Antes del tratado, México exportaba US$ 51.886 millones. Al cierre de octubre de 2023, el total ascendió a US$ 493.510 millones. Además, el país latinoamericano hoy se consolida como el principal socio comercial de Estados Unidos, desplazando a China.
Hace 30 años entró en vigor el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) entre México, Estados Unidos y Canadá.
Ese enero de 1994 sonaba en las radios Detrás de mi ventana, de Yuri, y Go West, de los Pet Shop Boys; Aurrerá operaba de forma independiente; los juguetes eran Ensueño Tyco; y la marca de ropa, Edoardos. No había internet, mucho menos comercio electrónico.
Para ver efectos concretos, basta ver las cifras. Antes del TLCAN, México exportaba US$ 51.886 millones. Al cierre de octubre de 2023, el total ascendió a US$ 493.510 millones ocho veces más. Además, el país latinoamericano hoy se consolida como el principal socio comercial de Estados Unidos, desplazando a China.
Corría la administración de Carlos Salinas de Gortari, cuando Jaime Serra Puche se desempeñaba como secretario de Comercio y Fomento Industrial. Fue él quien estuvo detrás del acuerdo que abrió las fronteras de México al comercio, llave que hoy está permitiendo el boom del nearshoring.
"Todo empezó en un viaje a Davos”, comenta Serra Puche recordando el camino hacia la firma.
“A más de tres décadas de ese evento, el TLCAN, hoy T-MEC (Tratado Comercial de México, Estados Unidos y Canadá) tiene detractores, defensores, ganadores y perdedores”, precisa.
"En ese viaje (a Davos) hicimos varias presentaciones. Y la verdad sea dicha: prácticamente ninguno de los países importantes, excepto por Estados Unidos y Canadá, tenía interés en invertir en México”, explica Serra Puche.
Afirma que cuando empezó el proceso de apertura de la economía mexicana, se buscó siempre aumentar la competitividad de la economía, “pero se necesitaba atraer inversión extranjera, porque la nacional no era suficiente para financiar el crecimiento”.
El presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, firmó en 1992 el acuerdo comercial, acompañado del presidente de EE.UU., George Bush, y el primer ministro de Canadá, Brian Mulroney.
CONECTADOS, PERO NO TANTO…
Serra Puche, quien hoy es presidente del Consejo de Administración de BBVA y tiene su propio despacho de derecho y economía, relata que México no estaba completamente desconectado del comercio, pero la relación con Estados Unidos, que desde entonces era su principal socio comercial, era compleja.
“Las reglas no estaban claras y algunas medidas, en lugar de fomentar las exportaciones, las bloqueaba", recuerda Puche.
Entonces, México decidió iniciar la negociación con los americanos y los canadienses, para eliminar ese tipo de obstáculos. A cambio de abrir más la economía, de proteger la propiedad intelectual.
"Este era el efecto más importante buscado en la negociación: acceso al mercado y capacidad de atraer inversión adicional. En el TLC, los tres países queríamos abrirnos, abrir mercados y crear una región competitiva, que es lo que se ha logrado”, afirma Sierra Puche en la entrevista.
CIRCULARIDAD LABORAL, EL PENDIENTE
Para el también economista, sí hubo un pendiente en la negociación del TLCAN y que también quedó en el aire en la del T-MEC que se firmó en 2020: la movilidad laboral, pues Estados Unidos requiere de trabajadores migrantes para poder funcionar.
"En Estados Unidos ven el tema migratorio como un tema político; un tema muy contaminado por posiciones de distintos grupos. Nunca se logró convencer a los americanos que teníamos que tener un programa de movilidad laboral que ellos llaman incorrectamente, desde mi punto de vista, 'migración ilegal'. Eso añadiría una gran competitividad a la región, porque le da certidumbre a los trabajadores”.
De acuerdo con el exfuncionario, debería existir un programa de “movilidad laboral circular”, que permita que los mexicanos vayan a Estados Unidos por un tiempo, trabajen de manera formal, regresen y tengan la posibilidad de volver a viajar meses después.
En su opinión, el tema no debe ser tratado como asunto de seguridad nacional, pues es un tema meramente económico. "Porque si no tuviésemos el acceso de trabajadores mexicanos a Estados Unidos, ese país no podría funcionar correctamente, esto sin tener en cuenta la gran cantidad de ciudadanos mexicanos que viven en Estados Unidos, contribuyendo al crecimiento de la economía”, afirma.
La apertura comercial con América del Norte no solamente implicó un aumento en las exportaciones, sino también acceso a mayor variedad de productos para los mexicanos, así como fuentes de empleo.
"Podemos ver al individuo común y corriente beneficiado de dos maneras: Uno, con un empleo en una fábrica o en una organización que está orientada a la exportación. Y dos, como consumidor, pues puede desde hace años encontrar precios más competitivos que antes del TLCAN no, pues con la apertura hubo necesidad de los productores mexicanos, sobre todo en bienes intermedios pero también en bienes de consumo, de moderar el aumento de precios y ser competitivos”, explica Serra Puche.
