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¿Cómo reducir el desperdicio de alimentos desde la agricultura?
Vie, 26/04/2019 - 10:41

Paulo Yvan Almeida

¿Cómo reducir el desperdicio de alimentos desde la agricultura?
Paulo Yvan Almeida

Paulo Yvan Almeida es director regional de Yara South Pacific.

El pasado 22 de abril se celebró un año más del Día de la Tierra. Muchos son los problemas que aquejan la sostenibilidad del planeta y la preservación de sus recursos, bioversidad y medioambiente, sin embargo, existe una problemática que incrementará proporcionalmente con el aumento de la población mundial: el desperdicio de los alimentos.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), aproximadamente la tercera parte de los alimentos producidos para el consumo humano son desperdiciados a nivel mundial. Esto equivale a alrededor de 1.300 millones de toneladas, cantidad que podría alimentar a 1,5 mil millones de personas de ser aprovechada. Para la FAO, el desperdicio de alimentos se refiere al descarte o uso alternativo (no alimentario) de alimentos, que son seguros y nutritivos para el consumo humano.

Pero ¿qué es lo que está ocurriendo en la cadena de producción de alimentos o somos nosotros, los consumidores, parte del problema? Efectivamente, la responsabilidad es de varios actores. Son los minoristas o nosotros los consumidores quienes rechazamos estos alimentos por apariencia cuando son perfectamente aptos para el consumo humano. En los países industrializados, el 40% de los alimentos se desecha a nivel del consumidor por apariencia del vegetal o la fruta. Mientras que, en los países en desarrollo, el 40% de los alimentos se rechazan durante la cosecha, el almacenamiento o el transporte, porque no presenta el tamaño o la calidad exigida por el minorista o porque se pudren con facilidad.

En los países de Latinoamérica esta problemática es recurrente, más aún en los campos de cultivos extensivos como la papa o el arroz. Los productores no cuentan con el equipo y herramientas agrícolas necesarias para la cosecha, ni un lugar apropiado para su almacenamiento, pero sobre todo, pocos tienen la costumbre de aplicar fertilizantes minerales o hacerlo en proporciones adecuadas.

Por ejemplo, en Perú, según el último Censo Nacional Agropecuario, la agricultura se caracteriza por una aplicación limitada de fertilizantes, es decir, del 43,9% de productores que los utilizan, solo el 25,3% de ellos expresa que los aplica de forma suficiente y de manera constante.

En definitiva, existe una falta de conocimiento entre los agricultores sobre los beneficios de una nutrición balanceada para cada cultivo; esto contribuye definitivamente a que se rechacen los alimentos. La fertilización balanceada busca resolver las deficiencias de nutrientes, para aumentar los rendimientos y mejorar sustancialmente la calidad de los productos, dotándolos de mayor resistencia al tiempo, un tamaño uniforme o un color más vigoroso.

Para graficar la situación les comparto algunos ejemplos:

·        La falta de potasio en las frutas hace que estas sean más pequeñas y tengan menos color y dulzura que lo normal; de esta manera, una parte de la producción no cumple con los estándares y es desechada.

·        En el caso de las manzanas, la falta de calcio produce una condición denominada "hoyo amargo", causando manchas y marcas en la fruta. Debido a este aspecto, los consumidores no compran este tipo de alimentos.

Según las cifras que manejamos en Yara a nivel global, hasta un 20% de la producción de un agricultor promedio no logra alcanzar las especificaciones exigidas por el mercado debido a aspectos de calidad como el tamaño, la forma, el color, el dulzor o el contenido de nutrientes. Desde nuestra perspectiva y experiencia, consideramos que una correcta fertilización con los nutrientes que necesita cada cultivo permitiría productos con altos estándares de calidad y con una mayor vida útil, reduciendo aún más el riesgo de pérdida de alimentos.

Finalmente, la reducción del desperdicio de los alimentos no solo permitiría alimentar a una población desfavorecida cada vez más numerosa, sino que también tiene una repercusión positiva en el medioambiente, reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero. Esa es una noticia adicional excelente.

Cuando desperdiciamos alimentos que pueden ser consumidos, y estos terminan en los vertederos, se producen grandes cantidades de metano, uno de los principales gases de efecto invernadero y uno de los más contaminantes. Este gas tiene un efecto negativo sobre el calentamiento del planeta 21 veces mayor que el del dióxido de carbono. Por ello, es importante consumir la totalidad de lo que producimos para no desechar y para producir la cantidad de alimento exacta. ¡La responsabilidad es de todos!