La Organización Mundial de Comercio (OMC), organismo multilateral que rige los intercambios a nivel global, celebró recientemente su XI Conferencia Ministerial en Buenos Aires, en la que participaron los 164 países miembros. Todas las evidencias indican que la relación entre comercio internacional y desarrollo es positiva, y que cada vez más el dinamismo de los mercados internacionales, los intercambios transfronterizos, la evolución de las cadenas de valor orientadas al exterior, son factores de crecimiento y creación de empleos. Durante tres días se procedió al máximo nivel político y técnico, a revisar la situación actual del comercio internacional, las negociaciones en curso y las perspectivas para continuar con el proceso de liberalización hacia mercados abiertos, inclusivos, seguros y dinámicos.
La Conferencia no hizo más que comprobar que el multilateralismo comercial vive un momento complejo y delicado, que puede significar un retroceso en los intercambios, por ende en el crecimiento de la economía global, y en particular de los países de menor desarrollo. En efecto, la relativa recuperación que la OMC y otros organismos internacionales han constatado para el comercio global -en rangos que revelan, por lo demas, la volatilidad actual de estos procesos- mejores tasas de crecimiento de la economía mundial. En detalle: para 2017 entre un 1,8 y 3,6, y para 2018 entre 2,1 y 4,4, aunque estas se tornan precarias a la luz de obstáculos técnicos, administrativos y logísticos en países menos adelantados -que el reciente Acuerdo de Facilitación de Comercio de la OMC procura atenuar-, y por las distorsiones que aún subsisten por medidas que aplican los países desarrollados en su relación comercial para proteger sus mercados.
Las tendencias proteccionistas, que comenzaron a emerger nuevamente en 2016; las dificultades para llegar a consensos en torno a temas relevantes como los subsidios a la agricultura y a la pesca, las limitaciones en el acceso a los mercados y la resistencia de algunos países a la incorporación de temas emergentes que no estaban en la agenda comercial, hace 23 años, cuando se creó la OMC –como el comercio electrónico, la facilitación de inversiones o el medio ambiente-, son algunos de los componentes principales de este momentum especial a que nos referimos. Países como Chile, junto a los de la Alianza del Pacífico y otros de Asia, de Europa y de Africa, estamos intentando superar esta situación, mediante propuestas y negociaciones técnicas que conduzcan a acercar posiciones, en una perspectiva común, teniendo en cuenta los objetivos de desarrollo social, económica y ambientalmente sostenible acordados en la Agenda 2030 en Naciones Unidas.
A esto se suman los llamados de algunas potencias, en especial los Estados Unidos, a iniciar un proceso de reflexión y revisión sobre algunos de los fundamentos del sistema comercial multilateral, que tiene su origen en 1947, con la creación del Acuerdo General de Aranceles y Precios (GATT) y la posterior creación de la OMC en 1995, mediante el Acuerdo de Marraquech. El foco principal lo ponen en el Trato Especial y Diferenciado, que introduce elementos de equidad al sistema, favoreciendo a los países en desarrollo y menos adelantados, y en el Sistema de Solución de Disputas, que introduce seguridad jurídica, por el que los miembros, cualquiera sea su tamaño y nivel de desarrollo, pueden defender sus intereses ante el incumplimiento de las reglas de la OMC por parte de algún otro miembro. Ambos aspectos son centrales para mantener un sistema comercial basado en reglas que dé garantías a todos y fomente la equidad, la inclusión y el fair play a nivel global, y por eso los próximos pasos que se darán en la OMC, en este sentido, deberán ser muy cuidadosos, por el riesgo de debilitamiento del sistema.
En Buenos Aires, en todo caso, hemos llegado a acuerdos en cuestiones puntuales, pero importantes, como la extensión de la moratoria en la aplicación de aranceles al comercio electrónico, el compromiso de continuar avanzando en la eliminación de los subsidios a la pesca ilegal o sobreexplotada; seguir trabajando en torno a la economía digital, las inversiones y el medio ambiente, un compromiso potente, impulsado por Chile y otros 88 países, en torno a la incorporación de las MiPymes al comercio mundial, y un fuerte compromiso para promover la incorporación de las mujeres al comercio global.
Junto con ello, hemos llegado también a un consenso fundamental, acordando continuar avanzando en las negociaciones y reconocer el rol de la OMC, tanto en sus funciones regulares, como en las de negociación y asistencia técnica. Se augura, por tanto, un largo y laborioso proceso de múltiples negociaciones multilaterales para los próximos años, que deberían culminar en la próxima XII Conferencia Ministerial en 2019. Debemos estar vigilantes para que la mira esté siempre puesta en el fortalecimiento del sistema y de su organismo central, la OMC, lo que para Chile, con una economía abierta, exportadora, orientada al exterior, es muy gravitante.