RELOCALIZACIÓN Y PIB
Pese a que las exportaciones se han multiplicado, el PIB de México no ha crecido al mismo ritmo.
Al respecto, Serra Puche explica que con el nearshoring, es decir, la reubicación de plantas de producción que comenzó tras la guerra comercial entre EE.UU. y China, el avance de la economía mexicana podría ser mayor.
"Esto, al aumentar el contenido nacional y atraer inversión para el desarrollo de la industria.. Es una etapa importantísima en la que podemos, no nada más aumentar la cantidad de exportación a Estados Unidos, sino la calidad de la exportación, que son las exportaciones que tienen un efecto multiplicador mayor", propone el economista.
Desde su perspectiva, esto ya empezó a notarse en la participación de las exportaciones mexicanas en las importaciones americanas: "Ya somos el socio comercial número uno. El nearshoring nos permitirá conservarnos en el número uno, ¿por qué?, porque vamos a subir el valor de las exportaciones per sé, pero también va a subir su impacto sobre la economía mexicana”, retrueca.
Para el principal negociador de la apertura comercial de México en los noventa, la primera etapa en el proceso de apertura comercial e integración regional fue el TLCAN, la segunda etapa es el T-MEC y la tercera el nearshoring.
"No puedo decir cuándo empezó y tampoco sé cuándo acabará, pero lo que sí te puedo decir, es que si empezamos a ver un efecto multiplicador más alto que el que tenemos hoy en día, el nearshoring habrá sido un éxito”, agrega.
PROMESAS VERSUS REALIDADES
Marcela Orozco, especialista y miembro de la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio, expone que una de las principales promesas del TLCAN, ahora T-MEC, era que la migración hacia Estados Unidos se reduciría. Sin embargo, actualmente los flujos de personas se han vuelto más complejos y han aumentado.
Asimismo, sostiene que, aunque los salarios han aumentado, el poder adquisitivo de los trabajadores en las maquilas que se encuentran en la frontera norte sigue siendo bajo.
Destaca que ha habido poblaciones que se han negado a la instalación de megaproyectos, por cuestiones como el agua o la enajenación de tierras.
Entre los casos recientes se encuentra la planta que Constellation Brands, compañía que se dedica a la producción y exportación de cervezas Corona, que estaba construyendo una planta en Mexicali, proyecto que fue cancelado luego de una consulta pública.
COMPETITIVIDAD, LA GRAN CLAVE
La competitividad de las empresas ha sido pieza clave para su supervivencia en un mundo abierto al comercio.
De acuerdo con Hugo Fuentes, profesor e investigador del Departamento de Economía del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México, “muchas empresas no pudieron soportar el peso de la competitividad que exigen los acuerdos comerciales, además está el fenómeno de China, que han llevado a que competitivamente salgan algunas empresas”, mencionó el especialista.
A México le afectó una China más competidora en juguetes, zapatos, textiles. No fue tal cual el TLCAN, eso impactó muchísimo”, dice.
Sin embargo, anteriormente la competitividad se basaba en mano de obra barata, pero esto se ha transformado y la manufactura se volvió más sofisticada.
Benjamín Bravo, director de Key Logistics, empresa que se encarga de la logística en las exportaciones e importaciones, menciona que “es impresionante la cantidad de televisiones que se hacen en México para enviar a EE.UU., llantas, ropa y zapatos, son los que yo veo en grandes cantidades”.
Reconoce que están observando la llegada de empresas chinas a México para empezar a preparase para masificar la producción hacia Estados Unidos.
"Estamos viendo tanto empresas satélites de automotriz, como productores de poliuretano, caucho, maquinaria diversa, y empieza a llegar producción de chips y electrónicos, lo veo que crece cada vez más”, precisa.
DEL MADE IN CHINA AL MADE IN MEXICO
México ya es el principal socio comercial de Estados Unidos, lugar que antes ocupaba China, país que, desde que se lanzó el TLCAN, ha sido un fuerte rival en materia de producción manufacturera.
Gonzalo Fuenzalida, cofundador y director comercial de Tranciti, empresa Logtech, explica que “cuando el TLCAN entró en vigor, las proyecciones de crecimiento de la industria manufacturera en México eran auspiciosas y se proyectaba que muchas empresas de Estados Unidos, moverían su producción a este país. Si bien, en parte, eso sucedió, ocurrió algo que cambió todo: China ya había empezado un proceso de apertura al mundo”.
De acuerdo con Fuenzalida, ese factor sí robó oportunidades a México. Sin embargo, tras la guerra comercial entre China y Estados Unidos, así como tras la pandemia, se hizo más evidente la necesidad de las empresas de producir cerca del consumidor final.
El ejecutivo reconoce que México debe aprovechar bien la oportunidad que ofrece el nearshoring, punto en el cual el gobierno juega un papel fundamental, principalmente tratándose del desarrollo de infraestructura que permita la instalación de nuevas compañías y el flujo de mercancías.