En muchos aspectos la adopción de la Inteligencia Artificial (IA), en el ámbito corporativo, está ofreciendo mayor resistencia que en el doméstico, donde dispositivos como Alexa, de Amazon, tienen gran aceptación. Pero ¿qué es lo que evita la presencia de la IA en el trabajo?
Hoy en día, es casi imposible -tanto online, como si leemos el diario en papel- no encontrar artículos y menciones sobre IA y su inminente participación en todos los sectores del planeta. También existe una diferencia entre cómo las nuevas tecnologías son usadas por los consumidores, en la vida personal y en el trabajo. En muchos aspectos, implementarla en el ámbito corporativo está ofreciendo mayor resistencia que en casa, por lo que volvemos a la pregunta: ¿qué es exactamente lo que impide que la IA ingrese en el mundo laboral?, ¿quién es el responsable?
Existen razones legítimas como también conceptos que contribuyen a la demora del ingreso de la IA en todos los niveles de la organización. Lo más fácil es comenzar desde arriba, donde frecuentemente no existe un área o unidad de negocios que se dedique a eso. A primera vista parecería obvio que el CIO o la persona a cargo de la tecnología fuera el encargado, pero con el surgimiento de la nube, cada vez se hacen más inversiones de este tipo por grupos fuera del sector de TI. En un estudio reciente de PwC, el porcentaje de gastos en tecnología realizados por fuera del presupuesto del CIO aumentó a 68%, cuando antes era el 35%.
La dificultad de designar un líder específico hace más difícil que alguna persona sea la responsable de desarrollar y ejecutar la estrategia de IA y, por esta razón, es que se cae en la falta de foco cuando se trata de aprovechar la IA para problemas que podrían resolverse. La priorización de las inversiones debe focalizarse en áreas de la organización que son transaccionales por naturaleza, y así las empresas verán un mayor retorno de la inversión si implementan la tecnología en áreas donde los errores o problemas suelen ocurrir con frecuencia. Con esto, será más probable que los proveedores que se focalizan en estas áreas vean una aceptación más rápida de la IA.
Además, cuando la tercerización se hizo más común, muchos trabajadores se quejaron de que debían capacitar a los que los reemplazarían. Algo similar está ocurriendo actualmente en cuanto a capacitar a los robots que nos remplazarán. Según el reporte del ciclo de Gartner para tecnologías emergentes, la IA automatizará 1,8 millones de trabajos para el 2020 y aquellos que teman que sus trabajos puedan verse afectados tendrán poco incentivo para buscar oportunidades para implementar y adoptar nuevas tecnologías.
Es importante reconocer el otro lado de la moneda de las nuevas tecnologías. El mismo informe de Gartner también predice que la IA creará 2,3 millones de empleos para el 2020, un aumento neto de medio millón de puestos. De esta manera, habrán empleos que se verán afectados, pero la cantidad de trabajo disponible para las personas que se capaciten será mayor. Actualmente, la IA se está desarrollando para hacer más que sólo tareas simples y para resolver problemas complejos. Así, de la misma manera que las empresas automotrices deben cambiar la percepción del público respecto a los autos autónomos, las organizaciones deben comunicar los beneficios relacionados con los cambios que producirá la IA. El temor puede ser un motivador impresionante, y también la esperanza si la gente tiene visibilidad a un futuro sustentable.
Uno de los retos que se presentan es la combinación de humanos y tecnología. Así, uno de los objetivos es desarrollar herramientas que incorporen los procesos mentales humanos con IA, para maximizar el impacto de las personas y la tecnología, trabajando en conjunto. Un ejemplo son las enfermeras que pueden interactuar con la tecnología con manos libres, usando su voz para verificar la interacción de la droga antes de administrar una medicación a un paciente. Así, en vez de crear un ambiente de "nosotros versus ellos", el aumento de las funcionalidades humanas con IA permitirá lograr considerablemente más de lo que podría hacerse por separado.
Los visionarios como Elon Musk ya han empezado a investigar cómo las interfaces cerebrales (BMIs) pueden eventualmente crear interacciones fluidas entre las personas y la tecnología. Mientras tanto, debemos ver cómo brindar las herramientas y recursos a los empleados que estas los ayudan a ser más productivos, eficientes y comprometidos. El rol de la IA en el lugar de trabajo puede tardar unos años más, pero es inevitable que se transforme en la base de cómo el trabajo se estructurará y realizará.