La agenda mediática de la región de América del Norte se ha concentrado en la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), por los impactos que tendrá en términos de productividad y competitividad, así como las nuevas condiciones en que se podría llevar a cabo el intercambio comercial no sólo entre Canadá, México y Estados Unidos, sino también con otros socios comerciales.
Dicha coyuntura coincide con la necesidad de replantear cómo los países se prepararán para aprovechar la Cuarta Revolución Industrial, una oportunidad que va más allá de la adopción de nuevas tecnologías o la automatización de trabajo, sino que también implica oportunidades para desarrollar el talento humano en diversos sectores, que en el caso de México, abarcarían el energético, siderúrgico, el sector salud, manufacturero y de la construcción.
Actualmente, la industria manufacturera mexicana es una de que ha demostrado mayor dinamismo en esta revolución tecnológica, particularmente en la industria automotriz que, con exportaciones del orden de los 2 millones 287 mil 896 automóviles para el periodo enero-septiembre del 2017, registrando un incremento de 11.5% en el volúmen de producción, en comparación con el mismo periodo del año anterior.
El sector automotriz mexicano representa casi el 3,6% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, y 19,3% del PIB manufacturero, cifras que reflejan un incremento del dinamismo automotriz hasta en 50% en la última década. Algunas estimaciones del propio gobierno mexicano consideran que si se eliminara el TLCAN, gran parte de las exportaciones hacia EU se mantendrían libres de impuestos o con aranceles del 2,5%, lo que implicaría una relocalización de industrias dentro y fuera de la región.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), la incorporación y aplicación de nuevas tecnologías se traducirán en mejores condiciones para los países que -al mismo tiempo- cuenten con una estrategia de un modelo educativo globalmente competitivo que sea inclusivo, genere movilidad laboral y estabilidad social.
Sin duda, ese futuro requiere de mercados internos fuertes, optimizar procesos de producción, generar valor a la industria nacional para que contribuya al bienestar social y laboral de miles de trabajadores, cuyo talento será esencial para dar los siguientes pasos.
Fomentar más habilidades científicas y tecnológicas será prioritario para aprovechar la automatización de la industria. Sin dejar de lado el fortalecimiento de los salarios teniendo como marco la productividad y el desarrollo de competencias laborales d elos trabajadores.
México se ha mantenido en términos de competitividad mundial estables, sin embargo, hay espacio para mejorar a través de generar mejores condiciones internas que permitan aprovechar la apertura de nuevos mercados, más allá de la región norte, que ha sido un aliado natural.
Más allá de la apertura comercial con nuestros socios del TLCAN y con América Latina, la agenda mexicana seguirá moviéndose para capitalizar las oportunidades que brinda la Cuarta Revolución Industrial en términos de la elevar la competitividad y darle al país el impulso necesario para un crecimientos sostenible a mediano y largo plazo.