Una reforma judicial que podría amenazar la seguridad jurídica de años anteriores y el resultado de las elecciones presidenciales en EE.UU. determinarían el camino de la externalización de servicios y el atractivo del país azteca como destino de inversiones extranjeras.
Dos semanas después de asumir la presidencia de México en olor de multitud, Claudia Sheinbaum preside un gobierno tecnocrático, encaminado a favorecer la inversión extranjera en mayor medida que el de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
No obstante, los cuestionamientos vienen desde otra orilla. A fines de septiembre, la bancada de Morena, el partido oficialista de izquierda, aprobó en el Senado la Reforma Judicial, uno de los principales ejes de la “Cuarta Transformación” que AMLO inició y Sheinbaum aspira a continuar. Bajo el nuevo modelo, los magistrados del Poder Judicial serán designados por la ciudadanía mediante elecciones. Se trata de una iniciativa que ha sido criticada por “politizar” la justicia y minar la independencia de los jueces en favor del Ejecutivo.
A las quejas de la oposición de derecha se sumaron las de Estados Unidos y Canadá, a tal punto que AMLO suspendió temporalmente las relaciones con ambas potencias norteamericanas. En el proceso, el nearshoring, la estrategia empresarial en la que compañías trasladan parte de sus operaciones o procesos a otro país cercano, corrió peligro. De la noche a la mañana, México dejaba de ser un destino atractivo de inversiones, al correr peligro su seguridad jurídica.
“Un cambio abrupto en el Poder Judicial y la regulación de México pone en riesgo la confianza empresarial, incluida la inversión extranjera en el país, lo que crea cuellos de botella adicionales que le ponen trabas al nearshoring”, advirtió un informe de la agencia Moody’s, publicado el pasado 7 de octubre.
Hay mucho en juego: en noviembre de 2023, el “monitor de inversiones” de la consultora Deloitte reveló que hasta entonces, se habían anunciado más de 100 proyectos de nearshoring en México, con una inversión total estimada de más de US$ 30.000 millones.
“A pesar de cuellos de botella, tales como el suministro de electricidad y la infraestructura del transporte, el nearshoring todavía se encuentra en buen momento con las exportaciones y la inversión en pleno aumento. Aunque hay cierta incertidumbre frente al impacto de la reforma judicial, sigue habiendo anuncios de inversiones importantes, entre ellos la nueva planta de Foxconn en Chihuahua para fabricar chips de los servicios de la inteligencia artificial de última generación”, declaró Jesse Rogers, Head of LatAm Economics de la consultora Moody’s Analytics para AméricaEconomía.
Asimismo, los Estados de Coahuila y Nuevo León, ubicados al noreste del país y aledaños a la frontera con EE.UU., han sido otras de las regiones más beneficiadas. Sus economías han visto la llegada de empresas fabricantes de productos electrónicos y ensambladoras de autos.
“México ha roto récords cada año. Es muy seguro que este año terminemos alcanzando los US$ 50.000 millones entre cifras de inversión extranjera directa como nearshoring. Hay que tomar en cuenta que en el primer semestre de este año, llegamos a los US$ 31.000 millones y todavía falta que finalice el año. Las inversiones en el país han roto récords en la última década”, expresó Alberto Bustamante, director de la Asociación Nacional de Proveedores del Sector Automotriz de México (ANAPSA) a AméricaEconomía.
LAS CLAVES DEL BOOM DEL NEARSHORING
Según Bustamante, hay dos factores importantes que han influido en este flujo de inversiones. El primero es la guerra comercial entre EE.UU. y China, un conflicto que tiene como principal eje un déficit comercial superior a los US$ 500.000 millones que mantiene Washington con Pekín.
En este contexto, la Sección 301 de la Ley de Expansión Comercial de EE.UU. aborda la seguridad nacional y autoriza al mandatario estadounidense a tomar medidas necesarias para proteger a su país sin consultar al Congreso. Al ampararse en este recurso, en mayo de 2024, el presidente Joe Biden decidió aumentar los aranceles a productos procedentes de China valorados en US$ 18.000 millones de “sectores estratégicos” como vehículos eléctricos, baterías, acero y minerales críticos. Se acusó al gigante asiático de incurrir en prácticas desleales en transferencia de tecnología, propiedad intelectual e innovación.
No dista mucho de las primeras medidas que tomó Donald Trump en su paso por la presidencia. Por ejemplo, en junio de 2018, el republicano anunció la imposición de aranceles del 25% a una lista de productos chinos por valor de US$ 50.000. El motivo eran acusaciones de robo de propiedad intelectual al régimen de Xi Jinping.
Una vez sellado este cerrojo a las importaciones, Bustamante resalta que esto ocasionó que las empresas chinas decidieran relocalizar sus operaciones en México para seguir exportando a Estados Unidos y evadir así, los elevados aranceles. Un claro ejemplo es la fábrica de muebles Man Wah: un consorcio chino instalado en Monterrey que fabrica sofás de cuero “100% hechos en México y los exporta a grandes cadenas de almacenes en EE.UU., como Costco y Walmart, tal como reportó BBC Mundo en mayo pasado.
Según la Cámara de Comercio México-Hong Kong y el centro de negocios China HomeLife, para diciembre de 2023, más de 3.000 empresas asiáticas asentadas en México buscaban expandir sus negocios, sobre todo exportar a EE.UU. bajo la modalidad del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
La aprobación de este acuerdo de libre comercio en julio de 2020 fue favorable para el nearshoring, pues elevó de 62,5 a 75% el contenido de fabricación regional para exonerar de aranceles a un vehículo. Dicho de otro modo, para cumplir con este beneficio, al menos el 75% del valor de un automóvil debe provenir de materiales y partes producidas en México, EE.UU. y Canadá. Se trata de una política que motiva no solo a empresas chinas, sino a fabricantes estadounidenses de automóviles.
