¿Las mujeres son más impulsivas, menos conservadoras y menos irracionales que los hombres? Quizás a la hora de hacer compras en los shopping centers, pero la respuesta es NO cuando de inversiones financieras se trata.
Es sabido que los hombres se caracterizan por ser más independientes en la toma de decisiones respecto a sus finanzas y la norma es que no suelen charlar o compartir las decisiones con sus parejas, asumiendo los riesgos solos o apenas dando a entender lo que están haciendo a ellas, sin darles muchos detalles. También existen aquellas personas que a sus mujeres directamente le esconden parte de su patrimonio en caso de que, algún día, puedan llegar a reclamárselo. Pero analicemos más en detalle las características básicas de ambos grupos y los por qué.
Existen muchas diferencias básicas acerca de cómo invierten sus ahorros los hombres y las mujeres, y cómo lo gestionan. Esa es al menos la conclusión que se desprende de un trabajo realizado por Spectrem Group (High Net Worth Men vs. Women, 2016) realizado con encuestas a 1.875 hombres y 1.277 mujeres de elevados patrimonios en los Estados Unidos (entre US$100.000 y US$25 millones de riqueza neta), se desprenden diversas conclusiones básicas acerca de cómo manejan respectivamente ambos géneros sus activos financieros.
En un hogar promedio (siempre existen excepciones), las mujeres son las encargadas de gastar y los hombres aquellos que generan los ingresos. Cuanto más desarrollada una economía, menos se aplica esa regla ya que existen más mujeres que trabajan y más cantidad de horas por día.
Pero a la hora de invertir, la mitad de los hombres está dispuesto a incorporar acciones en sus portafolios contra apenas un tercio de más mujeres. Eso demuestra que son más agresivos. En la naturaleza del hombre está la de asumir más riesgos, dado que son más propensos a dejarse llevar por la adrenalina de lo que ocurre con las mujeres, que son más reacias a las pérdidas.
Según un artículo de The Wall Street Journal, las mujeres se concentran mucho más en el futuro que los hombres, lo que las torna más conscientes acerca de la importancia de un buen plan de jubilación y sobre el ahorro más que enfocarse sobre los ingresos.
Sobre su manera de operar como inversores, los hombres tienden a no reconocer los errores a tiempo, por lo que asumen mayores pérdidas u operan en exceso, para intentar resolver los malos trades. En cambio, las mujeres toman decisiones más lentamente, ya sea por formación o por una mayor aversión al riesgo innata que las caracteriza en promedio no solo en materia de inversiones, sino en todos los aspectos de la vida.
Las mujeres también tienden a ser menos autodirigidas en sus decisiones de inversión: la encuesta sugiere que el 31% desea manejar su propio portafolio contra el 39% de los hombres. Más acentuada es la diferencia cuando se le pregunta si lo disfrutan: los hombres se encuentran más propensos a hacerlo. Es una información valiosa para los profesionales de las inversiones que asesoran a sus clientes, ya que implica dar un servicio diferencial en función del sexo, con una propuesta que debería ser más específica y agresiva y con abundante seguimiento y dedicación en el caso de los hombres, al menos para los individuos de altos segmentos de ingresos y riqueza.
Las mujeres descansan mucho en sus contadores, y los hombres más en los brokers con los cuales operan o en los administradores profesionales de inversiones externos, aunque les gusta manejar su propio dinero más que a las mujeres.
La relación riesgo/retorno es una de las reglas básicas a la hora de invertir: para lograr mayores retornos es necesario asumir más riesgos. Pero solamente el 30% de las mujeres están dispuestas a hacerlo contra un 44% de los hombres, lo que demuestra su mayor aversión al riesgo. Además, el 55% de las mujeres quieren asegurar su tasa de retorno, por más baja que sea, contra el 46% de los hombres.
No menor es tomar en cuenta variables tales como expectativa de vida y salud a la hora de encarar un portafolio, porque la expectativa de vida es más larga en el caso de las mujeres. En países muy desarrollados, la media es de 81 años contra 76 años para el caso de los hombres, lo que obliga a pensar en productos distintos para invertir. Cinco años no es poco: el dinero para viajar, atender los hobbies que se tienen a esa edad, el presupuesto para gastar en medicinas y el cuidado personal merecen una atención por parte de cualquier asesor financiero. Cinco años de gastos adicionales para la mujer la tornan necesariamente más conservadora, más allá de sus genes o sus actitudes hacia con la vida y las inversiones.
Algunos estudios demuestran que la brecha o disparidad en los ingresos entre los hombres y las mujeres se incrementa a medida que la edad avanza, es decir que la concentración de la riqueza en hombres es mucho más acentuada a medida que ambos envejecen: hasta los 65, la brecha de ingresos es del 25%, mientras que a los 80 años, los hombres perciben en promedio ingresos un 44% más altos que las mujeres. Preocupante dato para aquellas mujeres que esperan alcanzar y superar la expectativa de vida promedio por los gastos que deberán atender. De acuerdo a la American Association of University Women, en 2014 la brecha para todas las edades era del 21% (más acentuada para mujeres de color y para las madres).
Veo razonable la explicación de por qué las mujeres acumulan menos ahorros en sus cuentas previsionales en aquellos países que poseen dichos sistemas privados de pensiones. La maternidad no se da en la cima de las carreras de las mujeres sino antes, es decir en plena etapa de crecimiento de la actividad profesional, de escalar posiciones y de aprendizaje en el lugar de trabajo, lo que retrasa los planes objetivo y la conformación de un ahorro sustentable en el tiempo.
En promedio y en todo el mundo, las mujeres trabajan 4 horas y media de actividades no remuneradas que el hombre no realiza (básicamente, tareas del hogar). De ahí también su menor generación de ingresos.
También es lógico que al gozar de una mayor expectativa de vida y al tener una desventaja a la hora de acumular riqueza por la brecha de género, las mujeres deberían ser más conservadoras y, por ende, planificar mejor sus finanzas personales.
Hasta aquí he encontrado al menos algunas respuestas a mis inquietudes respecto a las actitudes que se observan entre un sexo y el otro, en promedio, respecto a sus inversiones.
En síntesis, hay marcadas diferencias entre un hombre y una mujer cuando se trata de manejar las inversiones: ambos son distintos a la hora de enfocar las decisiones de inversión ya que un hombre asume más riesgo y toma decisiones de más corto plazo, y la mujer es más conservadora y toma decisiones con un objetivo de más largo plazo por las razones expuestas más arriba.
*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.