Enfrentamos un entorno enrarecido en temas comerciales, derivado en parte de las recientes medidas de la administración de Donald Trump, en Estados Unidos, al anunciar un arancel de 25% al acero y 10% al aluminio, con excepción de México y Canadá, además de habilitar una vía administrativa para una “exclusión”, la cual puede tomar hasta 90 días y estará abierta a objeciones.
La situación implica un doble desafío: el primero y más importante de ellos será el definir la manera más efectiva para responder de manera inmediata a los cambios. Tenemos instituciones e instancias a las cuales acudir, como la propia Organización Mundial de Comercio; así como apoyar y sumarnos a las acciones que han emprendido Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, para un acuerdo con la Unión Europea o Mercosur con Canadá.
El otro reto es ¿cómo nos adaptamos a un nuevo entorno? El camino más concreto y eficaz es a través de la adquisición de nuevas habilidades y capacidades orientadas a generar mayor competitividad, creación de valor en las cadenas industriales que permitan una respuesta efectiva a los cambios en el entorno.
De acuerdo con un estudio del World Economic Forum, las habilidades menos requeridas en el 2020 serán las físicas, mientras que las más demandadas serán las de resolución de problemas complejos, lo cual requiere de capacidad de análisis, conocimiento, innovación, liderazgo y trabajo en equipo.
Requerimos desarrollar habilidades necesarias para conceptualizar y diseñar nuevas soluciones, la creatividad para aportar soluciones genuinas, más allá de lo rutinario, incluso para que sean viables en distintos entornos culturales o con equipos distantes, dado que cada vez habrá mayor conectividad.
Buscar nuevos mercados y fortalecer alianzas comerciales con otros países es parte de la respuesta, la cual debe complementarse con la profesionalización del capital humano para incrementar la fortaleza de las cadenas productivas.
México ya está en ese camino, con diversas iniciativas y acciones para fortalecer sectores claves como el siderúrgico y toda la cadena de valor en la que interviene: desde el sector bebidas, hasta el automotriz, así como los de línea blanca y construcción.
El compromiso mostrado por inversionistas nacionales e internacionales, así como las alianzas entre sector público y privado, conjuntado con la academia; el sector laboral y el empresarial para fomentar el conocimiento acorde a la revolución industrial 4.0, es muy positivo.
Los cambios en el actual entorno es una llamada para profundizar en ese compromiso: es a través de un tejido empresarial sólido, con trabajadores multidisciplinarios, capaces de detectar y responder a nuevos contextos, como lograremos generar bienestar y valor para las futuras generaciones.