Existe una relación estrecha entre la teoría económica y los viñedos, desde el origen de la ciencia económica. Resulta que un autor francés del siglo XVIII, un fisiócrata precientífico, llamado Turgot, relacionó el factor tierra, que es un factor de difícil acceso en Francia, con un fenómeno que bautizó con el nombre de "ley de rendimientos decrecientes".
La ley de rendimientos decrecientes se refiere a una ley económica de la producción que dice que si agregamos muchas unidades adicionales a un factor fijo, en el ejemplo del viñedo sería la tierra, el factor fijo se agotará por sobreuso, generando una producción que crece cada vez menos, hasta que empieza a decrecer.
Resulta que los fisiócratas franceses se inspiraron para entender este principio en un fenómeno que ocurre en los viñedos en Francia, especialmente de la zona de Burdeos, que siendo territorios espacialmente limitados, imponen fronteras naturales a la expansión de la producción de uvas para el vino. Por ese motivo es que los franceses se enfocan en la calidad de la creación y crianza de sus vinos, más que en la cantidad de producción, razón que explicaría por qué sus vinos están entre los más caros del mundo.
En Burdeos, los cru representan clasificaciones de calidad del terroir que se han mantenido inalterables desde 1855, a excepción de las tierras correspondientes al Chatêau Mouton Rotschild, promovido de deuxième cru a prémier cru en 1973. La escala de los crus se estableció durante la exposición universal de 1855, donde quedaron definidos como los premiers crus: Chatêau Lafite-Rotschild, Chatêau Latour, Chatêau Margaux y Chatêau Haut-Brion. Dentro de esta clasificación, la calidad del terroir va desde prémier cru a cinquième cru. Un cru se refiere simplemente a una cantidad limitada de tierra que posee las características ideales para la producción de uvas para el vino.
No obstante, hay lugares del mundo donde no hay limitaciones tan pronunciadas del factor tierra para las vides, como es el caso de Chile, donde se producen importantes volúmenes para la exportación, sin sacrificar calidad y con una excelente relación precio-valor. De hecho, la primera viña exportadora más grande de Latinoamérica y entre las diez más grandes del mundo se encuentra en Chile, Concha y Toro, un lugar donde se cultivan excelentes uvas de merlot, carmenère y cabernet sauvignon, entre otras. Chile cuenta con excelentes lugares de viticultura, de los cuales mi favorito es el valle de Colchagua, una región de uvas prémium, cuya calidad nos recuerda a la de las uvas cultivadas en Francia. Excelentes productos los vinos de Chile, con una relación precio-valor único, porque la economía chilena da incentivos especiales a la exportación de vinos de calidad, para competir en calidad y precio en mercados extranjeros con consumidores entendidos y exigentes.
Francia como tendencia promedio tiene viñedos pequeños, pero es uno de los productores más grandes del mundo, entre el primer y segundo lugar con Italia. Muchos productores pequeños que producen grandes cantidades de vino en conjunto.
Por otra parte, en Estados Unidos no hay limitaciones de espacio como le ocurre a Francia para el cultivo de uvas para el vino, así que la producción es elevada en cantidad y calidad. Los vinos cuentan con tanto prestigio, que tienen precios de mercado tan elevados como los más competitivos de Francia. Los estadounidenses dicen, con orgullo, que en todo el país se produce vino, pero la verdad es que más del 85% del preciado líquido es de California, donde se encuentra el extraordinario Napa Valley.
El prestigio del Valle de Napa fue el resultado de un evento celebrado en Francia en 1976, conocido como "Cata de París". Allí la chardonnay y el cabernet sauvignon fueron galardonados por sobre los vinos franceses en una cata a ciegas. Desde entonces, los vinos provenientes del Valle del Napa son tan reconocidos como los más famosos bordeleses.
La teoría económica nos enseña una vez más que los rendimientos decrecientes tienen una fuerte incidencia en la cantidad de producción limitada y los altos precios de un cru, pero la calidad de producción es el elemento que está determinando el valor de un vino en cualquier parte, bien sea en un terroir donde los rendimientos decrecientes son más intensos u otro en el que no son tan obvios.
En casi todos los mercados, excepto en las economías inflacionarias, el precio es una señal probable de la calidad del vino, pero definitivamente no es la única ni la definitiva. En el mercado competitivo global la calidad de la producción vinícola se impone por encima del terroir y su extensión