Tras la última COP25, la Phd de la Universidad de Oxford regresó a Chile con un sabor amargo, pero conocido. Solo que esta vez los aumentos de temperatura del océano y del nivel del mar ya son irreversibles. Respecto del abandono de EE.UU. de la cita mundial, Rojas lo define como el “bullying” de Donald Trump al mundo.
-Usted fue una de las científicas destacadas por la organización de la pasada COP25. ¿Cuál es su balance de esa cita?
-Creo que la COP25 no respondió a los desafíos que el planeta necesita en torno al calentamiento global. Si yo lo veo como científica y ciudadana, es terriblemente frustrante, ya que lo que se observa es que la lógica y la dinámica que ocurre en dichas negociaciones, las conversaciones que se dan ahí, en muchas ocasiones están muy desacopladas de la realidad. Entonces, a uno le nace la pregunta: ¿hasta cuándo van a estar tan desacopladas?
Ahora, si lo pienso más fríamente, las negociaciones siempre son complicadas y las decisiones se toman siempre a último momento, es decir, nadie va a hacer un esfuerzo antes, sino esté realmente obligado. Y quizás lo anterior es parte de lo que se conoce como multilateralismo o diplomacia internacional.
-¿Influye en ese análisis la no participación en COP25 y a su vez la negación por parte del gobierno de Estados Unidos del cambio climático?
-El consenso científico sobre el problema y la urgencia del cambio climático existe hace más de 30 años. Por lo tanto, en este caso el presidente Trump y el negacionismo se basan solo en un tema político, no científico. Por eso es interesante lo que pasó, lamentablemente, en Australia con el tema de los incendios, que han ocurrido de forma masiva en ese país; y aunque ahí también se encuentran bajo un gobierno que a veces tiende a negar las pruebas o el discurso del cambio climático.
Ahora, tanto en Australia como en EE.UU. se da el caso de que son los intereses económicos los que han determinado mucho de la acción o no acción en cuanto a generar medidas contra el cambio climático.
-El argumento de algunos gobiernos ha sido no priorizar medidas contra el cambio climático para dar solución a problemas de tipo social o económico en sus respectivos países.
-Sí, pero haciendo referencia al informe que se publicó durante el 2018, el “Informe Especial sobre Calentamiento Global de 1,5°”, este habla de cambio climático y de todos los otros Objetivos de Desarrollo Sostenible, como pobreza, desempleo, genero, etc. Y la conclusión es que, si hacemos bien el tema de la sustentabilidad, terminaremos haciendo bien todo en su conjunto.
TODAS, UN FRACASO
-La población mundial ha puesto su esperanza en el diálogo entre organizaciones medioambientales y gobiernos para la reducción de emisiones contaminantes.
-Así es. Por ejemplo, una COP (Conferencia de las Partes) es muchas cosas a la vez. Por un lado, tienes todo lo que ocurre con las agendas técnicas y de negociaciones que se vienen realizando desde siempre. Interesante es comentar que mesas de negociaciones existen por lo menos dos durante un año. Por ejemplo, el Acuerdo de París no es solo una mesa de negociaciones importante, sino que implica un trabajo posterior de muchas mesas de trabajo. Y la fase de implementación de dicho acuerdo recién comienza este año 2020.
-La población, en general, ve la firma de esos acuerdos como avances e hitos de cambio. ¿Es así?
-El Acuerdo de París fue pensando de otra forma. Primero, como un paraguas grande, y después vimos los detalles del cómo ir avanzando. De hecho, recién este año se comenzarán a aplicar ciertas medidas que se han estado conversando.
-En esa implementación, ¿el abandono por parte de Estados Unidos es un hecho que le quita validez al acuerdo?
-Bueno, es un hecho muy significativo, ya que no es lo mismo si lo abandonara otro país de menor tamaño o peso económico. La salida de EE.UU. es algo muy terrible. Que el segundo país más emisor de contaminantes del mundo no participe de este acuerdo es algo muy lamentable para todos.
Al salirse del acuerdo de París, Donald Trump está haciendo bullying al mundo. Lo que ha llevado también a desmantelar su propio equipo de trabajo en torno a profesionales o científicos que habitualmente cooperaban con el gobierno estadounidense.
-La COP25, originalmente, estaba planeada para hacerse en Chile, pero producto del estadillo social el evento se mudó a España. ¿Cual es su balance de esa actividad?
