"El elector es un ser humano enormemente razonable que sin embargo no toma las decisiones más importantes de su vida usando la razón"
(Santiago Nieto)
Cada vez que se acerca un proceso electoral en nuestros países recibimos una abundante publicidad política. También se organizan debates donde se discuten las propuestas y planes de gobierno de los aspirantes a la máxima investidura del país. Es común que los contrincantes hagan gala de todo un aparato publicitario para tratar de demostrar las bondades propias, pero también para demoler a los oponentes de turno.
En algunos casos los presupuestos que se asignan a la campaña electoral y a la contratación de asesores de marketing político son bastante altos. Sin embargo, las preguntas que se hacen tanto analistas políticos como los propios interesados siempre son las mismas: ¿por qué votan los electores latinoamericanos?, ¿votan por un partido político?, ¿por un plan de gobierno?, ¿por el candidato más capacitado?
La respuesta a estas interrogantes no es tan sencilla y mucho menos obedece a un análisis racional que realiza el elector. A pesar de que existen diferentes tendencias que van de la derecha a la izquierda, pasando por el centro, entre los partidos políticos latinoamericanos, no se ha comprobado que la razón fundamental de la decisión de voto sea por un partido ni una ideología en particular. Muy por el contrario, los politólogos coinciden que existe una tendencia hacia una despartidización de la política y donde una palabra se ha hecho popular recientemente. Se trata del "outsider" que define al candidato sorpresa que aparece sin el respaldo de un partido político formal, pero que en muchos de los casos logra captar simpatías entre los electores.
Tampoco los programas de gobierno son la razón fundamental de una decisión de esta naturaleza. Nos deberíamos preguntar cuántos partidos políticos realmente tienen un plan de gobierno seriamente elaborado e indagar cuántos de los electores nos hemos tomado la molestia de leer estos planes y compararlos. Seguramente el número será mínimo.
Hay candidatos que hacen mención a sus títulos universitarios y doctorados en la campaña. Nos preguntamos si este elemento va a ser diferenciador al momento de la elección y seguramente que la respuesta va a ser negativa. Ni los títulos e incluso la aparente mayor experiencia y capacidad del candidato pueden asegurarle el triunfo, porque en nuestros países hemos tenido candidatos con una gran experiencia y capacidad de gestión e incluso ex presidentes que se han visto superados por candidatos más nóveles y sin experiencia política.
Si la pertenencia a un partido político, la ideología, la capacidad técnica o el plan de gobierno no aseguran el voto de ese elector que se supone racional, ¿qué otros elementos van a determinar su voto?
Como bien manifiesta Santiago Nieto, somos más irracionales de lo que suponemos y nos movemos más por los sentimientos y las emociones que por las razones. En otras palabras, existen decisiones que se toman y que están alejadas de un análisis puramente lógico y racional. Existe una esfera que está más cerca de las emociones, de la simpatía, del carisma, de cuánto me identifico con la persona que personifica mis sueños y anhelos.
Estos elementos funcionan también de manera opuesta y me pueden hacer rechazar al candidato que "no me cae bien", independientemente de a qué partido político pertenezca o si es de izquierda o derecha.
En los Estados Unidos y también en Europa ya existen estudios que están analizando el impacto de factores culturales que juegan un rol importante a la hora de elegir a un candidato. Factores como la raza, la religión, el género y el uso de símbolos de comunicación coherentes con las nuevas generaciones de votantes jóvenes empiezan a ser tomados en cuenta.
Así como ya se están definiendo elecciones en las redes sociales dejando de lado los medios de comunicación convencionales, también existe un nuevo giro en torno al análisis de la decisión de voto a través de sus elementos culturales y emocionales. Es un reto para la política latinoamericana y también una gran oportunidad para la aparición de candidatos que respondan mejor a los sueños y anhelos de sus votantes. Quienes logren esa conexión tendrán, sin duda, mayores opciones de ganar.