En los últimos tiempos estamos viviendo una revolución tecnológica sin precedentes que está modificando nuestros hábitos, la forma en la que nos movemos y el tipo de servicios y productos demandados por los usuarios y ofrecidos por las empresas.
En el ámbito turístico y urbano, los ciudadanos y visitantes tienen a su alcance servicios de geoposicionamiento en tiempo real, avisos de tráfico o mediciones de los agentes atmosféricos contaminantes, que son muy interesantes a la hora de visitar una ciudad. A nivel mundial, el continente americano es el segundo del mundo con mayor crecimiento en competitividad turística, según el último informe elaborado por el Foro Económico Mundial, “The Travel & Tourism Competitiveness Report”.
Concretamente, Sudamérica lideró el crecimiento turístico en la región, con un incremento del 7% respecto al año anterior. Destacable, una vez más, la situación de México, donde el turismo es uno de los principales sectores de la economía, a la que aporta el 8,7% al PIB y la generación de 10 millones de empleos. Igualmente significativo ha sido el ascenso experimentado por Colombia, o Brasil, que posee uno de los mayores y más diversos entornos naturales del mundo.
No es de extrañar, la región está haciendo grandes esfuerzos en transformar sus ciudades hacia entornos más sostenibles y digitalizados, lo cual se refleja de forma ineludible en los registros turísticos. Además, diversos estudios aseguran que cerca del 80% de la población mundial residirá en ciudades para el año 2050 lo que, sumado a lo anterior, propicia un escenario idílico para el desarrollo de las Smart Cities.
En este sentido, según un nuevo estudio de la consultora KPMG y Siemens, las ciudades inteligentes podrían ahorrar hasta un 60% con la digitalización de sus servicios e infraestructuras. Esto es algo conocido por las localidades latinoamericanas, que alcanzarán una facturación de más de 750.000 millones de dólares en estas tecnologías para el año 2020.
Ante tal panorama, debe aprovecharse las ventajas de las nuevas urbes para asegurar el abastecimiento energético de la población, controlar las emisiones nocivas a la atmósfera y optimizar el ordenamiento del tráfico rodado; ámbitos que son los que más preocupan a la sociedad.
Y es que, no en vano, las ciudades actuales consumen más del 75% de la producción de energía mundial y generan el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. De este modo y en un futuro no muy lejano, se estima que las Smarts Cities podrían suponer un ahorro energético de 14.000 millones de dólares para 2022, gracias a la generación de energías renovables.
Las reacciones no se han hecho esperar: México, por ejemplo, buscará producir un 25% más de energía eólica este año, mismo país donde el Internet de las Cosas alcanzará, en 2022, un negocio de más de 4.000 millones de dólares. Argentina, por su parte, ha anunciado que las inversiones orientadas a transformar sus ciudades crecerán un 19% este año con el objeto de hacerlas “smartest”.
Por otra parte, algunas naciones buscan agilizar las concesiones en el sector de las infraestructuras para mejorar la movilidad urbana. Así, Honduras acaba de licitar las obras de su Corredor Turístico bajo Asociación Público Privada, que con una inversión de 171 millones de dólares prevé realizar el mantenimiento y conservación de 122 kilómetros de carretera.
¿Cómo alcanzar el éxito turístico?
Han surgido nuevos métodos capaces de optimizar los procesos de diseño, construcción, mantenimiento y explotación de cualquier tipo de instalación o infraestructura. Las nuevas tecnologías, como la impresión 3D, los drones, la realidad virtual o el BIM, junto con la continua evolución en la capacidad de procesamiento y almacenamiento de datos, están generando nuevas formas de interacción con las máquinas que resultan muy interesantes para los ciudadanos.
Muchas de estas herramientas mejoran notablemente la eficiencia de los servicios prestados en una Smart City, ya que optimizan los recursos disponibles. Igualmente, las nuevas tecnologías de la información se han desarrollado hasta tal punto que ya es posible ofrecer una una versión diferente y personalizada de la ciudad a cada visitante, desde la reserva de un hotel, hasta la sugerencia de eventos relacionados, y todo gracias al análisis masivo de datos.
En consecuencia, se antoja indispensable contar con una red de infraestructuras suficientemente fluida y competente para hacer frente a tal afluencia. Para ello, según el citado informe del Foro Económico Mundial, los países latinoamericanos cuentan con una gran oportunidad para mejorar a lo largo de la próxima década. En este tiempo, podrán incrementar las actuales inversiones en infraestructuras, las cuales se sitúan en un 2,8% del PIB anual en la región de Latinoamérica y el Caribe.
A la vista de la importante relación existente entre las infraestructuras del transporte, el urbanismo y el sector turístico, se vuelve indispensable para la región invertir en el mantenimiento y conservación de las primeras, al igual que en el fomento de una sólida formación para sus profesionales.