Durante muchos años, las empresas operaron bajo esquemas de trabajo que se mantuvieron prácticamente intactos. Sin embargo, el mundo cambió, y limitarse a seguir una receta segura es casi un sinónimo de fracaso. En la medida en que las compañías se restringen a innovar, son más propensas a morir.
La transformación digital se vuelve una tarea impostergable. Y aunque esta se la suele definir como una prioridad exclusiva de las grandes corporaciones, lo cierto es que impacta a más empresas de las que se cree.
En el caso de Latinoamérica, el 99 % de las empresas son pequeñas y medianas (pymes), y son responsables de más del 50 % del empleo en la región, según datos del Banco Mundial. Además, representan más de 11 millones de emprendimientos en los distintos mercados latinoamericanos.
Para 2020, se prevé que la revolución digital moverá más de US$1,97 mil millones, de acuerdo con estimaciones del International Data Corporation (IDC), y las family business ocuparán un rol central en esta revolución.
Una tarea conjunta
En este escenario, las pymes familiares encuentran escollos que entorpecen la puesta en marcha de la digitalización de sus procesos internos y de los servicios que ofrecen a sus clientes. A los desafíos habituales que enfrenta cualquier compañía, se suma un aspecto vinculado con el ADN de estas empresas: el componente familiar. Muchas veces, son las generaciones más jóvenes los principales impulsores de la migración de la compañía hacia el plano digital, encontrándose con el reto de convencer a las generaciones anteriores a emprender un nuevo rumbo para crecer y sobrevivir frente un mercado cada vez más competitivo. Las nuevas generaciones entienden que la competencia no proviene ahora solo de los competidores tradicionales; hay que estar pendientes de nuevos disruptores en todas las industrias que pueden, en un abrir y cerrar de ojos, desafiar y desaparecer negocios que parecían estables durante décadas.
Esta transformación requiere el compromiso de toda la organización, no solo en cuanto a la adopción de nuevas tecnologías, sino hacerle frente al cambio cultural que debe traducirse en un cambio de mentalidad hacia una mayor colaboración, agilidad, productividad y mejora del clima laboral. La transformación debe comenzar primero en los líderes, porque son ellos quienes deben tomar las riendas del proceso y guiar al equipo. El inicio, transformar la manera como la compañía trabaja de manera interna, ya que ese es el camino correcto para luego ofrecerle a sus clientes una experiencia realmente digital.
Xertica llevó adelante un estudio denominado "Estado de Transformación Digital en América Latina", que recolectó información de ejecutivos de alto nivel dentro de empresas de la región sobre tendencias referidas a la transformación digital. Esta investigación, de la cual participaron 115 gerentes de diferente industrias, reveló que 9 de cada 10 entrevistados están de acuerdo con que el área de tecnología de una compañía no es la única responsable de llevar adelante la transformación digital. Si bien una porción de los entrevistados consideró que este sector se halla en mejores condiciones de asumir el mando de esta tarea, dado que se necesita conocimiento técnico para lograrlo, el 69,6 % de los encuestados escogió otras áreas como las posibles encargadas de encarar el cambio. Esto confirma que la transformación digital no es una responsabilidad que se circunscribe al departamento de tecnología.
Los beneficios
Iniciar el camino de la transformación digital genera beneficios tangibles. El 90,4 % de los encuestados para este estudio concuerda en que las tecnologías de transformación digital son vitales para mantener la competitividad de sus empresas. Asimismo, casi 3 de cada 4 entrevistados está de acuerdo en que la adopción de nuevas tecnologías ha impactado de manera positiva sus ventas; y 4 de cada 5 entrevistados afirma que sus trabajadores se han vuelto más productivos una vez que sus empresas migraron a la nube.
Cada vez son más las empresas que deciden a invertir en este proceso. Según IDC, se pronostica que el gasto en tecnologías de la información de las pymes, a nivel mundial, crecerá un 4,5 % hasta alcanzar los US$568 mil millones. Una parte pequeña (menos del 10 %) de esto corresponde a América Latina. Sin embargo, la región muestra el crecimiento más rápido a nivel mundial en las inversiones de las pymes destinadas a nuevas herramientas: se prevé que aumentará un 6,3 % para 2022.
La transformación digital no es exclusiva de las grandes corporaciones. De hecho, son las pymes familiares las que tienen la mayor agilidad para transformarse de manera más rápida y capitalizar mejor las oportunidades que el mercado ofrece. Si bien debemos ser conscientes de que la transformación digital se ha convertido en un vehículo de supervivencia, debemos también entender que las oportunidades que esta ofrece permiten a las pymes tener crecimientos exponenciales en un mercado que está cada vez más hambriento de productos y servicios digitales.