Por nuestro rol en la sociedad, además de madres, muchas veces somos jefas de hogar y trabajadoras. No importando si estamos casadas o solteras, si trabajamos en casa o fuera de ella, la expansión de la epidemia de coronavirus nos afecta, socialmente hablando, de manera distinta que a los hombres.
En las circunstancias actuales, si estamos trabajando con sistema de teleworking desde casa y tenemos a hijos y maridos en situación similar, estamos ejerciendo todos los roles anteriores más las necesidades sanitarias que impone la situación de cuarentena, de manera simultánea y en tiempo real. Lo anterior, con dos factores de carga emocional como lo son nuestros hijos y cónyuges en casa. ¿Qué significa todo esto? Que además de nuestro trabajo remunerado la situación impone que tengamos que realizar las compras, preparar el almuerzo, entretener a los hijos, ver que la conexión a internet sea la adecuada y que tengamos empatía emocional para enfrentar este tiempo de incertidumbre y transformación social de manera resiliente. Ojalá tengamos la suerte de que nuestro marido o pareja sea un verdadero socio en esta aventura sanitaria forzada.
Si bien la reflexión anterior podría ser tomada como un grito desesperado, hoy mis palabras son para rescatar conceptos del debate sobre la necesidad de contar con una mayor equidad de género; para iluminar lo que todas y todos estamos enfrentando desde nuestras casas: la conciliación del trabajo y la vida familiar, el rol que las mujeres ejercemos como agentes de paz y estabilidad social, el valor del trabajo no remunerado, el tiempo que las mujeres dedicamos a las labores domésticas y al cuidado de adultos mayores, entre otros.
La mujer tiene una capacidad innata de empatía y solidaridad, pues viene en su ADN. Su fuerza radica no sólo en su capacidad reproductiva para formar, construir y preservar a la especie, sino en el liderazgo que ejerce al interior del hogar y en su ascendencia frente a los hijos. Pero esta vez, las mujeres aquí y en el mundo necesitan el apoyo de sus parejas, no sólo en las tareas domésticas y cuidado de los hijos y adultos mayores, sino también en la empatía y en el romanticismo.
Esta pandemia cambiará sin retorno la sociedad pre coronavirus, más allá del impacto que tenga en nuestras costumbres de cómo relacionarnos, la economía, la forma de hacer política; debiera ser también una oportunidad para que el género masculino valore, reconozca y comprenda que la vida en familia se construye de a dos, y que el valor de la corresponsabilidad en el hogar es uno de los ejemplos más potentes que nuestros hijos recordarán y podrán replicar en el futuro; no sólo cuando formen familia, sino también en sus propios ambientes de trabajo.