Quizás el caso más emblemático es la construcción de la fábrica de Tesla en Nuevo León, proyecto que Elon Musk paralizó hasta después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El magnate sudafricano sabe que una victoria del expresidente Trump materializaría la promesa de campaña de imponer aranceles a los vehículos fabricados en el vecino del sur. “No tiene sentido invertir en México si eso va a pasar”, sentenció Musk el pasado julio.
¿QUÉ SUCEDERÁ TRAS LA REFORMA JUDICIAL?
Puertas adentro en México, la promulgación de la reforma judicial aún divide a los inversionistas, sobre todo porque el lunes 15 se aprobaron las leyes secundarias del proyecto, las cuales ratifican la elección popular de jueces y convocan un primer proceso electoral para junio de 2025.
La reforma también establece que los tres poderes del Estado mexicano formarán un Comité de Evaluación para seleccionar los candidatos a los distintos organismos del Poder Judicial. La mayoría absoluta de Morena y sus aliados en el Congreso aprobaron estas nuevas condiciones, pese a los reclamos de la oposición, comandada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN).
El mismo día, Sheinbaum desmintió nuevamente en su conferencia matutina que la reforma judicial amenace el Estado de Derecho en México. “Sepan que sus inversiones están seguras con nosotros”, añadió la mandataria al referirse a los lazos empresariales con Estados Unidos. A su vez, destacó que pronto se celebrará el US-México CEO Dialogue, una reunión que contará con la participación de 240 CEOs mexicanos y estadounidenses. “Que sepan que nos interesa que se va a invertir bajo un plan de desarrollo”, expresó.
Pese a las críticas iniciales de la comunidad internacional, para Moody 's, el impasse de la reforma judicial no sería perjudicial a largo plazo para el nearshoring en México.
“Al final del día, creemos que los efectos serían temporales, pero depende mucho de cómo se implementan las leyes secundarias en los próximos meses y a lo largo del siguiente año. Todavía está por verse cómo procede el proceso electoral de los jueces y su resultado. Aunque no creemos que impacte mucho en las relaciones comerciales con EE.UU. y otros socios comerciales importantes, también hay razones para pensar que sí”, aclaró Rogers.
Eso sí, el flamante gobierno mexicano cuenta con otros factores que lo diferencian de la experiencia de López Obrador. El más importante es el perfil tecnocrático del gabinete de Sheinbaum. “A diferencia del sexenio anterior, el actual tiene un plan de país enfocado en atraer inversiones para fomentar el nearshoring. Incluso tiene un programa de sustitución de importaciones asiáticas. Entonces, creo que la actual presidenta Sheinbaum está bien cobijada, sobre todo por el canciller Marcelo Ebrard, quien es un experto en comercio internacional y está apoyando mucho al sector empresarial”, sostiene Bustamante.
Bajo ese enfoque, el vocero de ANAPSA cree que en los próximos años, el sector automotriz será uno de los principales beneficiados con la llegada de nuevas plantas de ensamblaje y autopartes. Se debe considerar también que esta industria es el segundo pilar económico de México, pues genera un 5% del PIB nacional, 25% del PIB manufacturero, así como una balanza positiva de US$ 107.000 millones. “Si juntamos los ingresos por remesas, turismo y petróleo no alcanzan el aporte del sector automotriz”, asegura Bustamante.
LAS ELECCIONES EN EE.UU.
Como es natural, el evento internacional inmediato más trascendente para el gobierno de Sheinbaum serán las elecciones de noviembre en EE.UU. De acuerdo a Rogers, Moody’s estima que una victoria del expresidente Trump podría retrasar el avance del nearshoring en México y otros países, pero más por las tensiones entre EE.UU. y China, así como la alta probabilidad de una guerra comercial entre las dos superpotencias. También habría buenas noticias para los negocios de Tesla en el país azteca.
“Esto representaría un retroceso para la economía mundial y por lo tanto, para las exportaciones mexicanas y la inversión extranjera directa en nearshoring. Dada la plena integración del sector automotriz estadounidense y mexicano, vemos mucho menos probable que Trump cumpla con las amenazas de imponer tarifas de hasta 200% a los autos producidos en México, lo cual tendría un mayor impacto negativo en la economía estadounidense a corto plazo”, sostiene Rogers.
Pero hasta el momento, la mayoría de encuestas electorales inclina la balanza a favor de la candidata demócrata, Kamala Harris. Por ejemplo, uno de los últimos sondeos, publicado por TIPP Insights señaló que un 49% de los estadounidenses consultados votarían por la vicepresidenta de Biden, mientras que un 46% lo haría por el expresidente Trump. Si el Partido Demócrata finalmente logra retener la Casa Blanca por cuatro años más, no se esperarían grandes cambios para los intereses mexicanos.
“Una victoria de Harris sería positiva para el nearshoring, pero no representa un gran cambio frente a las políticas de Biden, quien ha abogado por un mayor acercamiento entre las dos economías a través de la política industrial. Kamala comparte la meta de fortalecer la industria manufacturera en Estados Unidos en sectores claves tales como los semiconductores y las energías renovables, una política que deja la puerta abierta a una mayor participación de México”, afirma Rogers, en representación de Moody’s.