He sostenido en esta columna que considero probable un acuerdo que evite una escalada por tiempo indefinido en el conflicto comercial entre China y los Estados Unidos. A los argumentos esgrimidos hasta ahora para sustentar esa previsión añadiré otro: si Trump llega a los comicios de 2020 sin un acuerdo, es probable que pierda la reelección.
Una razón para ello es que, en un contexto de ralentización de la economía mundial, una escalada por tiempo indefinido de ese conflicto comercial podría sumirla en una recesión. Y, según Nate Silver (el analista más acertado en pronósticos electorales de los Estados Unidos), la tendencia en la generación de empleos durante el año previo a una elección presidencial es la variable económica con mayor poder predictivo sobre su resultado.
Una escalada del conflicto con China no sólo pondría en riesgo la reelección de Trump por sus efectos sobre el crecimiento y el empleo, sino además por el tipo de represalias que vienen aplicando los principales socios comerciales de los Estados Unidos. Un estudio reciente de Thiemo Fetzer y Carlo Schwarz ("Tariffs and Politics: Evidence from Trump’s Trade Wars"), encuentra que, a diferencia de los aranceles que impone el gobierno estadounidense, aquellos que imponen en represalia tanto China como la Unión Europea (UE) están diseñados para cumplir objetivos políticos precisos.
De un lado, sus aranceles tienden a focalizarse en los estados pendulares. Es decir, en aquellos estados en los que tanto demócratas como republicanos tienen una probabilidad razonable de ganar en una elección general. El estudio revela que, en las elecciones de medio término de 2018, en los estados afectados por esos aranceles cayeron ligeramente tanto la aprobación presidencial como la proporción del voto popular obtenido por candidatos republicanos. Recordemos que no se requiere de un cambio dramático en las tendencias electorales para cambiar el resultado de los comicios: en 2016, Trump perdió en el escrutinio popular por más de dos millones y medio de votos, pero ganó la presidencia por unas decenas de miles de votos que cambiaron el resultado que auguraban las encuestas en tres estados pendulares (Michigan, Pensilvania y Wisconsin).
De otro lado, sin embargo, el estudio encuentra que la UE busca minimizar el costo que sus aranceles pudieran tener sobre la economía de los países que la integran (por ejemplo, focalizándolos en bienes para los cuales existen proveedores alternativos a los estadounidenses). El gobierno chino, en cambio, no hace un esfuerzo significativo por reducir el impacto que los aranceles que aplica a los Estados Unidos tiene sobre las empresas y los consumidores chinos, sino que prioriza objetivos como el de reducir la probabilidad de que Donald Trump sea reelegido como presidente.
La razón por la cual China parece dispuesta a incurrir en mayores costos económicos que la UE, con tal de infligir un mayor costo político a la Administración Trump, parece obvia: a diferencia de jefes de gobierno como Macron o Trump, Xi Jinping no necesita obtener el voto de sus ciudadanos para permanecer en el cargo. Por razones como esa, un régimen autoritario podría estar dispuesto a correr mayores riesgos y asumir mayores costos que un régimen democrático con tal de prevalecer en una negociación. Aunque esa fue siempre una hipótesis plausible, gracias a los conflictos comerciales que inició la Administración Trump ahora tenemos evidencia que parece confirmarla.