha logrado evolucionar convirtiéndose en un nuevo sistema empresarial, el cual refuta la hipótesis corporativa clásica del siglo XX, de formar una robusta empresa que esté en la capacidad de conectar la oferta con la demanda.
Por el contrario, la Economía Colaborativa aprovecha las herramientas TICs y el BigData, conectando las personas entre sí para obtener lo que unas necesitan de los otras, descentralizando y globalizando la economía. El modelo colaborativo permite que cualquier individuo con acceso a la web adquiera y ofrezca bienes y servicios, revaluando la tendencia de la comercialización de éstos a través de los canales formales conocidos.
Si bien este modelo ha permeado varios sectores comerciales, es especialmente en los servicios de transporte y de alojamiento en los que la evolución de este negocio ha mostrado una dimensión muy superior a la esperada. Plataformas que surgieron como pequeñas iniciativas se han convertido en la actualidad en corporaciones gigantescas, como lo son por ejemplo Uber y Airbnb.
Uber es una plataforma tecnológica que funciona como intermediaria para establecer contacto directo entre personas que demandan transporte local y conductores; nació hace cinco años en la ciudad de San Francisco, y hoy brinda servicio en 311 ciudades de 58 países y cuenta con más de un millón de conductores en los lugares en que está disponible la aplicación. Airbnb, funciona como una plataforma intermediaria, en el cual las personas pueden ofrecer en alquiler su casa (o parte de ella) o cualquier inmueble por días, semanas o meses; esta red está presente en Colombia desde 2013. Y así como estos, se pueden mencionar incontables ejemplos en todos los sectores económicos: crowdfounding, couchsourfing, e-bay, Xiaomi, entre otros.
Una muestra del poder de la Economía Colaborativa se ve reflejada en las cifras: el número de lugares de hospedaje ofrecidos por Airbnb es superior al de las principales cadenas hoteleras del mundo: más de un millón de posibilidades de alojamiento, contra los 700.000 de cadenas reconocidas como Hilton o Marriot. Por su parte, Uber espera crecer este año 400% respecto al 2014 y facturar más de US$2.000 millones.
El crecimiento de determinadas plataformas colaborativas ha provocado que la industria tradicional de diferentes sectores reaccione, acusándolas de competencia desleal, ya que las normas fiscales, las regulaciones o incluso los controles de calidad no son los mismos para el sector tradicional y los nuevos modelos de negocio. Sin embargo, la opinión general de los usuarios es que este modelo de negocios facilita la vida y reduce el costo de acceso a ciertos bienes. El éxito de las compañías de la Economía Colaborativa radica en la confianza y en las calificaciones positivas de los usuarios.
En un mundo cada vez más globalizado e interconectado, las iniciativas de la Economía Colaborativa plantea retos a solucionar para definir cuál es el papel que juegan estos actores respecto a la competencia, y cuáles deberían ser las regulaciones para no perjudicar sectores tradicionales que venden bienes y servicios, que tendrán que competir con esta nueva oferta. Por ello, estamos en un momento en el que es necesario articular el mercado de la Economía Colaborativa para potenciar el crecimiento de este nuevo tipo de sistema que tiene como objetivo el desarrollo colectivo de la sociedad.