Se realizó una nueva cumbre sobre cambio climático en las Naciones Unidas. Lamentablemente, poco va a cambiar. Nos movemos en un proceso decisorio que no acompaña la urgencia ambiental. No quiero volverme un pesimista, quiero seguir siendo un creyente en que la situación se puede revertir. Aunque admito que hay más voluntarismo emocional de mi parte que convencimiento fáctico.
Una nueva organización, la Comisión Global para la Economía y el Clima, acaba de sacar una nueva publicación para el evento de hoy llamada “Better Growth Better Climate”(Mejor Crecimiento, Mejor Clima) que recomiendo leer. La publicación sugiere a los gobiernos y el sector privado adoptar un plan de diez acciones concretas para asegurar su crecimiento y desarrollo sin requerir grandes emisiones de carbono, poco nuevo en eso. El documento elabora sobre el concepto de que el cambio climático es una oportunidad única para estimular el crecimiento economico, y propone hacerlo de manera resiliente e inclusiva, mejorando la distribución de los beneficios hacia los más pobres. Este es un concepto que ha ganado espacio en los últimos años.
El reporte fue escrito por 24 ex jefes de estados nacionales, regionales, locales, ex ministros de finanzas y líderes de organismos multilaterales (Nick Stern, Felipe Calderón, Caio Koch-Weser, Eduardo Paes, Ricardo Lagos, entre otros) quienes lo revisaron y comentaron junto a 15 economistas reconocidos. Sin embargo, a pesar de estar muy bien escrito y contener información muy rica, las conclusiones y recomendaciones revelan pocas novedades. En parte la falla es obvia y no se trata de un problema del documento: todos conocemos las medicinas y terapia que el paciente necesita, el problema es que pocos las quieren aplicar.
Esta es la primera vez que un documento de este tipo incluye como recomendación central el detener la expansión urbana en baja densidad y no estratégicamente planificada con el transporte público de pasajeros. Se pone a la ciudad en el centro del campo, es la que distribuye el juego. Se proponen ciudades compactas, más densas, de uso mixto, caminables y conectadas, con las que se pueden lograr ahorros en provisión de infraestructura básica notables (1/3 o ¼ ) y ahorros aun mayores en emisiones de CO2. El reporte propone pensar multisectorialmente, e incluso propone dar asistencia a las ciudades para la planificación estratégica. Música para los oídos de ICES. Lo venimos implementando hace tres años.
Algunos datos urbanos interesantes del documento:
(1) Atlanta (ver gráfico arriba) no es un caso exagerado para intimidar. En nuestra región muchas ciudades tienen patrones de crecimiento con densidades similares, un ejemplo es Asunción (Paraguay).
(2) Houston invierte 14% de su PIB en transporte comparado con el 4% de Copenhague
(3) 160 ciudades en el mundo han implementado BRTs (Bus Rapid Transit – buses con carriles segregados) a 15% del costo de transportar pasajeros en metro/subterráneo
(4) Estocolmo redujo sus emisiones 35% entre 1993 y 2010, mientras su economía creció 41%
(5) Sólo 4% de las 500 ciudades más grandes del mundo en desarrollo son susceptibles de recibir crédito por los mercados financieros internacionales.
El mensaje más importante que me llevo es: ¿Podemos esperar mañana o en el corto plazo un cambio por parte de los estados nacionales? No. ¿Podemos esperarlo de las ciudades? Sí. De ellas va a venir el cambio. Por eso estamos en esto.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).