-Yo creo que siempre es bueno leer los diarios después de que se termina una COP; casi siempre vas a ver que son un fracaso, y esta lamentablemente no fue la excepción. La COP25 fue un fracasó para Chile y para el mundo, porque al fin y al cabo las emisiones contaminantes siguen subiendo. Las temperaturas no han resuelto el problema y como Humanidad no hemos podido dar solución a eso. Llevamos 30 años negociando y no hay grandes cambios; todas las COP han sido un fracaso.
-¿Las negociaciones no fueron positivas?
-Si bien no había grandes temas para ponerse de acuerdo en esta versión de la COP25, sí había temas por resolver, y estos no se pudieron llevar a buen puerto. Para mí, no siendo una experta en negociaciones, era bien claro que la discusión del articulo número 6, sobre los mercados, era bien difícil, no se iba a lograr un acuerdo. Sin embargo, creo que un aspecto positivo que se percibió fue esa sensación como de espíritu, de un mundo con una ciudadanía activa que quiere ser impulsora de cambios importantes, y eso es un aspecto para destacar.
VIOLACIONES
-En las negociaciones, ¿crees usted que el gobierno chileno perdió legitimidad en su posición de organizador, al estar cuestionado por su política de Derechos Humanos?
-Evidentemente las negociaciones no fueron un éxito. Como lo comentaba antes, en ninguna COP lo son, quizás solo a excepción de la de París…
Yo creo que todos los científicos que participamos en la COP25 estábamos efectivamente muy preocupados que los cuestionamientos en materia de Derechos Humanos le quitaran credibilidad y legitimidad al gobierno en Chile. Ahora, por otro lado, es tal el nivel de abstracción y desconexión de la realidad de las personas que negocian las emisiones contaminantes a nombre de los gobiernos, que de verdad el resto del mundo los veía como "problemas internos en Chile"; nadie se iba a meter a cuestionarlo desde lo oficial.
Pero también ocurrieron una serie de actividades alrededor de COP25, organizaciones medioambientales, etc., y ahí el ambiente estaba contaminado con la sensación de que, en ese momento, en Chile, se estaban produciendo violaciones a los Derechos Humanos.
-La ministra de Medio Ambiente terminó siendo interpelada en su país por los congresistas, por su gestión en COP.
-La ministra estaba en una situación claramente de desventaja e incómoda. Yo creo que ella trabajó mucho, pues tienes tres semanas de trabajo donde no existen los horarios, y si le sumas a ello que se cambian de país, no tenías el respaldo de estar con tu gobierno o aparato administrativo detrás. Es más, la comisión chilena que viajó a la COP25 estuvo incompleta, es decir, no fueron todos los que debían hacerlo por falta de recursos económicos para viajar.
Para liderar un proceso donde existen negociaciones múltiples, donde se discuten 20 a 30 temáticas que en paralelo van avanzando, necesitas un equipo y condiciones óptimas de trabajo; y creo que, en ese sentido, dichas medidas no estuvieron. Yo creo que se vivió una situación de verdad muy adversa, y sólo con el apoyo de España se pudo salir adelante.
-La frase “cambio climático” se ha instalado también en la región, y especialmente en Chile. ¿Cómo ha sido esa discusión en el país?
-Yo creo que nunca habíamos hablado tanto de cambio climático, no sólo en Chile, sino también en el mundo y, por sobre todo, en Chile. Se formó una discusión donde todos los actores de la sociedad comenzaron a tomar posiciones, en especial la clase empresarial. Chile, por un lado, comenzó a tener muy buenas medidas para ello, con la eliminación importante del uso del plástico. Antes del estallido social el presidente anuncia que Chile toma el compromiso de ser un país carbono neutral al 2050; lo que hace es definir una agenda de desarrollo para los próximos 30 años para el país. Lo cual hace, en materia de sustentabilidad, irrelevante quién va a ser el próximo presidente de Chile, ya que está determinando una ruta hacia dónde se tiene que ir. Ahora, para el cómo vamos a llegar, a mí me parece evidente que tenemos que revisar el modelo de desarrollo económico que tiene Chile.
-La discusión de una nueva Constitución, en Chile, ¿puede ser el esqueleto clave para el replanteamiento del desarrollo para los próximos 30 años?
-Yo creo que sí. Si bien la Constitución quizás no específica asuntos más inmediatos, sí da una carta de navegación para el país y su modelo de desarrollo económico, y esta vez podría incluir de forma más explícita materias sobre sustentabilidad que no han integrado la que existe hoy. Chile ahora tiene una oportunidad única para lograr una relación equilibrada entre la producción económica y una industria privada que vaya en clara disminución de sus emisiones, con el objetivo de convertirse en modelo de desarrollo sustentable para sus vecinos.